El pasado domingo 24 de enero Rafael Caldera Rodríguez habría cumplido
100 años de vida. Se puede afirmar que tuvo una vida longeva para los cánones
aceptados; y productiva, agregaría.
Productiva para sí, y para la tierra que lo vio nacer: Venezuela.
Independientemente de la opinión que
se tenga de su personalidad y legado,
hizo todo lo que un hombre puede hacer para ejercer la acción pública en
función del bien general; esto es, la
política como la expresión mas alta de ejercer la caridad. Caridad en el
concepto cristiano que es el servicio al prójimo, tal como lo conceptualizó
Francisco en su viaje a Brasil del 2013. Por supuesto hablamos de un hombre de
aciertos, errores, y un objetivo: el ejercicio del poder. Para lo cual normalmente
se dejan huellas permanentes, que no son siempre las deseadas aún en el campo
amigo. Y, como muy bien le reconoce el amigo Gehard Cartay al presidente
Caldera: “Su legado constituye un inmenso poliedro”.
Un político definitivamente
exitoso, incluso en su última candidatura presidencial, en la cual se enfrentó
a jóvenes de talento reconocidos y formados en buena parte por él.
En marzo del 98 la candidatura de chavez no pasaba del 8%, y el país
debía elegir entre un militar ignaro y una reina de belleza, como bien describió la situación Pérez
Jiménez en una entrevista que le concedió al reputado periodista José Emilio
Castellanos, en Madrid. Sin embargo, no hay que olvidar que buena parte, sino
todos, medios de comunicación, banqueros, empresarios, gente de pdvsa se la
jugaron con chavez. Otros apostaron al ganador, y la mayor parte del electorado
se abstuvo ( en esa oportunidad solo el 30% del electorado inscrito votó, y chavez
sacó el 53% de ese 30%, esto es el 15% de total de electores). Incluso RCTV y
El Nacional, el primero cerrado y el segundo perseguido creyeron en la
democracia vestida de verde olivo. Y este semanario tiene a su Director
exiliado desde hace más de 10 años, porque su vida corría peligro cierto,
cuando hizo la primera denuncia de corrupción al inicio de la dictadura.
Caldera no votó por chavez, pero si recibió (por demagogia, convicción o
candidez) la petición de la totalidad de los candidatos presidenciales de aquél
entonces, la Iglesia y los ”notables”, para que liberara al militar que trajo
llanto, división y miseria a Venezuela.
Sírvanos de lección, para que al instaurarse la democracia, la
frivolidad ciudadana haya quedado en el pasado, y la certitud que ofrece el
Estado de Derecho, en nuestras convicciones y actuaciones.
Juan Jose Monsant
Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant
El Salvador
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