Una de las más
importantes leyes de la economía es la de los rendimientos decrecientes o
-simplemente como se la conoce en forma abreviada- de los rendimientos.
Curiosamente, y a pesar de su relevancia, no se trata de una de las leyes que
se tengan a menudo presentes en los análisis económicos. Esta omisión lleva a
frecuentes malentendidos, de allí que será de interés dedicarle algunos
párrafos, tanto a su concepto como a sus aplicaciones. Veamos rápidamente su
noción.
Los rendimientos decrecientes se presentan cuando, al añadir más
cantidad de un factor productivo, se obtienen crecimientos menos que
proporcionales en la cantidad producida. Las economías de escala hacen que los
rendimientos crezcan a medida que se aumenta la escala de la producción; pero,
más allá de cierto punto, comienza a operar la llamada ley de los rendimientos
decrecientes. Esta expresa que, cuando se añade más de un factor productivo,
manteniendo fija la cantidad de los restantes, comenzará a decaer primero el
rendimiento marginal y luego el rendimiento medio."[1]
Tal como puede de
inmediato advertirse, la ley de rendimientos decrecientes es uno de los
factores limitativos de los monopolios. La idea común -incluso entre conocidos
economistas- es que los monopolios tienen la capacidad de expandir su
producción (o sus ventas) en cantidades ilimitadas, sujetas solamente a los
deseos de los monopolistas. Pero, en realidad, esto no representa más que uno
de los tantos mitos que existen en la ciencia económica (y en una extensión
mucho mayor a nivel popular). Siguiendo este mito tan amplio es que se ha
advertido sobre la necesidad del control de los monopolios por parte de los
gobiernos y su necesaria restricción. No obstante, estas medidas que han sido
ensayadas una y otra vez en el curso de la historia económica siempre han
estado destinadas al fracaso.
Alguien podría estar
tentado a pensar que "la solución" para sortear la ley de los
rendimientos decrecientes es aumentar la cantidad de todos los factores
productivos sin excepción. Pero ello representa un hipotético ilusorio:
"En realidad, el
supuesto de que alguna empresa pueda aumentar sin límites todos los factores
productivos en la misma proporción es imposible pues siempre habrá algún
factor, fuera del alcance de la empresa, que no pueda cambiarse. Por ejemplo,
el tamaño de los caminos de acceso a la fábrica o de los puertos donde embarca
sus productos (en términos generales se dice que la empresa no puede cambiar el
tamaño del mundo).Todo ese cúmulo de factores fuera del alcance directo de la
empresa hace que, aún en los casos de rendimientos crecientes de escala, en
algún momento entre a jugar la ley de rendimientos decrecientes y que la curva
de costos promedios comience a subir. En la medida en que esos factores fijos
fuera del alcance de la empresa no operen se pueden observar economías de
escala y costos decrecientes, pero siempre habrá un más allá del cual dichos
factores fijos comiencen a operar y la empresa deje de obtener economías de
escala."[2]
Es decir, es
irrealizable que exista algo así como una expansión infinita de una empresa o
producción. Podrá aumentar todos los factores productivos, pero jamás en la
misma proporción, en tanto que algunos son inmodificables para la empresa. Esta
es una de las razones por las cuales se verifica que los llamados
"monopolios" no pueden crecer más allá del punto que indica esta ley
para cada una de sus respectivas producciones. Por supuesto que, esto es
siempre válido, tanto en el caso que estemos considerando monopolios naturales,
esto es aquellos que pueden llegar a conformarse excepcionalmente en economías
de mercado, como en los ejemplos más frecuentes en el mundo real: de monopolios
artificiales (aquellos que son constituidos o protegidos por leyes estatales).
Nótese que este autor maneja como sinónimos las expresiones rendimientos y
economía de escala.
"Igual que
detrás de la demanda por bienes se encuentra la utilidad (marginal), detrás de
la demanda por insumos se encuentran sus productividades (marginales). También,
así como la utilidad total es en general creciente y la utilidad marginal es
decreciente, con las productividades totales y marginales de los factores
productivos sucede lo mismo. Si usted hiciese un experimento aplicando
diferentes dosis de fertilizante a un mismo terreno que, por ejemplo, produce
papas, y registra las distintas cantidades de papas producidas (donde todo lo
demás permanece constante, incluido el clima) observará como la producción
total aumenta, pero también notará que aumenta cada vez menos. Por ello decimos
que el fertilizante tiene rendimientos marginales decrecientes."[3]
La demanda de insumos
se encuentra determinada por sus respectivas productividades. La ley de los
rendimientos decrecientes opera también en el supuesto de las productividades
marginales, como bien lo indica el autor citado. En el caso, el factor
productivo fijo se halla localizado en el terreno (que siempre es el mismo) y
el factor productivo variable viene dado por las diferentes cantidades
empleadas de fertilizante, siendo –en el ejemplo- el producto a conseguir
"papas". También se suponen "fijos" el resto de los
factores (tales como el clima). El factor limitante aquí consiste en el tamaño
fijo del terreno. Por muchas más dosis de fertilizante que apliquemos a la
misma extensión de suelo, la producción estará siempre circunscrita al
perímetro del área de cultivo. Sólo en el caso que podamos ampliar la extensión
del campo podríamos –de momento- sortear el escollo de la ley de rendimientos
decrecientes. Pero, nuevamente, ello solamente será una solución temporal, ya
que resulta imposible ampliar indefinidamente el tamaño del área cultivable.
En suma, podemos
decir que el estudio de la ley de los rendimientos decrecientes requiere del
análisis de tres elementos: un factor fijo, otro (u otros) variable, y la
producción resultante de la interacción de los dos primeros. Las consecuencias
son derivables del juego de los tres.
[1] Carlos Sabino, Diccionario de
Economía y Finanzas, Ed. Panapo, Caracas. Venezuela, 1991. voz respectiva
[2] Valeriano F. García. Para entender
la economía política (y la política económica). Centro de Estudios Monetarios
Latinoamericanos México, D. F. 2000. pág. 37
[3] García, Valeriano F. Para
entender...Ob. cit. Pág. 47.
Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
Argentina
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