El prestigioso semanario The Economist, esta
semana que pasó, asumió una singular
posición sobre el rol que China podría querer jugar en torno al
ejercicio de poder que Rusia está desarrollando en Siria y al que Obama está
queriendo hacer valer en los mares del sur de China. Una imagen de Putin, Obama
y Xi en torno a una mesa de póker da cuenta el conflicto que se desarrolla en
torno a estos temas del momento.
Es cierto que el gobierno chino no quisiera
quedarse afuera en el reparto de influencia que los Estados Unidos y Rusia van
a querer establecer dentro del capítulo
sirio, ahora que Bashar Al Assad comienza a flaquear y a mirar hacia afuera en
busca de soporte externo. Es que al tiempo que el cansancio político y militar
toca a la puerta de Damasco, Rusia, velozmente- ¿y China?- se aprestan a darle una mano decisiva y a
jugar un rol determinante en la región.
Solo que habría que preguntarse si Rusia
tiene con qué hacerlo y si los americanos están dispuestos a dejar que Putin
tome preeminencia en la zona. Y si China, desde su trinchera, les dejará el
espacio libre a los otros dos gigantes para desarrollar allí un área de
influencia altamente significativa para la paz mundial. Todo parece indicar que
los movimientos militares chinos de las últimas semanas van en el sentido de
apoyar militarmente a Rusia, con lo cual no adversan frontalmente a los Estados
Unidos pero se hacen sentir en el conflicto regional.
La otra batalla política y diplomática se
está jugando en las aguas que existen entre Vietnam y Filipinas. Todo parece
indicar que los Estados Unidos va en breve, a sacar la carta del reclamo de su
derechos a navegar en zonas que China proclama o considera propias, o al menos
actúa como tal, en sus mares del Sur. Estas regiones se encuentran dentro de
los límites territoriales marítimos que la comunidad internacional le reconoce
a los estados ribereños.
En la región del Mar Meridional Chino, debido
a la ausencia de otras naciones, las autoridades navales, por decisión de
Beijing, han ido ocupando espacios y creando islas en cada sitio que pueden,
manteniendo actitudes hostiles en relación a terceros en la zona y ejerciendo
una preeminencia que legalmente no les corresponde. Al menos hace dos décadas
los americanos actuaban allí a sus anchas. Ahora, a fuerza de incursionar en
las aguas regionales de terceros, los buques chinos han impuesto una suerte de
status quo que legitimaría una presencia cada día más sólida en ellas. Hablamos
de un mar de un millón de kilómetros cuadrados más grande que el Mediterráneo.
La
tesis del semanario inglés es que China
no solo enfrentará, en el corto plazo, una ácida la rivalidad con Estados
Unidos a causa de su contundente oposición a la presencia china en aguas que
deben ser internacionales, sino también desencuentros importantes en torno a su
posición discretamente preeminente en relación al conflicto sirio.
Lo que parece estar claro, es que el juego
que se va a barajar entre China, Rusia y Estados Unidos tanto en el campo de la
resolución del conflicto sirio como en el de los desencuentros marítimos del
Mar de China Meridional, ha de ser el de la rivalidad y la desconfianza.
China está cada día más presente y cada día
más determinada a jugar un rol nada desestimable.
Beatriz
De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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