LO IMPORTANTE ES CAMBIAR EL SISTEMA SOCIALISTA
En
los comicios del 13 de marzo de 1904, Alfredo Palacios fue electo al Parlamento
argentino, “el primer diputado socialista de América”. Le siguieron muchísimos
más, como plaga, en toda la región, por años y años. Son los responsables de la
ruina económica, social, política y moral que nos agobia.
Las
ideas socialistas nos llegaron con la “revolución mexicana” de 1910, la
“reforma universitaria” de Córdoba en 1918, y las huelgas salvajes de todos
aquellos años, de obreros urbanos, como de peones rurales, y también de
residentes en viviendas de alquiler. Sin olvidar las marchas de las mujeres por
el voto femenino.
Los
partidos socialistas, y luego los comunistas desde los ’20, estuvieron
prohibidos, porque sus propuestas, “sociales” y “progresistas”, eran tenidas
como “antisociales” y “disolventes” por sus críticos, con toda razón. ¿Cuáles
eran? Los 10 puntos del “Manifiesto Comunista” de Marx y Engels, Capítulo 2,
del año 1848, que Ud. puede leer si los busca en Google. Los impusieron uno a
uno y paso a paso, en cuatro “oleadas” sucesivas:
(1)
Los partidos de izquierdas pelearon por su legalización, y la obtuvieron, y
postularon candidatos. No sacaban suficientes votos, porque la gente común
tenía sentido común, y porque otros partidos, no socialistas, les ponían freno.
Entonces optaron por la estrategia “fabiana”, de penetrar con sus ideas,
fraseología y exigencias en los partidos “burgueses”. Y con éxito: los
Parlamentos latinoamericanos se llenaron con “socialistas de todos los
partidos”, como diría Friedrich Hayek.
¿Qué
hicieron? Tomaron todos los 10 puntos del “Manifiesto”, y los fueron
convirtiendo en leyes. Y si la mayoría no les alcanzaba, negociaban pactos con
los conservadores mercantilistas en los Congresos, votando por leyes
“proteccionistas” de la economía, que no son incompatibles con las leyes
socialistas; al contrario, como Mises demostró, son complementarias.
(2)
En los años ’30 vino el crack de 1929, la recesión y el desempleo. Y los
socialistas de todos los partidos, y los militares estatistas, compartiendo su
ideología, culparon al capitalismo. Y le pusieron presión a la máquina de
imprimir leyes anti-mercado. Siguieron a ese ritmo, por dos décadas más.
(3)
En los ’60 y ’70 la situación era insoportable; ¿y qué hizo una parte de las
izquierdas? Guerrillas urbanas y rurales, y seguir culpando al capitalismo.
Desde entonces hasta ahora, las izquierdas se clasifican en malas y pésimas:
violentas y no violentas; pero siempre iguales sus fines y objetivos.
(4)
Comenzando el siglo XXI, estábamos presos de las “leyes malas” del marxismo
clásico o económico, y educación “pública”, que todo el mundo cree “buenas”,
ignorando su inspiración, procedencia y letales efectos. Vivíamos en países
comunistas, sin saberlo.
Y
en vez de mejorar, todo se puso peor: nos encajaron el marxismo cultural,
mazazos directos contra la vida, el matrimonio y la familia. Engels ya lo asomó
en 1884, en “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”. Y en
el siglo XX lo desarrollaron Gramsci, Lukacs, las Escuelas de Frankfurt y de
Birmingham, el Instituto Tavistock, los “verdes”, y todas las ONGs y gobiernos
“progresistas”. Por esa vía nos “deconstruyen” sin misericordia, siguiendo al
pie de la letra los dictados de más de 100 “Agencias especiales” del “Sistema
de las Naciones Unidas”.
