SOBREDOSIS
A Donald Trump le ha parecido suficiente su percepción subjetiva de que
pudiera existir una amenaza potencial a la seguridad nacional norteamericana
para que, en un dos por tres, haya implementado una política de inmigración
excluyente de cara a los nacionales de 6 países, tengan estos ciudadanos o no
que ver con hechos ciertos que impliquen amenazas reales para los Estados
Unidos. La medida afecta a Somalia, Irak, Siria, Irán, Sudán, Libia y Yemén
Si esto puede calificarse de paranoia; si tal actitud, como han
comentado los analistas en el mundo entero, representa un retroceso mayúsculo
en la política externa del país y en la orientación de su política
migratoria; si con ello los Estados
Unidos le ponen fin al sueño americano que convirtió a ese países en tierra de
oportunidades para millones de ciudadanos en el mundo contribuyendo al
engrandecimiento de América, lo que nos viene a quedar claro es que el nuevo
mandatario no solo está determinado a ejercer su autoridad sin mucho
miramiento, sino que su equipo lo acompaña en la toma de este tipo de
decisiones impulsivas y extremas.
Ello lo que significa es que, por diseño, la nueva administración no
está dispuesta a permitir que exista un resquicio de vulnerabilidad a su país
que pueda afectar a sus ciudadanos. Con simples órdenes ejecutivas se está
armando un tinglado ultra-proteccionista y excluyente dentro del cual no
existirá en más mínimo espacio para que la ciudadanía quede expuesta a una
agresión externa.
Algo de bueno tiene el que su posición sea tan terminante en lo que
atañe a la protección de sus nacionales. Hilando fino, habría que pensar que
temas como el terrorismo y la droga, en lo que toca a los americanos, recibirá
un trato muy privilegiado y contundente.
¿Cuanto tiempo pasará, entonces antes de que Venezuela, caiga bajo el
microscopio norteamericano y se convierta en un claro objetivo de las políticas
excluyentes y aleccionadoras de la era Trump?.
No son un secreto para nadie las amistades desarrolladas y la
colaboración financiera existente entre nuestra fallida revolución y
movimientos terroristas de otras latitudes cercanas y lejanas, susceptibles de
agredir a ciudadanos del mundo entero y de los norteamericanos. Ya desde 2010 se conocía del otorgamiento de
pasaportes venezolanos en manos de miembros de organizaciones como Hamas y
Hezbolla que se trasladan con ellos a sus anchas por el mundo para organizar
sus tropelías. La narcotización de Venezuela en estos años revolucionarios, por
otro lado, es una realidad palmaria, que unido a lo anterior, nos transforma en
una bomba de tiempo, en un agente de envenenamiento para los intereses de un
gobierno que ha enfilado todas sus baterías hacia la protección de sus
intereses y de sus ciudadanos.
De qué manera ni en que momento se va a expresar el rechazo
norteamericano a tales desafueros de parte de la gran potencia, eso no lo
sabemos. Nuestros problemas domésticos, los que son la consecuencia de las
equivocaciones de quienes nos gobiernan son una tarea circunscrita a cada uno
de los venezolanos. Aquellos delitos que son la consecuencia de la conjunción
entre droga y terrorismo, que traspasan nuestros límites y que afectan a
terceros fuera de nuestras fronteras, esos si recibirán el trato que merecen de
parte de las naciones afectadas, Estados Unidos la primera.
Con este gobierno que recién se inaugura las acciones se darán más
temprano que tarde.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Internacionalista
El Nacional
Miranda - Venezuela
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