No es de asombrarse que el Tribunal Supremo
Electoral (TSE) de Brasil rechace venir a Venezuela a “acompañar” las
elecciones del 6D. La lista de los que quieren venir y no los dejan y/o los que
debían invitar y no lo hacen es larga. Entre ellos la OEA, la Unión Europea e
incluso el Centro Carter, cuyo presidente dijo que el nuestro era “el mejor
sistema electoral del mundo”, y que ahora se niega a venir en las condiciones
que pone el CNE, que son las de los monos sabios: “ver, oír y callar”.
El TSE adujo que no los dejaron constatar con
tiempo las condiciones en que se darán las elecciones ni acceso para evaluar el
sistema de votación. Según su comunicado no habían “las garantías necesarias”
para una “observación objetiva e imparcial”. Querían que vinieran a pasear y a
convalidar.
Maduro vetó a Nelson Jobim, dos veces
ministro y expresidente de la Corte Suprema de Justicia, en gobiernos del
Partido de los Trabajadores de Lula y Dilma Rousseff, quien con la venia de
ella y el apoyo de 12 países encabezaría la misión de Unasur. En su lugar
vendrá Jorge Taiana, el excanciller argentino, persona vinculada al régimen y
al grupo Motoneros. ¿Qué dirán los otros países serios? ¿O es que no los hay?
Mientras Maduro maniobra para apoyar a Dilma
frente a un posible “impeachment” por el Congreso carioca, desde Brasil le
responden que no están dispuestos a convalidar un proceso electoral que a la
distancia huele mal. Lo que demuestra como la separación de poderes en Brasil
se respeta y no en Venezuela.
Si los brasileros hubieran venido Maduro
habría tenido que explicar aquello de “Tenemos que ganar las elecciones como
sea… ustedes me entienden”.
Esto es un duro golpe para la credibilidad
internacional del régimen. Unas elecciones en que las encuestas dan ganadora a
la oposición no por 10 o 20 puntos sino por más sería imposible justificar un
triunfo del régimen. Así como en el pasado fue imposible explicar
internacionalmente que las encuestas dieran ganador a Chávez y la oposición
gritara fraude. Lo que muchos no entendieron es que el chavismo pudo se mayoría
y a la vez hacer trampa. Se estaba preparando para este momento en que son una
exigua minoría pero con todo el poder del Estado, aunque éste se esté
desmoronando.
Maduro no debe olvidar que en 2013 con las
mismas condiciones favorables y una Unasur que dominaban tuvo que ir
personalmente a defenderse y aceptar una “victoria” oficial muy cuestionada.
Por su parte, la MUD debe estar preparada para ganar y cobrar en un país ávido
de cambio. Sino será 2013 otra vez.
Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena
Venezuela
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