Hace
100 años la gente común tenía sentido común, y los partidos derechistas tenían
ciertas capacidades y fortalezas, para poner límites a las izquierdas. Ahora no
los hay: sólo tenemos a la derecha mala, débil, inepta y poco seria. Además, el
sentido común de la gente está embotado, lo que es parte de la descomposición
social, conceptual y política generalizada. Vea Ud. tres casos, en tres países:
En
Venezuela, la “oposición” socialista no quiere cambiar el sistema: sólo quiere
“espacios”; y de modo perverso, instiga a la violencia en las calles, para
tener muertos y luego levantar “mártires”. En el Ecuador, la gente de Lasso
también llama “a las calles”; pero no a favor del capitalismo, ni siquiera
contra el socialismo, sólo por un supuesto fraude comicial. En la Argentina, el
“políticamente muy correcto” gobierno Macri no hace cambios reales, en parte
porque no puede, pero también porque no sabe, y tampoco quiere; incluso, en el
colmo de su estupidez, llegó al extremo de negar apoyo a la “marcha por la
democracia” del 1 de abril, ¡que estaba en su favor! (¿?)
Marchas
de protesta y disturbios “de calle” es todo lo que esa derecha mala puede
hacer, muchas veces en maridaje con las izquierdas no violentas, y penetrada
por el marxismo cultural. Lo peor es que hay demasiada gente despistada, que no
entiende nada, y cree vivir en un idílico tiempo feliz de “democracia directa”,
sin partidos políticos, por Internet, en Facebook, Twitter y redes sociales.
Esto
es por causa de un Plan Maestro de las izquierdas, trazado por los Castro, los
chavistas y el Foro de Sao Paulo, alentando cuatro corrientes de opinión, todas
funcionales al imperio del socialismo:
(1)
Primero fue la fobia antipartidos, y el auge de los candidatos
“independientes”. Así la clase media, y la gente decente y de trabajo, se quedó
sin partidos eficaces, capaces de representar a la mayoría silenciosa contra
las hordas marxistas, económicas y culturales.
(2)
Siguió la fobia antipolítica, con la histeria anticorrupción. “¡Todos los
políticos son ladrones!”; fue la consigna, coreada por todo el mundo, hasta por
los políticos socialistas, que son los más hábiles en disfrazarse de
“luchadores sociales”, o sea: ¡“no políticos”!
Así,
los únicos partidos y sus políticos que quedaron vivos, fuertes y dominantes,
fueron los de izquierda, operando diariamente a través de las ONGs y
“movimientos sociales”, y emergiendo a la superficie sólo cuando convocan para
elecciones. Obviamente, tienen todas las de ganar.
(3)
Aversión a la democracia. Con sus “derechos humanos”, las izquierdas
reprimieron cruelmente a los militares, intimidando a los oficiales, y
comprando a muchos altos mandos. Por eso están todos calladitos. Y cierta buena
gente de derechas cree erradamente que el problema es la democracia.
Para
colmo, muchos “libertarios” pro-mercado, desde sus “tanques de pensamiento”,
comparten estas locuras, embriagados de anarquismo y ateísmo beligerante
anti-cristiano. Faltos de cultura clásica, de sentido práctico, y sentido
común, adhieren a muchos puntos de la Agenda "de género". Y no captan
que la democracia representativa, con partidos de derecha y con políticos
liberales, es la única salida viable, eventualmente, aunque no a corto plazo.
Tampoco ven que el anarquismo rothbardista espanta a la gente sensata. Y nos
embisten a los cristianos, sin ver que los socialistas ganan elecciones por el
voto mayoritario de cristianos despistados, y por eso la salida pasa por
sacarlos de sus confusiones, para lo cual es indispensable y urgente que los
liberales clásicos cristianos les hablemos de religión.
(4)
Por último, la guerra contra el pensamiento. Su consigna es: “¡Basta de
palabras, hay que salir a las calles!” Con esa nos terminan de fregar. Pero se
me acabó el espacio, así que será hasta la próxima, si Dios quiere. ¡Saludos y
felicidades a los buenos!
Alberto Mansueti
albertomansueti@aol.com
@MansuetiAlberto
@alberman02
Bolivia-Peru
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