“Es preciso vengar la patria cuantas veces intenten los pérfidos sepultarla en la anarquía y arruinarla; y no debemos desmayar jamás, aún en medio de las dificultades” Simón Bolívar
Maduro y con él,
Cabello y todos los conmilitones del llamado socialismo bolivariano y marxista,
tienen definitivamente los santos de espaldas, bueno por decirlo de una manera
elegante, pues sabemos que no son católicos, sino entregados al culto de los
yorubas o babalawos, cuyos sacerdotes cubanos de ifá, como Lázaro Cuesta, quien
le sugirió al extinto Hugo Chávez “tocara la puerta de sus templos para apoyarlo
en su compleja convalecencia”, después de haber sido sometido en La Habana a
una cuarta operación de cáncer, insinuación que aceptó y que según íntimos
allegados suyos, cumplió al pie de la letra, pero sin resultado alguno, pues
sabemos el desenlace final de su vida.
Por qué afirmamos que
tienen los santos, perdón, la santería de espaldas, pues sencillamente por el
descalabro que en los últimos tiempos viene experimentando el oficialismo,
debido a la crítica situación económica y social que vive el país, como
consecuencia de políticas sociales equivocadas y ajustadas según sus voceros al
socialismo, que como se sabe y conoce, no ha producido beneficio alguno en los
países en los que se ha aplicado, y por el contrario los ha llevado a la ruina,
camino por el cual ya estamos comenzando a transitar precipitadamente.
De otra manera no se
explica por ejemplo, que en el área
económica la canasta alimentaria familiar haya aumentado hace pocos días a casi 70.000 bolívares, lo cual significa
que para adquirirla, una familia de cinco miembros tendría que aportar 9,4
salarios mínimos. Que el alto costo de la vida se haya disparado a un nivel tan
elevado, que imposibilita a la gente adquirir bienes y servicios como en otros
tiempos, y mucho menos vehículos, ya que los nuevos las empresas ensambladoras
redujeron su producción, y los usados, sus precios están por las nubes. Y si a ello se suma el llamado bachaqueo, la
situación se torna más grave aún, por la vulgar especulación de quienes se
lucran a costa de la necesidad de los demás, al que se suman algunos
inescrupulosos funcionarios, como la trabajadora de la Superintendencia de
Precios Justos en el estado Portuguesa.
Todo lo anteriormente
señalado ha provocado molestia e indignación en la población, que en los
últimos tiempos cansada de los abusos del gobierno, ha tomado calles y avenidas
de ciudades en todo el territorio nacional, para manifestar y hacer valer sus derechos
ciudadanos, y recordarle a Maduro y su tren gubernamental, así como a
gobernadores, diputados, concejales y funcionarios que militan en el PSUV, que
el régimen constitucional de un gobierno es el democrático, y no un ”proyecto
político del partido, movimiento o gobernante de turno”. Que los principios
fundamentales de la Constitución Nacional define “la organización jurídico
política que adopta la nación venezolana, como un Estado democrático y social
de Derecho y de Justicia, y que el Estado propugna el bienestar de los
venezolanos, creando las condiciones necesarias para su desarrollo social y
espiritual, procurando la igualdad de oportunidades para que todos los
ciudadanos puedan desarrollar libremente su personalidad, dirigir su destino,
disfrutar de los derechos humanos y buscar su felicidad”.
Ha sido letra muerta
para los socialistas bolivarianos enquistados en el poder, el contenido de la Carta Magna, la
cual contempla en su preámbulo que “el fin supremo de refundar la República, es
para establecer una sociedad democrática y que no sólo el Estado debe ser
democrático, sino también la sociedad, pues siendo democrática la sociedad,
todos los elementos que la integren deben estar signados por los principios
democráticos y someterse a ellos”. Nada de ello han cumplido quienes se rasgan
las vestiduras con la “bicha” en la mano, para vociferar a los cuatro vientos
que el gobierno en estricto apego a la constitucionalidad, se ciñe a los
valores superiores del ordenamiento jurídico del Estado y de su actuación, así
como a la vida, libertad, justicia, igualdad, solidaridad, preeminencia de los
derechos humanos, ética pública y
pluralismo político. ¡Que desfachatez!!
