En arrogantes
términos propios de su carácter autoritario, Benito Mussolini, jefe del
gobierno italiano desde 1922, pronunció el 03-01-1925 un alarmante discurso en
el parlamento de su país en el cual reveló definitivamente su vocación
dictatorial. Advirtió que su mensaje no debía ser considerado: "un
discurso parlamentario", ni tampoco: "dar lugar a un voto político"
ya que había: "tenido demasiados".
Acudía al Congreso
previo el desarrollo de una grave crisis política por diversos motivos, entre
ellos el asesinato del congresista opositor Giacomo Matteotti, quien había
denunciado los atropellos del régimen (30-05-1924).
Aun cuando Mussolini
obtuvo una declaración de apoyo por parte de su mayoría en el Congreso, sus
adversarios en las cámaras resolvieron suspender su actividad parlamentaria
hasta que el país recuperase la legalidad constitucional. Frecuentes atentados
contra los derechos políticos, la libertad de prensa, la acción de los partidos
y de los sindicatos, entre otros, evidenciaba los vicios y las faltas de
garantías democráticas en el gobierno.
Anunció con cinismo:
"una clarificación absoluta", y preguntó retadoramente a los
opositores si estaban dispuestos a aplicar el artículo 47 de la Constitución
que establecía la facultad de denunciar a los ministros y llevarlos ante el
Tribunal Supremo de Justicia.
Formulando
comentarios sobre la violencia política en la historia y haciendo insinuante
alusión a las ejecuciones realizadas en
Rusia contra: "toda la clase
burguesa", Mussolini se atrevió a declarar la existencia de un mejor modo
de aplicarla que: "para ser concluyente, debe ser quirúrgica, inteligente
y caballerosa".
Procurando desacreditar
la actividad parlamentaria relató diversos episodios ocurridos como el
pronunciamiento de: "discursos irritantes de una parte y de otra", e
igualmente expresó a los legisladores que no obstante la existencia de:
"vuestro derecho ideal" y "vuestro derecho
contingente", su partido era la:
"esperanza histórica" de Italia para así justificar: "sobre el
terreno de la crítica inmediata todas las medidas del gobierno fascista".
Entre las opciones
políticas no dejó de mencionar la pena de muerte, utilizando el circunloquio de
no poder aplicarla sino a través: "de un juicio regular, así regularísimo,
cuando se trata de la vida de un ciudadano".
A las acusaciones
sobre sus reales intenciones y sus infames métodos respondió Mussolini que
ellas correspondían a: "una campaña periodística... La más fantástica, la
más espantosa, las mentiras más macabras han sido ampliamente establecidas en
todos los papeles".
Mostrándose como
víctima de aquellas circunstancias supuestamente propiciadas por sus enemigos y
señalando como ejemplo de institucionalismo el inicio de la actividad
parlamentaria en su momento, la discusión del presupuesto público y el
nombramiento de autoridades militares, destacó su contrariedad con tales hechos
y por la solicitud de destitución de representantes del fascismo, ante todo lo
cual Mussolini decidió aceptar su responsabilidad política y moral por la
violencia generada confesando: "que si el fascismo es una asociación
delictiva, yo soy el jefe...".
Sus palabras y sus
gestos reflejaron su profundo desprecio por la función parlamentaria, al
debate, al escrutinio, a la exigencia democrática dirigida hacia su gobierno y
su partido.
Avalándose en la
crisis y en los supuestos males producidos por el cuestionamiento opositor,
alegando: "los intereses de la Nación", Mussolini resolvió ejercer la
dictadura indicando que: "el problema está resuelto: el fascismo, gobierno
y partido, están en pleno funcionamiento".
Así anunció el
quebrantamiento definitivo del sistema parlamentario en Italia para afianzar su
propia hegemonía, el totalitarismo en el poder, la reducción del individuo ante
el Estado, el fin de las libertades y derechos, la presencia del centralismo y
el control sobre la sociedad, la imposición del orden: "esta tranquilidad,
esta calma laboriosa" establecida a todo trance: "con amor, si es
posible, y con la fuerza, si se hace necesario...; ...solo por amor infinito y
poderoso por la patria", expresiones falsas y contradictorias, reveladoras
de intenciones aviesas, señalamientos y amenazas opuestas a la
constitucionalidad, al equilibrio del Estado, al monarquismo parlamentario, a
la democracia y al bien común.
La ley del 24-12-1925
le otorgó poderes absolutos al "Duce" que le permitieron acumular
funciones, suprimir al parlamento ("las Cámaras no pueden abordar ninguna
cuestión sin su consentimiento previo"), modificar el régimen local,
prohibir otros partidos, abolir los derechos sindicales, asumir formalmente la:
"encarnación suprema del poder" y dirigir uno de los más vergonzosos
y terribles gobiernos dictatoriales de la historia moderna.
Jose Felix Diaz
Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfdiazbermudez
Anzoategui -
Venezuela
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