jueves, 2 de febrero de 2017

PANCHO AGUILARTE, LA CULPA NO ES DE LOS POLITICOS

EN CONCRETO

Mucho se escribe, mucho se dice sobre el comportamiento de los políticos. Sobre su generalizada tendencia a la mentira, a las falsas promesas y al cambio que en ellos se produce una vez alcanzado los objetivos. Así es en Venezuela, así es en los estados unidos de Norteamérica, en Europa y en casi todo el mundo. En menor grado en aquellos donde son menos notorias sus ejecuciones por el sistema de gobierno que rige a esas naciones como Dinamarca, Noruega, Holanda y Finlandia. De allí que hayan surgido movimientos y candidaturas inspiradas y con mucho éxito como las de Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia y más recientemente Donald Trump en el gigante del Norte de la América.

Pero una cosa son los políticos y otra la política. Esta es una disciplina, una ciencia, que se estudia, tiene su metodología, sus teorías y se enseña y se aprende. Entonces nos equivocamos cuando achacamos a la política los errores y faltas, carencias y defectos que sólo pueden y deben ser atribuidos a los humanos, a los políticos. Señalar a la política y diseñar una estrategia para presentarse la anti política como una opción superior es un error conceptual que puede conducir como en efecto ha sucedido y está sucediendo. Los anti políticos han resultado y resultarán todo un desastre porque son los políticos los que mejor están formados para conducir una sociedad.

Donde si hay que mirar y en eso hemos fallado todos es en los valores y los principios éticos que rige una organización político partidista. Es allí, dentro de los partidos políticos donde debemos apuntar y mas certeramente en los individuos que dirigen y conforman a las organizaciones políticas. La formación académica, intelectual pero más aún en los principios morales y éticos, de los que aspiran a los cargos de representación popular, sus antecedentes, su trayectoria familiar, su formación y crecimiento político. Escoger bien de la gama de opciones que se nos presentan, evaluar sus discursos y sus promesas electorales y una vez "concienciado" votar bien. 

Solo así podemos evitar cometer errores fatales, escogiendo a quienes carecen de formación política, de principios morales y de solidez intelectual para poder dirigir por caminos de paz, de grandeza y de progreso a una nación. 

Venezuela es el mejor y el peor ejemplo de lo que no debe hacerse y en eso debemos estar comprometidos todos y sobre todo las instituciones claves del entramado social que soporta la sociedad. La Iglesia, los medios de comunicación, los gremios, la familia, y la Fuerzas Armadas deben estar todos comprometidos en esa visión y misión para impedir que, una vez superado este terrible error, volver a caer en los encantos del discurso vengador, irrespetuoso y falso de un resentido social con la cabeza llena de disparates.


Juan R. Aguilarte T.
panchoaguilarte@hotmail.com
@P_aguilarte
Anzoategui - Venezuela

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