En América latina, en lo que va de este siglo, los
pocos diques naturales que servían para “contener” al comunismo y a las
izquierdas se rompieron. Por eso nuestros países se nos han inundado con el
socialismo (“del Siglo XXI”) y sus pésimas secuelas, a saber:
Inflación, exceso de impuestos y falta de ahorros,
reglamentos absurdos, desinversión, desempleo y decrecimiento con deuda
crónica, crisis bruscas y recesiones largas, inactividad económica generalizada
y desempleo involuntario, pobreza creciente, corrupción, inseguridad y crimen
desbordado, injusticia en los tribunales, impunidad, ciudades colmadas y campos
despoblados, etc. Padecemos toda clase de éxodos: de capitales, de empresas, de
profesionales, de cerebros, de mano de obra. Y crónicas crisis políticas.
La clase media se había acostumbrado a no prestar
atención a la política. Pero ahora, de repente se ve muy golpeada, y se asoma a
la política. Opina en las redes sociales, pero poco entiende lo que realmente
pasa. No está preparada para la emergencia. Porque no conoce lo que ha pasado
en los últimos 100 a 120 años, en la región y el mundo. No sabe que tres
grandes “olas” de calamidades socialistas se han sucedido, coincidentes más o
menos con los tres tercios del siglo XX:
(1) En la primera ola, se abandonó el patrón oro, y
se crearon los Bancos Centrales, con moneda de puro papel, sin respaldo
metálico, y banca de reserva fraccionaria: créditos sin respaldo en depósitos.
Así se generó el ciclo económico: una fase de auge ficticio con inflación, y
luego otra fase de caída en bruscas crisis recesivas. La gente comenzó a
empobrecerse. Las izquierdas dijeron “ayudar a los pobres” con sus primeras
“medidas sociales”, por ej. leyes laborales, con lo cual la situación tendió a
empeorar.
Con un agravante: el Estado descuidó sus tres
funciones propias: seguridad, justicia, y obras públicas de infraestructura
física; en estas tres materias comenzaron las falencias, y más adelante el
deterioro fue completo, en las dos etapas siguientes.
(2) En la segunda ola el Estado vino a ofrecer
masivamente la “educación y salud gratis”, para lo cual decretó más impuestos y
alzas en los existentes, y se agravaron los problemas. Y mucho desmejoró la
enseñanza, porque el Estado no enseña sino que adoctrina en el estatismo; así
la gente más “educada” es la que menos posibilidades tiene de entender
cabalmente las realidades.
(3) En la tercera ola el intervencionismo entró de
lleno y a mansalva en todos los frentes de la economía, con sus reformas
agrarias, sus “nacionalizaciones”, la fundación de toda clase de empresas
estatales, con costosos impuestos y/o no menos onerosos préstamos para
financiarlas, y con asfixiante reglamentarismo para las empresas no estatales.
Llegan ahora hasta incalificables extremos, visibles para todos, y alguna gente
comienza a reaccionar, y a ver lo que pasa. ¡Pero confunde el socialismo y el
comunismo con lo que apenas es su climax o punto cumbre!
Y los liberales ya no estamos ahí para decir: “Señoras
y señores, todo eso es resultado del socialismo!” Friedrich Hayek lo señaló en
su libro “Camino a la servidumbre”, de 1942. Las “recetas” del socialismo se
nos han ido metiendo poco a poco, una por una, en forma gradual. Ahora en la
plaza o espacio public y en la prensa las discusiones son casi siempre entre
socialistas de distintos matices, colores e intensidades, y todas sus
propuestas son de izquierda, unas peores que otras.
¿Qué hacer? A las tres olas de intervenciones
comunistas corresponderían aproximadamente tres “generaciones” de reformas a
favor del capitalismo, y en orden inverso. Es decir: la reacción comenzó por
revertir sólo las intervenciones de la tercera y última ola. Eso fue en los
’90, con reformas de primera generación: ciertas privatizaciones y
desregulaciones, siguiendo el Consenso de Washington.
Pero por lo general no se pasó de allí, y aun así
las medidas fueron fragmentarias, parciales, tímidas y vacilantes. Muy poco o
nada se hizo por reponer al Estado en sus funciones propias… Rara vez se avanzó
hasta revertir p. ej. el socialismo en la educación, típico de la segunda ola.
¡Y ni hablar del socialismo monetario, financiero y bancario, propio de la
primera ola! Esas dos debieron ser reformas liberales de segunda y de tercera
generación. Pero jamás se acometieron en serio; es más: ¡ni se han mencionado!
¿Por qué? Entre otras razones, porque hay que derogar todas las leyes malas; y
esa es function del Congreso.
La insuficiencia y cortedad de miras provocó un
inmediato y masivo contraataque socialista, muy exitoso, ante cada pequeño
intento de a lo menos comenzar cambiar el rumbo de un país. Hayek indicaba
también que cuando se llegaba a cierto punto muy adelantado en este “camino a
la servidumbre”, los desajustes y perturbaciones eran tales que las izquierdas
terminaban imponiendo una feroz tiranía, a veces político-militar. Y el
“pensamiento único”. Lo que hace imposible una salida a corto plazo.
Porque se requiere cierto tiempo para formar una corriente de opinión adversa, y un partido político que haga el camino de reversa, y por el canal democrático, pues ya no hay disponible el canal autoritario: los militares anticomunistas son una especie extinguida en el pasado siglo XX.
Seguiremos explorando estos temas, si Dios quiere. ¡Hasta la próxima!
Alberto Mansueti
alberman02@hotmail.com
@alberman02
Bolivia
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