El 5-E fue momento
para demostrar cómo de la exclusión, valiéndose de un lenguaje político vergonzoso
situado en un pretérito superado, puede llegar a convalidarse el exterminio de
la política.
La vida política
tiene su propia lógica. Hay circunstancias sin las cuales es imposible
argumentar razones que avalen realidades en su forma y fondo. La política, por
ejemplo, no tendría significado alguno de no contar con el lenguaje mediante el
cual hace posible alcanzar sus propósitos. Es así entonces como la comunicación
se hace política lo cual obedece al carácter intrínseco de lo que la palabra
determina al momento de convertirse en sonido que se expande hasta llegar a
sembrar motivaciones y generar decisiones.
Esto, simplemente,
deja ver cómo la política está apegada, estructural y formalmente, a la
palabra. Aunque no puede negarse que la dinámica política, en sus trazados de
dialéctica y en sus escaramuzas con la semántica cuando es abatida por coyunturas
de fuerte pegada, tiende casi siempre a atenuar o amplificar la comprensión de
ideas que terminan configurando un discurso. Sobre todo, cuando ese discurso es
avivado por contingencias resultantes de emociones o pasiones apremiadas por
fuerza de los hechos imperantes.
La referencia que
mejor puede servir para dar cuenta de la certidumbre que marca la política
desde la contemplación del lenguaje hablado, es el episodio que se vivió como
consecuencia del acto de instalación de la Asamblea Nacional, hecho éste
acontecido el pasado 5-E. Tan particular momento de la historia política
contemporánea de Venezuela, si bien fue marco para destacar palabras y frases
empleadas que por su carga ideológica, fueron empleadas para atacar las
posturas del contrario o para enaltecer las propias, igualmente fue escenario
para asentir una jerga política cuya lectura fue más allá de lo que en
principio pudo entenderse.
La confrontación
entre los polos políticos que han definido el discurrir del país, o para
embadurnarlo de criterios populistas con los cuales el desarrollo económico y
social de la nación se ha visto suspendido en el tiempo, representado por la
hegemonía gubernamental, o para demandar la conducción de un país sujeto al
concepto de Estado democrático y social de Derecho y de Justicia que establece
la Constitución de la República, representado por los factores de la oposición
democrática, ha sido el eje sobre el cual ha girado la praxis de la política
nacional.
Sólo que ahora, como
nunca en los últimos 17 años, tal confrontación llegó a un primer punto de
inflexión de un proceso que, aunque no simboliza una función matemática, pasa
igualmente de una concavidad a otra. Pero entre concavidades de razón política
cuyos siguientes puntos de inflexión o también conocidos “de ensilladura” por
la forma que adquiere la relación entre variables políticas, económicas y
financieras, estarán determinados por momentos a ser definidos por el poder. No
necesariamente del que establece el manejo de mandos para la coacción despótica
y la coerción arbitraria. Más que eso, por el poder que a través de la palabra
debidamente conjugada y enfocada suscribe la política.
Por eso, el lenguaje
de la política debidamente entendida y atendida, busca desoír locuciones que se
reduzcan a consideraciones apresuradas o redundantes. Sus contenidos tienden a
ser esquemas rehenes de la manipulación o de la ligereza con la cual,
fácilmente, incurre en afrentas viscerales que sólo consiguen enredar y
enrarecer los niveles de comunicación que requiere, justamente, un comedido y
beneficioso ejercicio de la política.
El aludido acto de
instalación de la nueva directiva del Parlamento venezolano, fue el terreno
preciso para dejar ver lo factible que resulta el hecho de transitar del
eufemismo al insulto para lo cual fue obvio demostrar el mal talante de
dirigentes del oficialismo que olvidaron que serían investidos como diputados
de la República. No como emisarios de un emperador de obstinado carácter. Fue
la oportunidad exacta para testimoniar cómo de la exclusión, valiéndose de un
lenguaje político vergonzoso situado en un pretérito superado, puede llegar a
convalidarse el exterminio de la política sirviéndose de abusivos dictados de
gobierno.
