En mi anterior artículo y a título de conclusión,
planteaba un interrogante sobre la actuación de todas las organizaciones de la
sociedad ante la manifiesta intención del régimen de pauperizar al pueblo hasta
lograr doblegarle su capacidad de lucha. Porque ya no debe quedar duda alguna
de que la satrapía que gobierna tiene trazado el camino de negarle acceso a la
población, a los productos más elementales de su dieta básica y mantenerla
ocupada, saltando de negocio en negocio para ver si consigue el alimento o la
medicina, para no morir de hambre o de la enfermedad que la aqueja.
Insisto en que la desfachatez y el cinismo con los que
actúan los representantes del desgobierno, obedece a un guion elaborado en la
isla del infortunio que no busca otra cosa que hambrear a la población
propiciando la escasez de alimentos. Que quebrarle la voluntad de lucha por sus
derechos, al negar la solución de la falta de medicamentos y permitir de esa
manera la propagación de todo tipo de enfermedades que erosionen la salud del
individuo y lo coloquen en minusvalía física y mental. Paralelamente, el
régimen ha logrado en estos 17 años, que la sociedad haya aprendido a tener
miedo, para lo cual propicia la impunidad de los crímenes y permite la
conformación de bandas delincuenciales que imponen sus reglas en varias
regiones del país. En síntesis, el régimen estimula la anomia social al negarse
a acatar las normas constitucionales y más aún a pisotearlas cada vez que le
venga en ganas a quien circunstancialmente, ocupa la presidencia.
Me pregunto de nuevo: a todas éstas ¿qué piensa hacer la
sociedad organizada para cambiar el rumbo de ésta frenética carrera hacia el
abismo? Entiendo que la AN siga en su labor de aprobar instrumentos legales que
en un futuro cercano podrán servir para rescatar el Estado de Derecho. Pero esa
no puede ni debe ser la única acción que se lleve a cabo para alcanzar la meta
del cambio que la sociedad exige a gritos. Creo que llegó la hora de activar
mecanismos que, sin violar la norma, aceleren la acción hacia los objetivos de
rescate de las libertades y derechos ciudadanos.
En ese orden de ideas, me atrevo a asomar una sugerencia
para responder al interrogante expuesto unas líneas atrás y es que la MUD se
ensanche e incluya en su conformación a las muchas organizaciones de la
sociedad que tienen un innegable peso específico, de manera que las decisiones
de la MUD trasciendan el solo espectro de los partidos políticos y sean el
reflejo del conjunto social como un todo. A mi entender es la única manera en
las circunstancias actuales de ejecutar una movilización social que logre la
presión suficiente y necesaria para detener esta insensata carrera hacia la
destrucción del país.
Solo para tener una idea hacia dónde nos conduce el
régimen, mientras los otros países de Latinoamérica mantienen los
porcentajes de pobreza extrema en cifras
de un dígito, en Venezuela la pobreza extrema alcanza el 50% según el estudio
elaborado por las tres principales universidades del país. No es aventurado
imaginar que las cifras de desnutrición deben andar por las nubes, con las
irreversibles consecuencias en la salud que ello comporta.
Es hora pues de la acción. No hay otro mañana que el
derrumbe, a menos que la sociedad como un todo monolítico, desde la MUD, decida
hacerse presente y si es necesario paralizar al país para tomar el camino de la
sensatez, del rescate de la democracia y de la libertad, que no les tiemble el
pulso a quienes corresponda tomar las decisiones más difíciles. ¡¡ Alea facta
est ¡!
Cesar Augusto Manzano
Zavala
neptuno42@gmail.com
Miranda - Venezuela
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