No encontraba el medicamento que me recetaron
contra el insomnio, tuve que tomar un brebaje raro que mi vecina
Gloria preparó y a fuerza de gritos me obligó a ingerir, asegurando que
era una mezcla de hierbabuena, manzanilla y otras ramas caseras. El efecto fue inmediato,
soñé, tuve pesadillas, visiones de toda clase y de las que más recuerdo con mucha claridad, recuento ésta.
La oposición venezolana gana las elecciones
parlamentarias sin ninguna duda ,el margen de votos por encima del PCV cívico militar
prometido, se comprueba por encima del 80% a medida que salen impresos los resultados en las primeras
cuatro horas del día comicial, pero como el CNE tiene problemas con el cable
submarino que lo conecta con La Habana a
través de sus agentes equipados en salas
situacionales instaladas pero lentas debido a una gigantesca iguana disidente
que trató de comérselo, pues los opositores aprovechan esas largas horas que
antes eran de espera angustiosa y esperanzada hasta que los títeres
digitalizados lograban cruzar la rampa del circo que los separa de las cámaras
televisivas….y sigo….un grupo de valientes soldados disfrazados de guardias nacionales , entran
como si fueran comandos enviados por
Miraflores en cada cárcel del país para liberar a todos los presos
políticos.
Mientras, la masa votante mayormente de
empleados públicos, esta vez cansada y
muy hambrienta porque ya no come cuentos y quiere cuentas claras, se sienta a
lo largo de la Avenida Bolívar, lleva
mantas, radios, celulares, baños móviles, agua potable, alimentos de los
repartidos a última hora por mercados
oficiales, paraguas, en fin, ese campamento como lo definió José Ignacio
Cabrujas para señalar nuestra costumbre de improvisar, de ser banales y
oportunistas, pero al contrario, ahora
transformado ahora en pueblo
consciente y decente, listo para recontar
votos, actas y papeletas de cada mesa, una obligación que no se cumplió
la vez pasada cuando la dirigencia opositora, luego de garantizar el contaje
voto por voto, no lavó ni prestó la batea pues si no quería propiciar un baño
de sangre, al menos debió asumir como equipo de cuerpo presente la
representación de los votantes robados, reclamar y no ceder ante tamaño fraude.
Ahora, la vigilia consiste en sentarse en la calle donde usted votó a partir de
las 4 pm o trasladarse a la citada Avenida que desemboca en el propio CNE, para
luego celebrar en casa la primera elección limpia en tres lustros.
Las alucinaciones se me confundían con aquel
heroico rescate en el aeropuerto
ugandés Entebbe que burló a los policías criminales del carnicero dictador Idi Amìn, año 76, episodio
que no he podido sacar de mi arrugada mente proclive a espejismos
libertarios.
Los colectivos y milicianos, armados como
para una guerra, robocops a juro adiestrados para el fratricidio, miran a la
población inmensa que se va sumando
sin parar a la multitud sentada
en resistencia civilista legal, y sufren un milagroso cambio súbito, se
les desmonta el largo lavado cerebral que tanto los ha violado, recuerdan a su
madre santa, sueltan el armamento bélico y abrazan a esos, sus vecinos, paisanos y familiares
gritando Abajo cadenas. Arriba, escondido, queda el comando generalista supremo
recubierto con carteles y medallas de latón,
a la espera de pilotos castristas del plan B que los lleven a la isla
revolucionaria perfecta.
Bello cuento de hadas. Quizá otra idiotez de
wishful thinkings como la llaman los gringos, centrada en los recuerdos del 23
de Enero. De repente un vaticinio.
Dios que todo lo sabe, dicen los fieles
creyentes, sabrá si es incurable locura, personal y colectiva, producto del
hartazgo por ese todo de mentira, delito y humillación continuos.
Alicia Freilich
alifrei@hotmail.com
@aliciafreilich
Caracas
- Venezuela
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