Aunque el propósito
de esta disertación no es adjetivar el comportamiento político de una
representación de dirigentes políticos que ganaron una silla curul para los
siguientes cinco años de trabajo legislativo, si es posible apreciar que los
factores de la Unidad Democrática intentaron de alguna manera asentir el
concepto de ciudadanía a través del lenguaje empleado para justificar la
magnitud del momento que significó el pasado 5-E. El sentido que envuelve al
republicanismo democrático, fue también en algo translúcido. Más aún, el acto
reflejó que las esperanzas de un pueblo que con su voto favoreció el nuevo
cuadro de escaños democráticos alcanzado, encuentren al país que yace
desaparecido. Para ello, apelan al esfuerzo que bien puede obtener loables y
convincentes resultados cuando la labor política escarba más allá de la palabra.
VENTANA DE PAPEL
DE LAS CONTRARIEDADES
DE LA VIDA
En verdad que el
hombre no es más que una menudencia frente al tiempo. Mucho más, ante el
universo. La vida parece semejarse a un instante. O quizás, es como un sueño.
Sólo que la rebeldía propia del ser humano, por validar su presencia, persiste
al resistirse ante la vida misma. Por eso, se ve obligado a crear, actuar,
escribir, amar, luchar y reflexionar. Pero sobre todo, a reproducirse para
prolongarse en el tiempo y asentir que su procedencia y ascendencia es imagen y
semejanza del Padre de los Tiempos y de la Naturaleza Cósmica. La Biblia
refiere tan hermoso hecho al hacer ver que luego de crear Dios al hombre,
siguió creando el universo. Pero mediante las manos, el cerebro y el corazón
del hombre. Por eso, lo preparó para dominar las fuerzas de la producción y
organizar la sociedad para que todos tuvieran pan y cultura.
Sin embargo, en todas
las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, no es difícil observar que por
todos lados hay obstáculos. Obstáculos de distinto tamaño y forma, muchos de
los cuales no pueden librarse sin que de ellos surjan otros. Pero hay algunos
que se justifican pues incitan oportunidades que permiten demostrar las
capacidades suficientes para dejar al descubierto el sentido de humanidad que
vive en todo hombre. Aunque también se tienen fracasos por cuanto son los
momentos que mejor enseñan a avanzar a pesar de las contingencias.
Cuando así ocurre la
vida, los miedos trascienden en vano. Dejará de necesitarse mil objetos o mil
elogios pues la persona habrá sabido superar etapas dominadas por el egoísmo, o
la envidia que muchas veces apenas sirven para enfrentarse consigo mismo. Sabrá
cuál es la verdadera justicia. Sabrá que el sufrimiento es, por ratos,
compañero de vida. Aprenderá que la vida es una batalla donde no hay ganadores
ni perdedores. Que las contrariedades están por doquier. Pero comprender estas
vicisitudes, es lo que en verdad cuesta lograr. Es la lección que no muchos
alcanzan a entender.
Un ejemplo que bien
valida lo que envuelve el concepto de vida, lo constituye el recorrido que por
este mundo tuvo Bernardo Celis Parra. Hizo que las contrariedades se
convirtieran en las fuerzas que impulsaran sus decisiones, tanto como que los
inconvenientes sirvieran para ensanchar su visual ante las posibilidades de
salir airoso de cada compromiso. Desde los que adquirió como dirigente
político, hasta los que consiguió como dirigente empresarial.
Bernardo Celis,
transformó cada segmento de la vida en procesos de afirmación de ideas. Así,
supo armarse del coraje necesario del cual se valió para concebir las tantas
razones que motivaron cada emprendimiento trazado. Se permitió buscar
respuestas entre las dificultades pues advirtió que en medio de esas dificultades,
gravitaban las oportunidades en medio de las cuales sembraría la semilla de un
éxito equivalente. Caminar entre pedruscos hizo que valorara la tormenta, tanto
como el rocío de la mañana. Así entendió que la vida no pararía pese a los
problemas. Quizás el retiro de tanto sacudón que había funcionado como
motivación de su vida política y empresarial, le permitió reconocer que su
biblioteca era el paraíso terrenal que la literatura indicaba. Por eso su vida
logró convertirla en un mágico mundo donde los libros se masticaban y digerían.
Sería eso lo que animó a Bernardo Celis Parra a transmutar el curso de su vida prefiriendo escribir libros que ya
habían comenzado a hablar desde su pensamiento y desde sus sueños. Pero
también, desde el camino andado por el que atravesó, a pesar de las
contrariedades de la vida.
“Cuando la política
apela a un lenguaje afrentoso y mediocre, el ejercicio de gobierno tiende a
convertirse en confección de sentencias dirigidas a condenar el pueblo al
desprecio, la desolación y a la decadencia”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela
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