Hay gente por allí, diciendo que la verdad no
existe, que todo es cuestión de cómo se mire el asunto, a estos “relativistas
postmodernistas” solo puedo señalarles que sólo con la verdad es posible unir y
desarrollar un país, hacer trasplantes de hígado, sostener un matrimonio
estable y feliz, levantar una empresa exitosa, poner a unos hombres en la luna
y regresarlos a la tierra, son unos pocos ejemplos donde la verdad hace posible
hechos concretos en nuestras vidas; con la mentira no se va a ningún lado,
aunque a veces aparente ser la reina de las situaciones.
El concepto de verdad, tradicionalmente, se define como la conformidad del pensamiento con las cosas. El hilo conductor de esta idea es la concordancia, la adecuación, la correspondencia, también la coincidencia y la rectitud.
Para conseguir la verdad hay que hacer un
duro trabajo de análisis de las evidencias que la mayoría de nosotros no
hacemos en nuestra cotidianidad, conformándonos a lo sumo, con lo que nuestros
sentidos captan y cotejándolo con nuestras experiencias, si hay relación y
similitudes, es muy probable que aceptemos como cierto lo que nuestros sentidos
nos revelan, sin mayor verificación.
Y es que la información viaja, del objeto de
nuestra atención, hasta nuestros sentidos, y de estos, a nuestros centros
neurales de procesamiento, lo hace por un camino muy largo donde suceden muchas
cosas, donde se filtra y se le agrega a esa información gran cantidad de
atributos, hasta que finalmente, decimos “conocer”.
De acuerdo a la teoría del conocimiento, éste
proceso se complica cuando obligatoriamente tenemos que recurrir al lenguaje
ordinario, que ya, semióticos, lingüistas, antropólogos y sociólogos nos advierten, no es la mejor herramienta para
expresar nuestras ideas debido, entre otras razones, a la pluralidad de
significados que puede tener una palabra, a las múltiples paradojas que
presenta la sintaxis, la denotación, la funcionalidad lógica, significados y
significantes.
Es por esta debilidad del lenguaje que los
filósofos y científicos desarrollaron otros lenguajes más analíticos, cercanos
a las matemáticas, para tratar de reducir estas posibilidades de error.
Pero también juega un papel importante en
esta “transformación” de la verdad, la ideología, las creencias, la experiencia
y otras múltiples capas de “agregados” que influyen de manera importante el
resultado final del conocimiento.
Nietzsche fue uno de los primeros que vio en
el lenguaje concordancias que se desvencijaban con el tiempo y que hacía de las
palabras y significados “monedas gastadas”, Jaques Lacan, el psicoanalista, fue
mucho más radical, consideraba que había una ruptura entre cultura y naturaleza
que hace que el hombre siempre se encuentre a distancia de la verdad, la verdad
se sustrae del lenguaje y solo podemos instaurar relaciones y/o alianzas con la
verdad, como en efecto hace la ciencia, sin llegar nunca a ella.
El hombre todavía duda en afirmar que es
realidad y que no lo es, no porque la realidad sea relativa, que algunas veces
lo es, sino porque la realidad tiene múltiples planos y en cada uno de estos
planos
funciona con unas leyes muy particulares, que
se invalidan cuando cambiamos de punto de vista.
Para Berguer y Luckman, ambos estudiosos del
marxismo, en su obra La Construcción Social de la Realidad, dicen que la
realidad es una interpretación que hace el hombre de su entorno y que tiene un
significado subjetivo de un mundo coherente, esa interpretación de la realidad
está afectada por lo que ellos llaman “mercaderes de ideas” entre los que se
encuentra el Estado, como uno de los principales interesados en “fijar” sus
significados en la conciencia del mundo, por medio de sus agentes, discursos,
propaganda, etc.
