EN CONCRETO
Mucho se escribe, mucho se dice sobre el comportamiento de los políticos.
Sobre su generalizada tendencia a la mentira, a las falsas promesas y al cambio
que en ellos se produce una vez alcanzado los objetivos. Así es en Venezuela, así
es en los estados unidos de Norteamérica, en Europa y en casi todo el mundo. En
menor grado en aquellos donde son menos notorias sus ejecuciones por el sistema
de gobierno que rige a esas naciones como Dinamarca, Noruega, Holanda y Finlandia.
De allí que hayan surgido movimientos y candidaturas inspiradas y con mucho éxito
como las de Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia y más
recientemente Donald Trump en el gigante del Norte de la América.
Pero una cosa son los políticos y otra la política. Esta es una
disciplina, una ciencia, que se estudia, tiene su metodología, sus teorías y se
enseña y se aprende. Entonces nos equivocamos cuando achacamos a la política
los errores y faltas, carencias y defectos que sólo pueden y deben ser
atribuidos a los humanos, a los políticos. Señalar a la política y diseñar una estrategia
para presentarse la anti política como una opción superior es un error
conceptual que puede conducir como en efecto ha sucedido y está sucediendo. Los
anti políticos han resultado y resultarán todo un desastre porque son los políticos
los que mejor están formados para conducir una sociedad.
Donde si hay que mirar y en eso hemos fallado todos es en los valores y
los principios éticos que rige una organización político partidista. Es allí, dentro
de los partidos políticos donde debemos apuntar y mas certeramente en los
individuos que dirigen y conforman a las organizaciones políticas. La formación
académica, intelectual pero más aún en los principios morales y éticos, de los
que aspiran a los cargos de representación popular, sus antecedentes, su
trayectoria familiar, su formación y crecimiento político. Escoger bien de la
gama de opciones que se nos presentan, evaluar sus discursos y sus promesas
electorales y una vez "concienciado" votar bien.
Solo así podemos
evitar cometer errores fatales, escogiendo a quienes carecen de formación política,
de principios morales y de solidez intelectual para poder dirigir por caminos
de paz, de grandeza y de progreso a una nación.
Venezuela es el mejor y el peor
ejemplo de lo que no debe hacerse y en eso debemos estar comprometidos todos y
sobre todo las instituciones claves del entramado social que soporta la sociedad.
La Iglesia, los medios de comunicación, los gremios, la familia, y la Fuerzas
Armadas deben estar todos comprometidos en esa visión y misión para impedir
que, una vez superado este terrible error, volver a caer en los encantos del
discurso vengador, irrespetuoso y falso de un resentido social con la cabeza
llena de disparates.
Juan R. Aguilarte T.
panchoaguilarte@hotmail.com
@P_aguilarte
Anzoategui - Venezuela
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