"Anclarnos en lo que haga o deje de hacer la AN es no ver por el retrovisor la representación de lo vivido y tolerado"
Los hechos avanzan
en Venezuela a una velocidad superior al
análisis. No hemos terminado de digerir la invasión inconstitucional de
competencias del TSJ sobre ladesproclamación de diputados, cuando el mismo
despacho-express, aprueba sin que nadie se lo pida, el Decreto de Emergencia
Económica. Pero la escasez, el hambre y
la ansiedad arrecian. Y mientras algunos nos preocupamos disertando lo
jurídico, lo institucional, la Ética nicomáqueade Aristóteles o calatravas
entre el antiguo régimen y las revoluciones a lo Alexis De Tocqueville,
Venezuela se va quedando seca, sin alimentos, medicinas o servicios, a las
puertas de una hambruna y anarquía sin precedentes. En este escenario, poco
importan Pitágoras, Sócrates, Justiniano o Platón...
El debate dejó de ser
por lo pronto lírico y normativo. Es
irremisiblemente político, social, y muy importante: autocrítico. Es censurar
nuestras omisiones. Es no esperar que otro nos resuelva. Es no criticar al
mensajero, sino llevar nosotros el mensaje. Es concientizar mucho de lo que no
hemos concientizado, como nuestro desprecio hacia lo público o lo civilista;
hacia la pobreza, la corrupción, la fealdad, el desorden o lo ajeno. Lo económico -aunque es una variable de peso
para forzar procesos de cambio- no será la piedra angular de los desenlaces.
DiríaSchopenhauer en su tratado, La representación de la voluntad, todos somos
resultado de nuestras decisiones, de nuestras intenciones, del ser haciendo y
resolviendo, conforme concebimos nuestro propio mundo. En Venezuela hemos
tenido gobiernos galbanas, despilfarradores, rentistas, militaristas o populistas
a rabiar, cuya representación ha sido lo que consciente o inconscientemente
quisimos que fuese. Bajo esa dinámica egoísta, mordaz y de conveniencia
"resolutoria", nos saltamos todas las leyes, todos los
procedimientos, todas las instituciones, todas las formas, y lo que nos queda
es lo que tenemos: todo el desorden, toda la injusticia, todo vacío, como decía
García Lorca, todo de nada...
De la gula y
glotonería pretoriana, se viabilizó una profunda pesadez institucional en la
que quedamos todos atrapados. Un Estado-gobierno que se lo tragó todo. La
autonomía del BCV se la comió con "Fondos Chinos" donde los ingresos
"excedentarios" del petróleo, se dilapidaron entre Petrocaribe, Cuba,
armamento; gabelas a Podemos, Marulanda o al Foro de Sao Paulo, o a los amigos
de Nicaragua, Argentina, Bolivia o Ecuador. Nuestras medicinas están en las
patrullas de Evo. Las tierras de Brito y 4.000 hectáreas más, quedaron al
servicio de Fidel. Nuestras escuelas -adoctrinadas y a medio terminar o
mantener- se caen a cuenta de lujosos viajes por el mundo (con jet privado y
con extensas comitivas), y nuestros
ahorros, es decir, nuestro futuro (deberíamos tener las reservas más altas de
LATAM) se hipotecaron a China... La
destitución arbitraria de los diputados de Amazonas o el Decreto de EE, o el
desacato de los ministros a la AAN y cualquier inventario de violaciones
normativas, es un átomo en el universo en comparación a la indignación
acumulada después de 250.000 muertes violentas (impunes), miles de violaciones de
DDHH; maltratos sin precedentes (lo de Lilian Tintori y doña Antonieta, es
innombrable), y un Estado que sólo acata la "justicia de
Chávez". Una representación de lo
que somos y tenemos, donde cabe preguntar: ¿aun no habiéndolo querido así?
La representación de
nuestra voluntad en Venezuela, a tenor de donde estamos, como estamos y que
tenemos, debe conducirnos a una profunda reflexión. La era Chávez ha
significado un manejo irresponsable de una riqueza impensable e irrecuperable.
Pero, ¿de cuánto somos responsables? ¿Cuánto hemos aprendido o nos negamos
aprender? El respeto a nuestra dignidad, si va mas allá de lo político. La AN
es sólo un pequeño espacio de representación. Pero es la suma cohesionada y coherente de las
voluntades indignadas de la gente, donde reposa la real fuerza de la
transformación social y de poder. No podemos delegar y responsabilizar todo a
la AN. La indignación, el futuro de
nuestros hijos y la vida misma, no se trasladan. Anclarnos en lo que haga o deje de hacer la
AN -obsesivamente- es no ver por el retrovisor la representación de lo vivido y
tolerado. Hoy los diputados de la MUD tratan sólo con su voz, quitarse de
encima envestidas inadvertidas. Otras devenidas de sus mismos adeptos,
amén inocuo, es torpe.
He tenido posiciones
críticas a actores iconos del liderazgo opositor. Sigo sin comprender algunas
de sus posturas. Pero ahora es tarde y muy grave, para cabalgar en análisis de
profundas exigencias exegéticas. Lo que
se avecina es inédito, es lo que describe
José Ortega y Gasset, un salto a la nada, es no tener que comer...Y en
ese escenario se impone una conducción política muy firme, muy bien acompañada
y muy obediente, en términos de apoyo ciudadano y movilización, porque ha
llegado la hora, no de la diatriba, no de la dejar hacer, del dejar pasar, sino
al decir de Shakespeare, de ser o no ser... O libertad y progreso o miseria y
represión. Sin retórica, con autocrítica y con calle.
Orlando Viera-Blanco
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
Caracas - Venezuela
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