La razón tiende a conservar nuestra
integridad para la vida, aquellos que vemos que se hacen daño, que llevan una
vida sin control, esclavos de los vicios y las pasiones, pensamos, no tienen
razón, algunos filósofos nos dicen que la razón fundamenta el derecho y la ley
cuando buscan la equidad y la justicia para todos, lo que nos eleva sobre los
animales, pero cuando el derecho y la ley dejan de ser razonables para
convertirse en instrumentos ideológicos y de intereses partidistas, lo usan
para convertir la gente en animales, seres que responden de manera condicionada
a los estímulos sin que medie la razón o el pensamiento.
Dependiendo de la educación, de determinadas
condiciones socio-económicas, los sujetos pueden tener acceso a grados
superiores de razón, una persona de mayor cultura tiene, supuestamente, una
razón que es más compleja y diversa. Las
personas se van cultivando, están en capacidad de darle significados profundos
a la vida, de irle asignando contenido moral al mundo.
Todos nosotros estamos sujetos a las
desigualdades que existen en la naturaleza y la sociedad, lo injusto que puede
resultar que haya personas con un nivel de razón que raya en lo bestial, y que
sea la pobreza uno de los limitantes al desarrollo de la misma, aunque
conocemos de ejemplos extraordinarios, de personas que se han levantado de la
miseria más abyecta y triunfado, gracias a la razón y en buena parte a la
voluntad, porque todos nacemos con estas capacidades.
Baruch Spinoza, dijo que lo mejor que puede
hacer un hombre por otro, es ayudarlo a razonar, explicarle el mundo, porque,
al final, el hombre tiende a la perfección y ésta no la puede lograr solo; la
mayor causa de felicidad de un hombre es estar entre gente con la que puede
intercambiar y compartir afectos y conocimientos; si la sociedad tiene un fin,
éste debe ser el elevar la condición humana y una de sus demandas es,
perfeccionar el poder de razonamiento de la gente.
Las personas no deben tener pena por tener
razón, la humildad no consiste en dejar que la ignorancia y la mentira
triunfen, o se hagan dueñas de una situación; una persona razonable debe tratar
de eliminar las incertidumbres, o al menos señalarlas cuando las encuentra; lo
que no es razonable es que nos hagamos cómplices de una falsedad o de un error
cuando lo veamos; si se nos presenta una duda o nos enfrentamos a lo desconocido,
tenemos el deber de buscar mejor información, para no explicarlo con supuestos,
al menos que se esté ejercitando la imaginación; ante una injusticia o una
barbaridad, la razón nos impulsa a corregir la situación en aras de que se
restablezca el equilibrio.
Cuando alguien nos miente y sabemos que lo
que dice es falso, la persona razonables está en el deber moral de emplazarlo y
descubrir la discordancia, la mentira es peligrosa, sólo lleva a la confusión y
a malas decisiones que no solo afectan a la persona de manera individual sino
que puede poner en peligro la convivencia social, que en principio y como hemos
visto, se basa en la buena fe, en reconocer las cosas del mundo sin grandes
verificaciones.
Como dicen los pragmáticos, las asunciones
verdaderas son, por definición, las que provocan acciones con resultados
deseables.
La razón nos hace ser tolerantes pero solo
hasta el punto de no ver nuestros valores reducidos a entelequias inoperantes,
o convertirnos en paralíticos morales, por ello es que la razón nos impulsa a
la acción, a combatir lo absurdo, a denunciar la ignorancia y el engaño.
En este sentido observa el filósofo español
Ortega y Gasset: “la verdad es lo único que esencialmente necesita el hombre,
su única necesidad incondicional. Todas las demás, incluso comer, son
necesarias bajo la condición de que haya verdad, esto es, de que tenga sentido
vivir”, por ello es que la razón nos impulsa a combatir el nihilismo y la
desesperanza.
Finalmente, la razón es limitada, no tiene todas las explicaciones a todas las preguntas, aunque intentamos llenar esos vacíos razonablemente, y para ello utilizamos el lenguaje, que debe ser lo más preciso posible, llamando las cosas por su nombre, sin sucumbir al miedo que los ignorantes con poder imponen, cuando no quieren ser descubiertos en las mentiras que viven y predican. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
Miranda
- Venezuela
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