Mucho se ha hablado
del proceso electoral argentino que se desarrolló el pasado domingo y que dejó
como gran ganador, no sólo a Mauricio Macri, sino también a una ciudadanía que
está cansada del populismo y la arrogancia gubernamental de los últimos 12 años
y que tuvo entre los derrotados a una forma arcaica, demagógica y sumamente
personalista de hacer política.
Lo más relevante del
tema es que el cambio protagonizado por Macri no es solamente producto de una
campaña electoral propositiva que logró vencer al discurso revanchista y
populista, sino también obra de una ciudadanía que supo entender que para
romper con las cadenas que la estructura oficial le imponía, era pertinente una
participación contundente. Por ello, el hecho de que el 78 por ciento de los
ciudadanos habilitados para sufragar acudieran a votar, demuestra que los
argentinos supieron entender que para derrotar el aparataje del Estado, tenían
que concurrir a la jornada comicial de forma masiva y fiscalizar el proceso.
De todo lo alegre e
incluso musical de la celebración del nuevo Presidente de la República, hay una
frase que debe rescatarse, y repetirse hasta la saciedad en los distintos
países latinoamericanos, en la que Macri le dice a la ciudadanía que con su
voto hicieron posible lo imposible y se fueron a dormir comprendiendo que sí
era verdad que con el voto se puede cambiar la historia, y que ellos lo
hicieron.
Varias lecciones deja
la historia electoral argentina, comenzando por la derrota del miedo en un país
donde el que lee los resultados es un integrante del gabinete ministerial y en
el que la corrupción se ha convertido en política de Estado, aunado a que
muchas acciones se sustentan en discursos de Juan Domingo Perón (y ahora Néstor
Kirchner) con el objetivo de establecer un vínculo emotivo. A ello debe unirse
que el gobierno de Cristina Fernández se ha caracterizado por un enorme ventajismo
y por imponer prácticas de censura y aprovechamiento de su cargo (incluso
haciendo campaña al momento de sufragar) sin que institución alguna frenara sus
ímpetus. Ante ese escenario, pudieron los argentinos sentirse abrumados frente
al gobierno. Sin embargo, participaron y vencieron.
No se sabe qué pasará
con el gobierno de Macri y en qué quedarán sus alianzas con radicales
socialdemócratas e independientes. Tampoco se conoce el futuro (tal vez
prometedor) de Massa y en qué condición queda Scioli (quien gallardamente deseó
éxito al nuevo jefe de Estado). Tampoco se vislumbra claridad en el futuro de
Cristina Fernández después del 10 de diciembre cuando entregue el cargo. Lo que
si resulta indudable es que los argentinos hicieron historia el 22 de noviembre
de 2015, cuando demostraron que votando, lo que parece imposible se torna
posible y real. Sepan muchos pueblos que están a las puertas de las elecciones,
que votando masivamente como lo hicieron los argentinos, lo que parece
improbable en cuanto a derrotar el abuso de los regímenes, se puede convertir
en el origen de los cambios que lleven finalmente a un paulatino retorno de la
democracia plena y del estado de derecho.
Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva
Caracas - Venezuela
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