Están dadas las
condiciones para ponerle punto final a la tragedia que vive Venezuela desde
hace casi dos décadas. Las elecciones parlamentarias del próximo 6D no servirán
para cambiar al poder ejecutivo, pero serán una extraordinaria manifestación de
la voluntad de cambio de un pueblo harto, golpeado como nunca antes en la
historia del país. Esa actitud es irreversible. No podrán modificarla con
amenazas, ni con la represión activa contra los sectores democráticos incluidos
los medios de comunicación social.
Los escándalos se
multiplican en todas las actividades de la vida nacional. Ahora la corrupción
derivada del narcotráfico, toca a las puertas de la pareja presidencial. Crecen
certezas y dudas con relación al alcance de los tentáculos que controlan el
tráfico ilegal de drogas, el lavado de dinero sucio y las estructuras del
crimen organizado, cada día más a la vista de propios y extraños. Las
responsabilidades fundamentales se ubican en las cabezas de eso que llaman el
alto gobierno cívico-militar de la revolución. El silencio se interrumpe
brevemente para declarar sandeces que pretenden ignorar la gravedad de los
hechos que en este momento procesan las autoridades judiciales de Estados Unidos.
Están dadas todas las
condiciones para acelerar el cambio necesario. Nicolás Maduro le prestaría un
gran servicio a la nación renunciando a un cargo que le ha quedado demasiado
grande y abriría la puerta a un proceso de transición que, dicho sea de paso,
ya empezó. Debe mirar a su alrededor. Contemplará como el camino de la
deserción está siendo transitado por algunos de los más importantes figurones
del régimen que aspiran estar a buen resguardo cuando el cambio se concrete. Si
amplía la mirada observará la profunda decepción de la gente común. Mientras
más pobre más resentimiento encontrará en este pueblo que no aguanta más.
Venezuela tiene
proyectos, planes e ideas concretas para la reconstrucción nacional en todas
las áreas. También tiene los hombres y mujeres indispensables para la tarea. El
régimen lo sabe. Por eso arremete con todo contra el gran reservorio humano con
son las universidades nacionales autónomas, públicas y privadas. En ellas está
casi todo lo necesario. Por algo han sido territorio vedado para el
oficialismo, vanguardia de la libertad y de los principios fundamentales de la
democracia.
El régimen también
tiene que saber que en las fuerzas armadas de hoy, hay gente para todos los
gustos y suficientes armas al servicio exclusivo de la Constitución.
Oswaldo Álvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
Desde El Puente Rafael Urdaneta
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