La espera llegó
al límite. No hay posibilidad de diálogo ni estímulo a
la confianza; con solo nombrar a Maduro
en cualquier conversación ya es motivo de indignación. Quienes tienen la responsabilidad de
conducir el debate por los caminos pacíficos y legales llevan en sus hombros
una gigantesca tarea. Lo primero es no
dejarse arrastrar por la impaciencia del pueblo; luego entender que toda decisión tomada para
producir los cambios que exige el país debe contar con un sólido respaldo
popular. Los pasos dados por el gobierno para desconocer las leyes que
apruebe la Asamblea Nacional son indicativos
de desviación por atajos de
dudosa transparencia.
La historia es la misma, el pasado está
presente en la memoria de los venezolanos.
El dicho reza: "perro que come manteca, mete la lengua en
tapara". ¿Acaso el origen golpista
desapareció con la sustitución del
difunto vivo? Los alcances de la
sumisión de los que Henry Ramos ha denominado el "Pelotón de
Fusilamiento" pudiera decirse que están sustentados en jugosos beneficios,
solo que el daño raya en la traición a la patria. En nada debe extrañar la actitud del
gobierno para desconocer la importancia
que hoy tiene para el país la Asamblea Nacional, siendo esta la armadura de
defensa legal frente a los riesgos
golpistas de un gobierno que se hunde con el peso de su desastre.
Invalorable es la
intención del papa Francisco para unir criterios irreconciliables en la
política venezolana, tratándose de dos modelos incompatibles como son la
democracia con sus libertades y el comunismo con su represión. Aun cuando las gestiones encierran el más
sano propósito del Santo Padre, no ocultamos nuestro pesimismo, convencidos de
que es ir contra la corriente. Un diálogo sincero debe comenzar sin Maduro en la
presidencia; su comprobada incompetencia para gobernar, su lenguaje altanero y
arrogante cierran toda posibilidad de acercamiento entre las partes.
¿Que se buscaría con
el diálogo? La situación es tan crítica
que lo primero que tenemos que admitir es que no estamos para ensayos. La democracia en las cuatro paredes de la
Asamblea Nacional es totalmente sólida y conformada por la gran mayoría de
venezolanos; ese es el capital moral de los partidos de la Unidad Democrática.
El PSUV tiene la palabra. Diálogo con
Maduro en la presidencia no es posible: el pueblo pide a gritos su renuncia.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo -
Venezuela
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