Han pasado dieciséis años desde que llegó a la Presidencia de la
República un individuo en quien se concentraba un amasijo de resentimientos,
traía una agenda oculta escrita por un anciano sanguinario y se hizo del poder
después de un intento fallido en el que engaño a soldados de la Fuerza Armada
Nacional que asesinaron a más de cien venezolanos inocentes con el único
propósito de tomar el poder por la vía de las armas.
En aquel momento anunció que haría navegar a Venezuela por “el mar de la
felicidad”, una nefasta travesía que la llevaría a Cuba donde hoy está atracada
y convertida en calco de un país en ruinas en el que sus habitantes no viven,
sobreviven, un país en el que sus ciudadanos carecen de alimentos, medicinas,
repuestos para vehículos, insumos y equipos hospitalarios, mientras crecen las
fortunas en bancos extranjeros de la camarilla de ambiciosos delincuentes que
la saquean desde el gobierno.
La tertulia que durante la travesía se originó entre los delincuentes
que por muchos años habían intentado apoderarse del país del oro negro y el
nuevo presidente de Venezuela hizo que quien movido por un sentimiento de
adoración y fanatismo por el sanguinario anciano se lo entregara en bandeja de
plata.
La entrega sirvió para que Fidel Castro implementara viejas estrategias
que le permitieron almacenar a los largo de más de una década voluminosas
pruebas de cuentas bancarias, vida personal, vida delictiva y negocios de los
jerarcas de la “revolución bonita”, pruebas que utilizara con éxito para que
guarden silencio y se arrodillen ante sus exigencias.
En la agonía del régimen sus protagonistas beben una cucharada de su propia medicina, son extorsionados, escuchados ilegalmente, denunciados ante autoridades extranjeras lo que permite su persecución y captura, al régimen de Nicolás Maduro los Castro le tiene una cadena al cuello como la que se le pone a un perro al que se puede controlar dócilmente.
Coronel Antonio Semprun
coronelantoniosemprun@gmail.com
@antoniosemprun
Miranda - Venezuela
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