Churupos , puyas,
cobres muy maracuchos y niqueles eran físicamente
la misma moneda para ir a la bodega o el
mercado en cualquier parte de aquel país del pasado casi ya remoto , llamado
Estados Unidos de Venezuela o simplemente Venezuela. Esa nominación
ha sido, Ignorando la desaparecida o difunta puyita del locuaz, equivalente a un céntimo, la mínima expresión de nuestro dinero. Con veinte puyas tienes un
bolívar, en esa época fuerte como siempre fue, hasta el surgimiento de la
ultrajante e ilegal revolución. Con
solo tres bolívares, -un poco más
tarde tres bolívares, un mediecito y dos puyas- podías adquirir libremente un
dólar y enviarlo al exterior para comprar algo. Mi primer telescopio, un tubo
con espejo reflector de 3 pulgadas, me costó
3 dólares y por el primer curso
de Inglés por discos de la National
Schools en California, que ordené
por correo -recibido como un mes más tarde- pagué la fabulosa cantidad de, apenas recuerdo, unos seis dólares, 18
bolívares al cambio de entonces. Uno de los
primeros libros de mi naciente biblioteca, Los Miserables de, Víctor
Hugo, me costó tres bolívares en tapa
blanda. Cuando me enviaban a comprar carne en la pesa del señor
Pausolino, solían darme un bolívar, el
carnicero despachaba un kilo de solomo y
yo recibía una locha de propina.
Les hago este cuento,
pensando en mi pobre país derruido por
esta casta de pícaros que nos han
convertido en más míseros que Jean
Valjean, protagonista de Los Miserables, cuando hambriento, fue perseguido toda
su vida por robar un mendrugo de una panadería parisina. Pero estamos
renaciendo y con horizontes y conciencias recuperados. Por eso pido abiertamente que me devuelvan lo
que es mío -con perdón de todos me hago
eco de los venezolanos- y lo embargado,
vilmente expropiado, mal gastado, dilapidado sin nuestro consentimiento, por
quienes hoy están allá en
Miraflores. De origen posiblemente guzmancista, esa vieja
estructura ya no mira ni ofrece flores sino horrores de escasez y supercolas,
a granel, pero en los últimos cuarenta años del siglo pasado honrosamente albergó presidentes criollos,
honestos y demócratas. Demagogia y procaces mentiras, escenarios de hoy, fueron inaceptables entonces.
Ya no se trata de
aquel «millardito» que rogaba el
locuaz supergaláctico, sino la fantástica cifra de un billón de dólares,
un millón de millones. Dicen algunos
expertos, «es mucho más» Todos los
cobrecitos y puyas, bolívares y dólares, en inimaginables cantidades, que los
actuales jefes, raspando la olla sin dejar trazas de esa fortuna, han recaudado
en más de 15 años y convertido en el mayor saqueo y expoliación que haya
sufrido el tesoro nacional.
Grave para el
gentilicio -más no la Patria- son los
acontecimientos de última hora que han sacudido todas las esferas del estamento político oficial,
con serias repercusiones internacionales. Se trata de las acciones que ahora
ocurren en un tribunal federal de los EEUU, investigando un caso patético de
comercio de drogas, que por el momento afecta a jóvenes nativos de aquí, incautos, inescrupulosos y ambiciosos cuando
deseaban todo ya. No se preocupen, el más costoso tren de abogados del mundo
norteamericano -adivinen quién pagará la cuenta- ha sido contratado para la
defensa.
Luce como cercano el
último clavo del sarcófago del infame
sistema comunista que durante el tiempo que estosrapiñosos estan en el poder,
han tratado de implantar en Venezuela, desde aquel coloquial personaje -Dios lo
conserve donde lo tiene hospedado- hasta el nuevo funcionario a cargo de la
heredad. Estos individuos, por encima del texto constitucional, han jurado
encaminarnos hacia ese oscuro socialismo
a juro, con intimidaciones, amenazas, duras acciones represivas adornadas
con criminales violaciones de los
derechos humanos, sin misericordia alguna. Pero hasta ahora, con excepción de
algunos oprobiosos logros, infructuosamente.
Parece que por estos
lares se lavan, se orean muchos kilos de
ropa sucia, que ha traído la explosión de una máquina de escándalos.
No es aventurado suponer que se veía
venir esta situación. Analistas venezolanos y opositores en el país o el exilio
han denunciado que el narcotráfico se ha enraizado aquí en los últimos tiempos, bajo dos grandes
vertientes. Tal vez la más poderosa, era
la manejada por el árabe-venezolano Mackled, de infausta notoriedad. Los especialistas
estiman que aún está enfrascado en
asesorar a su grupo. De la otra, la del
astro rey, lo que acurre ahí, Dios lo sabe, así como entes policiales de otros
países y nadie más. Sin embargo, suponen aquellos técnicos, la posibilidad de
que las dos organizaciones hayan convenido en un pacto de consolidación de operaciones, como
un solo frente. Pero no dicen cuál es el trasfondo de este posible
movimiento. Las luchas fratricidas son de malos resultados, cualquiera lo intuye.
No se debe olvidar
que quienes nos paseamos por el presente estamos vivos, no empolvados ni encharcados sino
listos para actuar en defensa del don de
la vida. Tras ésta viene el cúmulo de herencias libertarias que también haremos
valer. El 6D es la oportunidad de vencer los enemigos, convertirlos en amigos
conciudadanos e incorporarlos a la vida democrática -una vez saldadas las
cuentas de los más recalcitrantes seguidores de Ali Babá- y a los favores que
solo una Patria libre y plural puede conferirnos. Así que, compatriotas,
tratemos de no dejar espacios en blanco en el libro del registro electoral y
mantengamos la sana aspiración de lograr
la asistencia, como meta mínima el 70% del padrón de inscritos. La masiva afluencia a las mesas que solicitamos
nos permitirá evitar que los diputados del desastre obtengan fuerza decisoria
en la nueva asamblea.
En función del
complemento de los esfuerzos de la oposición democrática podemos agregar que es
impostergable emplazarnos a formar una plataforma democrática que
desmantele los carteles del narcotráfico
y los múltiples desfalcos de nuestros bienes materiales y espirituales. Solo
así podemos reclamar la devolución de los churupos desfalcados en 16 años de atracos y concretar de este
modo la última y definitiva independencia.
Mauro Parra
jmpzc@yahoo.com
@parratiticastro
Miranda -Venezuela
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