Ninguna revolución, Elías, puede dejar a la gente con menos derechos de los que tenía, más pobre en valores y en principios, más desiguales en las instancias de la justicia y la representación, más discriminada dependiendo de dónde está su pensamiento o su norte político. Toda revolución significa más derechos para más gente, para más personas.
La
Democracia es el gobierno de las mayorías, pero también lo es garantizar los
derechos de las minorías. No hay democracia sin garantías para las minorías. Y
en ese sentido, he repetido en varias ocasiones que mi deber es recibir a
gobiernos y a oposición, y así lo he hecho, con varios países, y sí, con el
opositor Henrique Capriles o Manuel Zelaya, pero también oposición de Jamaica,
Belize o Guatemala, por nombrar dos opositores pertenecientes a familias
ideológicas diferentes.
Y
en el mismo sentido saludé la liberación de opositores, fue un saludo a las
garantías para las minorías, pero quien me critica por esto, parece no
comprender la importancia del respeto a las minorías y lo importante que es que
un gobierno le dé garantías a esas minorías. “Quizás esté equivocado, porque yo
me equivoco mucho; pero lo digo como lo pienso”, como dijo José Mujica, y lo
seguiré haciendo, pues no se puede entender el respeto a la Democracia por
parte de un Secretario General que sólo se reúne con los representantes del
gobierno de un país y le da la espalda a la oposición, a las minorías.
Los
principios, primero siempre
Hay
algo que está por encima de cualquier comunidad ideológica, son los valores
republicanos esenciales, de los cuales no podemos prescindir en ningún
pensamiento, porque hacen al derecho de los pueblos y hacen a las garantías que
les debemos a cada uno de los ciudadanos y ciudadanas. Ojalá pudiéramos repetir
esta carta de un revolucionario uruguayo de 1904 juntos, algo que es esencial
en mi pensamiento:
“Es
por eso, hermano, que estoy en donde estoy, y aquí estaré al morir. En el bando
de los administradores de buena fe; en el partido de las probidades
presidenciales, junto a aquellos que suben y bajan pobres del poder. La patria
es algo más de lo que tú supones; la patria es el poder que se hace respetar
por el prestigio de sus honradeces y por la religión de las instituciones no
mancilladas; la patria es el conjunto de todos los partidos en el amplio y
pleno uso de sus derechos; La patria es la dignidad arriba y el regocijo
abajo.”
Esto
tiene que valer para todo partido político, para toda posición ideológica.
Observación
electoral el 6/12
Por
eso, también pedí la oportunidad de hacer una observación electoral en
Venezuela, porque las garantías son para todos y no para algunos. Está muy bien
que el Gobierno y el Partido de Gobierno confíen en el sistema electoral
venezolano, pero la oposición también está pidiendo una garantía más para el
día de la elección y es nuestra participación.
Y
cuando te piden una garantía más y no se la das, se la quedas debiendo. Y si yo
no la ofrezco, estoy en falta. Y si no les das esa garantía y hay un fondo
político para no hacerlo, eso es además injusto.
De
buena fe he ofrecido quizás uno de los servicios de mayor calidad que tiene la
OEA, que es la observación electoral, para así brindar seguridades a todos los
sectores del país sobre el proceso del 6 de diciembre. Yo sé que Venezuela
tiene uno de los procesos electorales de mejor calidad, pero entiendo que
nuestra presencia puede ayudar a que las minorías políticas de hoy en Venezuela
lo comprendan asimismo. Nuestro ofrecimiento de apoyo, coordinado con las
autoridades electorales venezolanas, se unía así al esfuerzo de UNASUR, y de
hecho favorecería a todos los sectores del espectro político y al gobierno, ya
que se ubica por encima de intereses partidarios; favorecería al pueblo de
Venezuela, porque el pueblo es Gobierno y es oposición, es el que tiene y el
que no tiene, es de cualquier edad, sexo, religión, raza. Porque las elecciones
son para todos, para que todos en igualdad ante la ley puedan elegir o puedan
ser candidatos, porque sólo al pueblo le corresponde decidir si determinado
político no va más.
El
día que fui electo Secretario General dije esto, parafraseando a Raúl Sendic:
“Si nos ponemos a discutir sobre las cosas que vemos diferentes, vamos a pasar
una vida discutiendo; si trabajamos en lo que estamos de acuerdo, vamos a pasar
una vida trabajando”.
No
soy como el árbitro que cobra cuando le grita la tribuna
Mi
visita a Cúcuta no se trató de apoyar a colombianos, venezolanos, o
colombo-venezolanos, se trató de ver de cerca la realidad de compatriotas
latinoamericanos humildes, que atraviesan una situación penosa.
Y
luego de estar allí, hablando con quienes no mienten, los niños, trabajadoras y
trabajadores humildes, no comparto la expresión “crisis humanitaria” que se ha
acuñado por diferentes actores a nivel internacional, pero sí es una situación
penosa que están atravesando unos miles de personas y cientos de niños que
requieren en forma urgente la reunificación familiar. Y de unos cuantos miles
que perdieron todas sus humildes posesiones. Y quien se cree de izquierda y no
es sensible a esta penosa realidad humanitaria no merece llamarse de izquierda,
ni tiene autoridad moral para criticarme.