El total fracaso en
el que se halla inmerso el régimen, cuyo costo político es inexorable y que se
conocerá en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, solo le ha
servido de pretexto para acusar al empresariado de una “guerra económica”, a la cabeza de la cual
imputa a Lorenzo Mendoza, a quien le han endilgado groseros epítetos que se solo
se escucha en personas provenientes de los bajos fondos. Y a los adversarios
políticos se les acusa de conspirar bajo la tutela del imperialismo de los
Estados Unidos, por vía de la DEA y el FBI, y por tanto se les señala como
traidores a la patria. No se miran en el espejo, porque si a ver vamos, los
traidores son quienes detentan el poder, y manejan el mismo, siguiendo
directrices, pautas, normas y órdenes de los cubanos hermanos Castro.
En la práctica, el
proyecto revolucionario socialista, bolivariano y marxista, ha gobernado
contrariando los valores democráticos constituidos, lo cual se demuestra a lo
largo de 17 años en los que el pueblo venezolano ha sido despojado de su poder
soberano y se encuentra engañado, manipulado, abusado, dividido, y permanentemente
amenazado por quien debería ejercer con dignidad la majestad del cargo que
desempeña, y no proferir en sus largas y
diarias peroratas insultos, groserías y actitudes desafiantes, cual guapo de
barrio. Molesta de sobremanera, que nos vean y consideren como indicó Giordani, otrora conspicuo y
crítico militante del partido de gobierno, “el hazmereir” de todos los países
del mundo, por culpa del hijo putativo del Comandante galáctico, autor de todos
los males que padecemos.
Maduro se precia de ser
un verdadero demócrata, pero no tiene recato alguno en mostrar sus ínfulas de
dictador, al mismo tiempo que no entiende que el poder no es eterno, y que más
tarde que nunca pasará a la página negra de la historia. Tampoco piensa que las acciones que viene
aplicando está destruyendo el futuro de todos los venezolanos, no solo de
aquellos que por desconocimiento o ignorancia votaron por su partido
socialista, bolivariano y marxista y por ende comunista, sino de millones de
niños, jóvenes, mujeres, hombres y ancianos, anhelantes de una patria libre,
soberana y democrática en toda la extensión de la palabra.
Después del 6 de
diciembre, el pueblo venezolano espera que el triunfo de una holgada mayoría de
la oposición haga posible cambiar la correlación de fuerzas en la Asamblea
Nacional, y acometa una intensa y sostenida lucha por la reivindicación de un
país endeudado, con abultada burocracia, debilidad institucional, abrumado por
el narcotráfico, consumo de drogas, falta de alimentos y medicinas, galopante inflación,
nepotismo, servicios públicos ineficientes y una desbordada delincuencia que ha
tomado calles y ciudades de todo el país, enlutando miles de hogares
venezolanos. El nuevo poder legislativo deberá elaborar una ley, que permita
acometer de inmediato un programa de desarrollo, para superar los daños
causados a la estructura del aparato productivo y en consecuencia a la economía
nacional, así como erradicar los estropicios que en materia de educación, salud
y seguridad principalmente, generaron los socialistas criollos de nuevo cuño,
amén de la reconquista de la libertad de expresión y de prensa.
El 6 de diciembre, el
pueblo venezolano hará “la cola más sabrosa” de su vida, porque la ciudadanía
mayoritariamente no está de acuerdo con el modelo socialista revolucionario y
acudirá a las urnas para depositar su voto, con el cual anhela un cambio
radical en su modo de vivir a futuro, y este desafío es un acto de valentía y
soberbia, en procura de evitar que siga en riesgo la estabilidad y la paz
social.
Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
Aragua - Venezuela
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