Destruir el profesionalismo militar fue
uno de los objetivos fundamentales de Hugo Chávez, desde que triunfó en las
elecciones presidenciales de 1998, para controlar totalitariamente el poder.
Conocedor de la manera de pensar de los
cuadros militares de ese tiempo y convencido de sus profundas resistencias a la partidización de la Fuerza Armada no se
opuso a la orientación institucional de los artículos 328, 329, 330 y 331 de la
Constitución Nacional de 1999, en los cuales se preserva su característica
tradicional de organización esencialmente profesional, aunque siempre tuvo en
mente modificarla apenas lograra generar las condiciones para hacerlo. Esa
situación favorable se presentó después
de los sucesos del 11 de abril de 2002, el fracaso del paro petrolero de
diciembre de ese año y la dudosa derrota
del Referendo Revocatorio de agosto de
2004.
Las acciones para irrumpir el profesionalismo militar las fue aplicando Hugo Chávez de manera progresiva, pero manteniendo siempre como objetivo de dichas acciones debilitar los principios y valores fundamentales de nuestra organización: la disciplina, la obediencia, la subordinación y el natural liderazgo de los jefes militares derivado de sus méritos profesionales. El 6 de septiembre del año 2005 una Asamblea, totalmente chavista, aprobó la primera de una serie de inconvenientes reformas de la Fuerza Armada Nacional.
La nueva ley
disminuyó la autonomía administrativa de las distintas Fuerzas, debilitó la
estructura logística, diluyó la autoridad del mando al instituir la conducción
directa de la Fuerza Armada por el presidente de la República y creó la Guardia
Territorial, agrupando en ella las reservas del Ejército, la Armada, la
Aviación y la Guardia Nacional.
Hugo Chávez obtuvo
una importante victoria electoral en las elecciones presidenciales de 2006 al
lograr el 62,84% de los votos. Ese
triunfo le hizo pensar que tenía suficiente fuerza para plantear una reforma
constitucional que le permitiera avanzar en su proyecto revolucionario. Entre
los aspectos a modificar se encontraban reformar los artículos 328 y 329. El
primero quedaría redactado de esta manera: “La Fuerza Armada Bolivariana
constituye un cuerpo esencialmente patriótico popular y antiimperialista,
organizado por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la
Nación, preservarla de cualquier ataque externo o interno mediante… la
aplicación de los principios de la defensa militar y la guerra popular de
resistencia…En el cumplimiento de su función estará siempre al servicio del
pueblo venezolano en defensa de sus intereses y en ningún caso al de oligarquía
alguna o poder imperial extranjero”.
El artículo 329
establecería: “La Fuerza Armada Bolivariana está integrada por los distintos
cuerpos de tierra, mar y aire, organizados administrativamente en los
siguientes componentes: el Ejército Bolivariano, la Armada Bolivariana, la Aviación
Bolivariana, la Guardia Territorial Bolivariana y la Milicia Popular
Bolivariana; estructurados dichos cuerpos en unidades combinadas y conjuntas”.
Estos artículos mostraban los objetivos de la política militar del régimen:
hacer desaparecer la institucionalidad militar; transformar la visión
clausewitziana de la guerra, permitir la creación de la Milicia Bolivariana; y
centralizar el mando en el presidente de la República. El Referendo Aprobatorio
de la reforma constitucional se realizó el 2 de diciembre de 2007. Esa noche,
en medio de un sorprendente toque de cacerola en las barriadas de Caracas, se
conoció el resultado. Hugo Chávez reconoció rápidamente su derrota.
Sin embargo, esa
derrota no lo amilanó. Sin importarle las limitaciones constitucionales,
promulgó una nueva Ley Orgánica el 31 de julio de 2008. Esta ley fortaleció aún
más el mando del presidente de la República, del Comando Estratégico
Operacional y del Comando de la Milicia Bolivariana, y debilitó aún más al
ministerio de la Defensa y a los
comandos de Fuerzas. No satisfecho en su afán de destruir la institucionalidad
militar, dictó el 2 de febrero de 2010 una nueva Ley Orgánica de la Fuerza
Armada. Esta reforma ratificó la anterior organización, le concedió el grado
militar de comandante en jefe, creó el oficial de milicia, permitiendo que
ciudadanos sin formación militar pudieran formar parte de sus cuadros y optar a
cualquier grado militar; estableció la posibilidad de que los suboficiales de
tropa pudieran ascender a oficiales efectivos y ratificó el derecho de los
suboficiales profesionales de carrera a optar al grado de oficiales técnicos
.Además de las
acciones descritas, Hugo Chávez, de manera aviesa impidió que la Fuerza Armada
cumpliera sus funciones de protección en las regiones fronterizas con Colombia,
permitiendo que la narco guerrilla penetrara en nuestro territorio con plena
libertad para acosar a las poblaciones en esas zonas. Esta actitud influyó muy
negativamente en la moral de la Fuerza Armada. También estableció una política
de personal basada en la identificación política partidista, para el
otorgamiento, con las naturales excepciones, de ascensos y cargos.
De todas maneras, después de tantos años de ataque al profesionalismo militar observamos con esperanza que los principios y valores militares permanecen en el sentimiento de la mayoría de nuestros compañeros de armas en situación de actividad que, con inteligencia y carácter, han resistido los intentos de ideologización chavista y están dispuestos a reinstitucionalizar a la Fuerza Armada para colocarla al servicio exclusivo de la Nación. En ellos confiamos para hacerla digna del respeto y prestigio que otrora detentara.
Fernando Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
Caracas - Venezuela
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