La sacada de los
militares de la Administración Pública por orden del comandante en jefe de la
FAN, fue algo impensado pero previsto. Se cumple aquella expresión de Chávez:
“los militares son como los condones, después de usarlos se botan”. Le podemos
agregar, “si no mueren en el intento”.
Decimos que es un
hecho previsto, porque en Venezuela, siempre se han utilizado a los militares
en cargos, no solo de la Administración Pública, sino que han ocupado cargos en
todos los poderes del Estado, inclusive, en empresas básicas, cuando la
capacidad, experticia o exclusividad de una materia, solo era existente en
miembros de las fuerzas armadas, quienes, en uso del precepto constitucional de
“participación activa en el desarrollo nacional”, tienen el deber de utilizar
su conocimiento o experticia en cargos que lo requieran. En todo caso, estos
cargos estuvieron regulados por la Ley Orgánica de las FAN, que establecía que
era por un corto período, vencido el cual debía regresar a la Institución
militar, so pena de no ser considerado para ascenso y hasta su permanencia en
servicio activo; mientras que en las últimas reformas de la LOFAN, se incluyó un
capítulo especial referido a “cargos en la Administración Pública”, que no
tiene ningún sentido institucional, donde se prevé la designación de militares
para ejercer cargos en este ente público, que no se ajusta al sentido funcional
contenido en la Constitución y es lo que ha permitido la militarización del
gobierno y la distorsión de la función militar, su corrupción, indisciplina y
deterioro de la moral, del espíritu de cuerpo y el choque destructivo de la
propia estructura institucional, al desjerarquizarla para tratar de nivelar la
capacidad cognoscitiva en la nivelación de cargos, que ha traído como
consecuencia el desperfecto en la moral del interno militar, como se ha visto.
En el sentido moral
de los verdaderos profesionales militares, activos y retirados, se ha
presentado el triste espectáculo, de ver a profesionales militares portando
trajes y vestimentas ridículas, inclusive, portando armas en el cinto, que
desdicen de la formación de alto nivel que reciben los militares en su
formación, que se agrava al incorporar militares en cargos públicos, donde
demeritan al profesional, en la mayoría de los casos con mejor posición
meritoria, que es demeritada por la sucia partidización de otros, que se
encargan de hacer campaña política para preservar su posición pública.
Llegándose al extremo, de lograr ascensos inmerecidos, que les son negados, a
quienes con mayor dedicación al servicio militar, se esfuerzan por mantener en
alto el orgullo del hombre y la mujer de armas, como héroes de la institución creada
para la seguridad y la defensa de la patria. En el pasado, se premiaba con
ascensos y condecoraciones a los militares destacados en el servicio militar,
pero nunca, con pocas excepciones, se daba preferencia a un militar en función
fuera de la FAN o instituciones colaterales.
Pero lo más grave, es
que ahora, luego de haber utilizado hasta un 34% de militares en cargos
públicos, se les desprecia y envían a sus unidades de origen, considerando, que
en cierta forma es cierto, que son los causantes del mal desempeño del
gobierno, ya que los “tontos” militares fueron asignados a cargos para cumplir
las funciones públicas de choque, que además de calificar al gobierno de
incapaz, tiñeron de rojo el prestigio y el honor de los “centinelas de la
patria” y de los ”herederos de los libertadores”.
Suponemos que estos
individuos, en su mayoría indignos, pasarán a integrar la fuerza en su casa. No
pensarán quitar el cargo de mando a quienes han permanecido en su rol
verdadero.
“Dios premia la constancia” y “El honor es su divisa”.
Enrique Prieto Silva,
eprieto@cantv.net
@Enriqueprietos
Caracas - Venezuela
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