El plan del
desconocimiento fue expuesto en declaraciones públicas por Diosdado Cabello y
su grupo. Un alzamiento para impedir que la nueva Asamblea Nacional emprenda
las investigaciones que la anterior negó, para eludir el control parlamentario
sobre los actos del Ejecutivo y para evitar la revisión de decisiones
apresuradas e ilegales, como las urdidas después del 6 de diciembre.
Al ponerlo en
práctica a través de una Sala Electoral, constituida con unos miembros cuya reciente
escogencia está bajo cuestionamiento, se disparó el verdadero desacato: la
resistencia a reconocer los resultados electorales. El descarrilamiento de
principios constitucionales y de reglas de la democracia.
La interrogante es si
el descarrilamiento va a culminar con la eliminación del poder legislativo y su
sustitución por un poder público bajo el control absoluto del gobierno. Como
dice Carreño que Diosdado le mandó a decir.
Nadie desea que a
Maduro se le ocurra terminar su mandato fuera de la Constitución. Su gestión ha
creado tantos males y sufrimientos al país que le corresponde dedicarse a tomar
las medidas para resolverlos y a sumar todos los respaldos posibles a su plan
económico. No ganaría nada si continúa
usando el poder con fines partidistas, ajenos al verdadero interés de todos los
venezolanos, incluidos sus seguidores. Más bien, se arriesga a una pérdida
histórica.
El descarrilamiento
que encabeza Diosdado deja poco margen a las fuerzas democráticas de cambio.
Propulsa un choque de trenes sin importarle los daños mayores que
desencadenaría. La movida seguramente fue pensada confiando en que la
racionalidad de la oposición moderaría sus respuestas. El punto es que Diosdado
no tiene derecho a seguir jugando con la suerte del país.
La primera baja del
descarrilamiento fue la instrucción del Comandante (“fuera de la Constitución
nada” ) y la posibilidad de acelerar un proceso tranquilo de reconstrucción
unitaria y plural. Pero un país no puede irse por el despeñadero porque
Diosdado ni se adapta a la derrota, ni admite la disminución de su poder
personal
Es seguro que la
Asamblea Nacional adoptará las respuestas indispensables para frenar y eludir
el descarrilamiento. La primera respuesta política es mantener en
funcionamiento el poder conquistado. La segunda es cumplir con las ofertas que
el electorado apoyó. La tercera dar prueba de la disposición de la Asamblea
Nacional a contribuir a que el Ejecutivo enfrente las crisis que padecemos.
Sin alarmismos ni
altanerías hay que comunicar masivamente los argumentos jurídicos y políticos
para defender los cambios en paz y dentro de la Constitución. Necesitamos
seguir acumulando fuerzas porque la reconquista de la democracia apenas
comienza. Y el camino va a ser culebreo, mientras el pueblo resista.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim
Caracas – Venezuela
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