Hace
poco alguien me recriminó porque no hablé en el reciente Consejo Permanente de
la OEA que abordó el tema, pero es que yo no soy como el árbitro que cobra al
grito que viene de la tribuna, tengo que verlo con mis propios ojos. Cuando lo
vi, hablé claro y dije lo que había que decir. He visto que algunas cosas las
han empezado a hacer, como el asegurar derechos a los niños (principalmente la
educación) o la reunificación familiar. Tan mal no estarían entonces estas
observaciones. Quizás vos mismo te has emocionado al ver las escenas de
reencuentro familiar.
Y
en el mismo sentido, y para no cobrar al grito, pedí también la sentencia de
Leopoldo López, para documentarme, para saber exactamente de qué se trata y qué
pasó. Para no tener dudas al respecto. O la menor cantidad posible.
“Vengo
del sur, y como tal, cargo inequívocamente con los millones de compatriotas
pobres de América Latina, patria común”, dice José Mujica, y yo soy un simple
militante de ese pensamiento.
Hoy
en nuestra América, la América en la que reina tanta injusticia, donde las
oportunidades siguen sesgadas y aún en buena medida dependen del lugar donde
uno haya nacido, o el género, la raza, o la cuna social, quienes bregamos para
que el progreso sea compartido por todos deberíamos poder tener un diálogo sin
descalificadores epítetos.
Aspiramos
a una nueva OEA, una OEA que esté cerca de la gente, que sea un bastión de la
democracia y los Derechos Humanos, una OEA que rompa con lo más oscuro de su
tradición, y en ese sentido no tuve ninguna duda en pedir una disculpa al
pueblo de República Dominicana por la barbarie histórica que cometió la OEA al
validar la intervención militar norteamericana de 1965.
Siempre
del lado de los débiles, ahí estaré
Quienes
me llevaron a la Secretaria General, incluyendo a Venezuela, lo hicieron por
esa razón.
“Nuestro
mundo necesita menos organismos mundiales…, y más humanidad y ciencia”, suele
decir Mujica, y en el tiempo que me queda en este cargo intentaré que la
humanidad, los derechos humanos, el trabajo con, por y para los más débiles,
sea mi razón de trabajo.
Como
lo hice en cada uno de los casos a los que te referís en tu carta, porque lo
que es para vos motivo de ataque es para mí motivo de orgullo. Es de todas
formas un elogio a mí como hombre de acción y de pensamiento.
Y
ya lo hemos discutido. Con cada acción que he llevado adelante he procurado
garantizar los derechos de todos, eso no me hace menos bolivariano ni menos de
izquierda. Al contrario.
No
voy a hacerte una casuística de lo que estamos haciendo o de lo que vamos a
hacer, pero consta que queda mucha injusticia por derribar, queda mucha
discriminación por terminar, queda mucha pobreza por resolver y quedan muchas
inequidades por destruir. Y no voy a transar nunca. Estaré siempre del lado del
más débil, del más discriminado y del más pobre. Algunas de ellas aparecen en
mi carta, otras en la tuya.
La
justicia que debemos construir tiene que sostenerse en la ley, y debemos
sostener las leyes en la dimensión ética de los principios que surgen de la
acción moral. “Todos los que están agobiados por la injusticia deben ser
nuestros protegidos”. Y no habrá ninguna razón para que nos callemos ante eso,
cuando falten garantías del debido proceso, cuando haya denegación de justicia
o cuando existan condiciones infamantes.
Hace
poco, la reconocida jueza uruguaya Mariana Mota decía: “Pero las democracias no
aseguran por sí solas que estas discriminaciones se superen sino que solamente
habilitan ámbitos para que se puedan abordar esas inequidades y trabajar para
superarlas. Las segregaciones y vulneraciones de derechos se verifican también
en democracia, y aun dentro de los programas que pretenden superarlas.” Debemos
trabajar permanentemente para hacer las cosas mejores. Debe construirse
permanentemente sobre nuestras acciones.
“Lo
que involucra a los derechos humanos no es neutro, no puede serlo, porque parte
de analizar determinada realidad y decidirse a modificarla, identificándose y
eligiendo estar del lado de la víctima (o del débil, o del sufriente), optando
por un modelo que enfrente la desigualdad, que se proponga construir una
sociedad sin discriminaciones, sin excluidos, participativa, valorando las
diferencias como elementos esenciales para la conformación de una comunidad. “
Cuando
quieras discutimos de izquierda, derechos humanos, socialismo, liberación nacional,
imperialismo. Porque estoy tranquilo de haber defendido fuertemente los
principios que hacen a valores esenciales de mi vida política.
Un
abrazo,
Almagro
http://www.efe.com/efe/america/politica/almagro-lanza-duras-criticas-a-venezuela-en-una-inusual-carta-elias-jaua/20000035-2715474Información
http://felixjtapia.org/blog/2015/09/23/carta-abierta-de-luis-almagro-secretario-general-de-la-oea-a-elias-jaua/#sthash.vuC1osgt.dpuf
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