La
Asamblea Nacional en un infame “Acuerdo de rechazo a la paralización de las
universidades autónomas” (3/11/2015) manifiesta que los estudiantes de las
universidades autónomas, cuyos profesores tienen suspendidos los cursos de
pregrado (no así postgrado e investigación) en protesta por las pobres
condiciones de trabajo y presupuestos insuficientes, “ven pasar frente a sí una
carreta cargada de ignorancia”.
¡Qué
desfachatez! Lo que ellos observan es un cuerpo profesoral responsable por el
75% de la producción científica del país (otro 22% se lo lleva el IVIC), que
cumplen con su labor en medio de dificultades domésticas por los bajos sueldos
que perciben, e institucionales por el poco apoyo financiero para
investigaciones científicas de envergadura y docencia de calidad.
Maltratando
la prosodia y la sintaxis, el texto resulta un batiburrillo mental que en los
sucesivos “considerandos” va listando sin venir a cuento y desordenadamente a
Norteamérica, Argentina, Afghanistán, Siria, gobiernos de estados fronterizos,
el FMI, el cerco financiero imperial, los espacios de decadencia (mirándose al
espejo) y pare usted de contar. Pero no logran esconder el propósito del
acuerdo: atropellar la autonomía de la universidad venezolana, esa presa
codiciada por gobiernos que no toleran el disenso, la libre expresión de las
ideas, la libertad de cátedra para desarrollar la de pensamiento, uno de los
últimos baluartes que todavía escapan al control directo de un régimen
totalitario.
“El Estado debe asumir su responsabilidad abriendo
un proceso de transformación”, nos dicen los parlamentarios rojos en este
acuerdo, retrotrayéndonos a frases pronunciadas y ejecutadas manu militari en
el siglo XX (para no irnos más atrás), cuando la universidad fue
sistemáticamente violada en su autonomía, en “procesos de transformación”
aplicados no sólo por gobiernos de turno sino intentados también por grupos
insurreccionales que convirtieron las residencias estudiantiles de la UCV (hoy
sede de la Escuela de Trabajo Social) en guarida (“Stalingrado” la llamaban),
dentro de unos linderos universitarios que antojaban ajenos a las leyes de la
república, en engañosa interpretación del concepto autonómico. De estos
últimos, unos cuantos son hoy prominentes funcionarios.
¿Cuál
transformación? Una en la que el profesor universitario es reinsertado como
trabajador docente, sujeto a un proceso reeducativo que lo convierte en
autómata sin criterio propio, según lo expliqué en mi artículo anterior; una
transformación que no esconde la intención de destituir y sustituir a las
autoridades universitarias a través de procedimientos amañados en tribunales,
las mismas que no han podido ser renovadas en los últimos años a través del
Claustro, dado el empeño gubernamental en torcer el destino académico de la
universidad autónoma venezolana para convertirla en institución tumultuaria
ajena a la búsqueda del saber.
Y
lo peor, una transformación al molde de las instituciones universitarias
públicas creadas en esta época revolucionaria, ninguna de las cuales aparece en
rankings internacionales de calidad académica, ninguna de las cuales elige sus
autoridades, ni disfruta de libertad de cátedra o pensamiento, ni de autonomía,
ese principio constitucional básico (art. 109) que diferencia una universidad
de un liceo grande. “Una universidad comunal que responda a los intereses del
socialismo”, como la caracterizó un rector rojillo en reciente reunión del CNU.
La
respuesta del Rector Unamuno al franquismo: “[…] no convenceréis. Para
convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta:
razón y derecho en la lucha”, ilumina nuestro combate en defensa de la
autonomía universitaria.
Un acuerdo bufo como el aprobado el pasado 3 de noviembre será anulado cuando la nueva Asamblea Nacional, producto del proceso electoral del 6D que dará una amplia mayoría a la oposición, asuma sus funciones el 5/1/2016. Para eso, tenemos que votar masivamente abajo y a la izquierda, en la esquina, donde veamos la manito de la Unidad.
Gioconda
San Blas
gioconda.sanblas@gmail.com
@daVinci1412
Miranda
- Venezuela
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