TOQUE
DE DIANA
“Los Estados
fallidos no son un fenómeno nuevo. Fueron históricamente una parte natural del
desarrollo del sistema internacional de Estados” / Hans-Henrik Holm
El origen de estado fallido según connotados investigadores
data de siglos pasados. Hobbes escribe el Leviatán a la sombra de un Estado
fallido, en 1588, cuando el sur inglés era diezmado por la armada española. El
concepto de “failed state” (Estado fallido) apareció en el mundo académico hace
sólo una década, aunque el fenómeno al que hace referencia forma parte de la
realidad política desde el nacimiento del sistema internacional de Estados,
cuando en 1648 la paz de Westfalia puso fin a la Guerra de los Treinta Años. En
ese momento se configuró el Estado moderno con dos características fundamentales:
por un lado su soberanía interna, y por el otro, una identidad externa como
actor internacional, a partir del reconocimiento otorgado por los otros
Estados.
Generalmente las potencias más importantes del momento
intervinieron en los Estados, cuya fragilidad los transformaba en amenazas a su
seguridad y a sus intereses comerciales. La primera etapa histórica del
desarrollo del concepto se ubica a partir de 1960, cuando lo que hoy conocemos
por “Estado Fallido” comenzó a adoptar algunas de sus características actuales.
Ese mismo año, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) calificó a la
colonización como violación a los derechos humanos y contraria al espíritu de
la Carta. El proceso de descolonización, principalmente en África, dio origen a
numerosos Estados reconocidos por la comunidad internacional, sin que las bases
políticas y económicas para desarrollarse exitosamente estuvieran inicialmente
presentes. Esta situación dio origen al concepto de “quasi-Estados”
Michael Nicholson,
refiere que los “Estados Fallidos” son aquellos que fracasan en dos
sentidos, por cuanto no logran primeramente proveer los servicios esenciales
que un Estado debe garantizar a sus ciudadanos para funcionar correctamente,
principalmente seguridad y estabilidad, y luego
por qué no operan en el sistema internacional como actores, aunque sean
débiles. Observa así mismo, que los “Estados Fallidos” son puntos en los que
fallan distintas formas y niveles, y destaca el hecho de que el solo
conocimiento externo de dicho Estado, más el control del aparato estatal por
parte de elites corruptas, impacta negativamente en el nivel doméstico, por
cuanto por un lado permite a los que manejan el poder enriquecerse fácilmente,
y por el otro, la débil estructura estatal permite el libre desarrollo de los
negocios y contratos con empresas multinacionales.
Otros estudiosos investigadores entienden que el término “Estado fallido” no se aplica
sólo a un gobierno central, por cuanto también se refiere a que las demás
funciones del Estado han colapsado, generando en consecuencia un colapso total
o parcial de las estructuras y/o instituciones de poder encargadas de mantener
el orden y el imperio de la ley, un proceso usualmente acompañado por una
escalada de violencia.
Señalamos que Venezuela es un país fallido por la cantidad
de hechos incontrovertibles que en este
artículo no tendrían cabida por razones de espacio. Una de ellas, la violación
de los derechos humanos que obligó a la Comisión Interamericana (CIDH) a elaborar un informe titulado “Democracia y Derechos Humanos en
Venezuela”, en el que recoge hechos ocurridos desde el año 2009 hasta el 2014,
aun cuando posteriormente ha continuado produciendo informes y declaraciones.
En tanto que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, tribunal hemisférico
encargado de aplicar e interpretar la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, he emitido sentencias y resoluciones sobre dichas violaciones, que el
régimen de Chávez, antes, y ahora Maduro han ignorado y no acatado.
A ello se suma que el régimen chavista-madurista ha
cambiado completamente la institucionalidad y la organización del Estado para
amoldarlo a su conveniencia. También dividió y atomizó las organizaciones
sindicales, por lo que solo reconoce como legítimas aquellas que se identifican
con el proceso socialista.marxista, y mal llamado bolivariano. Por otra parte,
expropió empresas productivas agrícolas, pecuarias y alimentarias, estatizó,
terrenos, edificios, centros comerciales, galpones, industrias y en fecha
reciente panaderías; modificó instituciones claves de la sociedad venezolana
como las Fuerzas Armadas y la industria petrolera; revirtió los procesos de
descentralización política y administrativa
del Estado; restó competencias a alcaldes y a gobernadores, y por si
fuera poco, centró la acción del gobierno, incluyendo las actuaciones de los
poderes legislativo y judicial, en el Presidente de la República.
Por todas las razones anteriormente expuestas, el país se
encuentra aquejado por no pocos males: economía recesiva, caída de las
recaudaciones tributarias como efecto de lo anterior, pérdida de competitividad
del sector externo por el fortalecimiento del dólar, alto impacto del servicio
de deuda en el presupuesto del Estado, deterioro de los términos de intercambio
por la disminución de valor de las materias primas, inflexibilidad cambiaria,
rigideces laborales, estructura impositiva represiva para el sector privado,
expectativas negativas del sector empresarial, preocupaciones sobre la
viabilidad del sistema previsional en el mediano plazo, y una sombra de
ejecuciones en el ejercicio del poder por parte de Nicolás Maduro y altos
funcionarios de su gabinete (¿)
Para alcanzar estos propósitos que tienen al país en la
situación crítica jamás imaginada. el chavismo-madurismo ha venido utilizando
el populismo como su herramienta con la cual pretenden seguir engañando a
quienes aún creen en las bondades (¿) de la llamada revolución socialista del
siglo XXI, por cierto fuera de contexto desde que su mentor Heiz Dieterich, se
divorció políticamente del comandante eterno, poco antes de su fallecimiento, y
devenido hoy en día en el más ácido crítico del régimen de Nicolás Maduro. Bien
lo afirma Kirk Hawkins cundo refiriéndose al populismo afirma: “es un conjunto
de creencias fundamentales, que percibe la historia como la lucha maniquea
entre el bien y el mal, en la que en el lado buen está la voluntad del pueblo o
el interés común, natural de los ciudadanos (….) mientras que en el lado malo
se encuentra una élite conspirativa que ha subvertido esta voluntad”.
Los creadores de este término afirman, que un Estado
fallido es un fracaso social, político, y económico, se caracteriza por tener
un gobierno ineficaz, que tiene poco control sobre vastas regiones de su
territorio; no provee ni puede proveer servicios básicos; presenta altos
niveles de corrupción y de criminalidad, así como una marcada degradación
económica. En un más amplio sentido, el término se usa para describir un Estado
que se ha hecho ineficaz, teniendo solo un control nominal sobre su territorio,
para cuyo efecto cuenta con grupos armados organizados para mantener la
autoridad del Estado, llámense Sebin u OLP.
No hay duda alguna entonces, de que estamos en presencia de
un Estado fallido, empeñado en mantenerse en el poder a como dé lugar,
violentando flagrantemente la propia Constitución Nacional y contrariando la
voluntad del pueblo soberano, que en estricto apego a las normas democráticas
aspira a rescatar sus derechos, libertad, justicia social, y las garantías
contenidas en la Carta Magna.
Hoy martes la OEA tiene en sus manos las cartas con las
cuales podrá marcar el rumbo y destino de nuestro país, si la mayoría de sus
miembros aprueban, no la aplicación propiamente de la Carta Democrática, que
aislaría Venezuela del concierto de las naciones, sino la imposición de la razón, que obligue a un
régimen anárquico y dictatorial como el de Maduro, a encauzar su destino por el
sendero democrático, tras 18 años de un perverso socialismo, mal llamado
bolivariano.
Carlos E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
*Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP.122)
Aragua - Venezuela
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