“Miente que algo quedará
y cuanto más grande sea la mentira
más gente la creerá”.
Joseph Goebbels
EL tema de la Carta Democrática Interamericana (CDI), lo
hemos abordado en otros dos artículos: “Entre la Carta Democrática y la
autocracia venezolana” (28/03/16) y en “Percepción sobre la viabilidad de la
solicitud a la OEA por la CDI” (01/06716); donde entre otros aspectos,
mencionamos que siendo la CDI una Resolución de la Asamblea General de la OEA
(y por tanto no obligatoriamente vinculante como un Tratado o Convenio) que en
caso de ser aplicada adquiere la figura
de una recomendación que solo puede surtir efecto si es ratificada por el
Estado Miembro afectado; que de no hacerlo impulsaría a lo sumo una suspensión
con obvios efectos negativos en el campo financiero internacional, que
paradójicamente aumenta las calamidades del pueblo con la alta posibilidad de
no generarse un cambio de gobierno.
Vale recordar, que Luis Almagro actual Secretario General de la OEA solicitó
al Presidente del Consejo Permanente (30/05/16) una sesión urgente, luego de
presentar un Informe de 132 páginas sobre el caso venezolano donde expuso la
necesidad de considerar la crisis institucional y la alteración del orden
constitucional que afecta gravemente el orden democrático de Venezuela lo cual
demanda cambios inmediatos en las acciones del Poder Ejecutivo, a riesgo de
caer en una situación de ilegitimidad. Luego de unas diez horas de reunión, los
Estados Miembros desestimaron la propuesta de L. Almagro en cuanto a la
aplicación “formal” de la CDI y en su lugar apoyaron (04/06/16) una “Política
de dialogo entre el Gobierno y la oposición”; lo cual no impidió una
“sugerencia” de N. Mauro en cadena de radio y televisión: “Señor Almagro,
enrolle la CDI en un tubito, y métaselo por donde le quepa, a Venezuela se le
respeta y nadie le va a aplicar ninguna Carta” (31/05/16); asumiendo una
impresionante abstracción del momento
cuando en 2002 la OEA aprobó (con el voto favorable de Venezuela) la Resolución
833 condenando la “alteración inconstitucional de la democracia” al tiempo de
invocar una “solución pacífica, democrática, constitucional y electoral”; a
diferencia del comportamiento asumido por el gobierno del presidente Carlos
Andrés Pérez luego de las intentonas militares de golpe de Estado de no invocar
la CDI, así como la de Rafael Caldera de dejar en libertad a los cabecillas.
Desde la creación de la OEA en el año 1948 Cuba participó
como Estado Miembro, hasta el momento de la Conferencia de Punta del Este
(22/01/1962) cuando EEUU propuso y logró su suspensión (Fidel Castro se había
alineado desde 1961 con la URSS) la cual se mantuvo hasta el año 2009 cuando en
la 39ª Asamblea General los 34 países aprobaron una Resolución para revocar
dicha suspensión, lo que constituyó según el vocero oficial “un momento de
regocijo para toda América Latina”, al tiempo de informar que “la Resolución es
nítida, al no involucrar ningún tipo de condicionamiento”, al extremo de no se
mencionaron palabras como democracia, libertad, y no intervención. Es de
obviedad manifiesta, que en aras de alcanzar ese “momento de regocijo” se
soslayaron variados acontecimientos tales como que el 26 de julio de 1957 fue
publicado en la revista cubana Bohemia el “Manifiesto de la Sierra” donde Fidel
Castro prometió restaurar la Constitución, convocar a elecciones libres,
democráticas y multipartidistas y la total libertad de prensa ¡en 6 meses! De
igual modo, en enero 1959 declaró a la
prensa nacional e internacional: “Sé que están preocupados de si somos
comunistas. Quiero que quede bien claro, no somos comunistas”.
Las declaraciones de F. Castro (similares a las posteriores
de H. Chávez), facilita recordar que cuando los “revolucionarios” están
aspirando alcanzar el poder apelan reiteradamente a la mentira especialmente
enfocada en decirle al pueblo que se hace necesario limitar la influencia del
gobierno sobre el Estado, manteniendo esa mentira hasta cuando asumen el poder
a partir de donde les brota la aspiración de permanecer eternamente a la luz de
actuar sin restricciones constitucionales, al punto de sacrificar la verdadera
fuente de riqueza nacional: la economía de mercado como sistema social y la
Sociedad Civil como fuerza emprendedora. En tal contexto, estimulan el
populismo con la intención soterrada de hacer desaparecer el necesario binomio
esfuerzo-recompensa, en aras de propiciar un parasitismo social generador de
borregismo que sacrifica su libertad política al reprimirseles sin
resistencia la libertad económica hasta
configurar “una nueva forma de servidumbre”.
Tan contradictoria revocación de la Resolución de
suspensión de Cuba, se sucede luego de haber transcurrido casi medio siglo de
“revolución” en una etapa que les ha permitido configurar, entre muchos males,
un partido único para aparentar la celebración de “muchas elecciones libres”,
una continua represión por motivos políticos que para 2016 se materializó en
cerca de 10.000 oposicionistas detenidos, de unos 1,5 millones emigrantes a los
EEUU, de unos 85.675 muertes provocadas directamente por la “revolución”, y de
unos 77.800 muertos en el mar intentando huir de la “isla de la felicidad”
(¿?). Tan nefasto historial, no ha sido “suficiente” para que la OEA acuerde al
menos una Resolución contentiva de una especie de “Moción de Critica” a pesar
de ser Cuba la cabeza de puente del comunismo en el continente americano; con
el agravante que Raúl Castro durante la Cumbre de Estados del Caribe (05/06/16)
expresó: “En nuestra opinión, la OEA desde su fundación fue, es y será un
instrumento de dominación imperialista. Por eso Cuba jamás regresará”.
Retomando el caso venezolano, es conocido que L. Almagro
presentó un Segundo Informe (14/03/17) donde ratifica que los ciudadanos hemos
quedado a merced de un régimen autoritario que niega los más elementales
derechos habida cuenta que el “gobierno ha convertido su Constitución en papel
mojado”. El Consejo Permanente de la OEA, discutirá este Informe el próximo
28/03/17 cuyo resultado, nos atrevemos a pronosticar, será una Resolución
“escurridiza” que solo podrá tomar al corto plazo un perfil coherente en la medida
que asumamos ser “ciudadanos democráticos” que exigimos a gritos en la calle
nuestros derechos como p.ej. la celebración de elecciones en el momento justo
que corresponda legalmente. Tal
proceder, será mucho más eficiente que la cómoda postura de esperar que la OEA
nos declare antidemocráticos como condición para impulsar acciones en pro de
rescatarla; hecho que de igual modo obliga
¡abandonar la sumisión!
Jesús Alexis González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
@jesusalexisgon
Observatorio 2012
Miranda - Venezuela
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