La
crítica a la oposición es necesaria, especialmente si los anuncios de su
resurrección no concuerdan con la realidad. Ese es o debe ser el trabajo de los
opinadores habituales, pero también el de los ciudadanos comunes que no tienen
acceso a los medios de comunicación. Si nos plantamos en la celebración de las
elecciones parlamentarias, sin advertir lo que ha sucedido después, le hacemos
flaco servicio a los intereses de la república. En consecuencia, deben aguantar
los líderes lo que se les reproche desde la tribuna de la prensa, o desde la
intimidad de las tertulias, no en balde están en su trabajo para eso, para
aguantar dardos en el curtido pellejo, especialmente si la impaciencia
predomina en el momento de hacer los primeros inventarios de una acción que no
ha pasado de ser lo más parecido al parto de los montes.
Miremos
hacia la última convocatoria de la MUD para una concentración masiva.
Seguramente dará luces sobre lo que se pretende advertir. La sociedad vive una
de sus crisis más pronunciadas, capaz de tocar los intereses de las mayorías,
capaz de originar legítimas reacciones de repudio, pero la reunión promovida
por la oposición fue apenas una congregación corriente que no se distinguió por
el número de participantes, ni por el énfasis que ellos manifestaron en su
repudio contra el régimen. Mitin sin calor ni compañía, discursos como los de
siempre, de esos que no tocan la fibra del público, ni siquiera de unas
personas agobiadas por la situación, resumen lo más característico de una
reunión que, así como en Caracas, se repitió sin mayores variantes en otras
localidades grandes y medianas. No queda más remedio que vincular la debilidad
de tales juntas con problemas que atañen a los convocantes.
Para
ganar las parlamentarias, los candidatos que ahora dominan los escaños de la AN
anunciaron un cambio que estaba a la vuelta de la esquina. Hasta se atrevieron
a ponerle fecha, mientras la euforia de una victoria apabullante alimentaba el
volumen de sus declaraciones. Todo se concretará en cuestión de seis meses,
llegaron algunos a afirmar, como si estuvieran frente a un trabajo de fácil
desenlace. En un semestre existirá un país distinto, fue la impresión que
transmitieron a unos oyentes dispuestos como nunca a la credulidad. Miraflores
tendrá en breve nuevos habitantes, se pudo pensar ante el énfasis de los tambores
que sonaban en medio de una festiva borrachera. Sin embargo, y pese a la
profundización de sus desaciertos, a las torpezas que cada día comete, el
régimen permanece sin cambios capaces de indicar que se sienten acorralados por
los combatientes electos en la víspera. El madurismo persiste como si cual
cosa, cada vez más agobiado por sus propias limitaciones, por la multiplicación
de sus dislates, pero sin que muestre incapacidad para lidiar con las fuerzas
que habían proclamado su cercana muerte. El problema debe ser de los atacantes
y no del que se defiende en sus trincheras habituales, pudiera concluirse sin
temor a exagerar.
Intentemos
un inventario rápido de los problemas de la MUD: la soldadura del rompecabezas
como si fuera cosa semejante al pasatiempo de ayer, llevadero y previsible;
cada partido marchando de su cuenta, especialmente aquellas organizaciones
presas de sus presos; los egos desbocados, como si estuviéramos en la
proximidad de una elección presidencial que obligaría a escoger al portador de
las insignias nacionales y a los titulares de los ministerios; más conductas
individuales que las imprescindibles, y desatención de los esfuerzos de
coordinación, como si se hicieran batallas de las antiguas y no se estuviera
frente a una autocracia negada a la desaparición y cómoda ante la dispersión y
a la lejanía de las sorpresas de quienes la quieren reemplazar. Estas parecen
cosas de bulto. Ustedes dirán, respetados amigos, mientras leen en domingo de
resurrección, ustedes medirán las exageraciones. Las cosas positivas ya las
machacarán los criticados, no faltaba más, si no quieren que las mudanzas
anunciadas se apoltronen en el reino de las fantasías. ¿Renuncia Maduro? ¿Nos
vemos en la próxima marcha?
Elías
Pino Iturrieta
eliaspinoitu@gmail.com
@eliaspino
Caracas
– Venezuela
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@carlosblancog
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