Este poder castrista y castrense fue el error
colectivo de una sociedad políticamente muy inmadura, impaciente, superficial y
oportunista. Pero el enamoramiento más hondo provino de la enorme población que
crecía marginal, ignorada largo tiempo, harta de promesas incumplidas por partidos
ciegos y sordos. Por eso su re-despecho es todavía mayor y decisivo en estas elecciones
parlamentarias.
Al margen de
las trampas G2, CNE y PSUV, de su conducta final depende el cambio calificado
con el número de asambleístas necesario que libere al país del control
bolivarista, modifique o recupere leyes básicas y se pueda refundar al país.
Es un hecho que la oposición obtendrá diputados para alcanzar la mayoría simple
.Pero nada puede cambiar si continúan de
adorno, como han sido durante el ciclo chavista, reprimidos con humillantes
fechorías del régimen militarista, sostenidos allí de fachada para simular que
el populismo totalitario es una democracia plena con representación opositora
en ese circo malandro. Hoy aquella masa enamorada de un resentimiento hecho
carne en Hugo Chávez Frías, es un 20% votante de adictos a su fantasma, sujeto
con regalos, ridícula cháchara revolucionaria, vigilancia, castrado en absoluta
sumisión y listo para cumplir órdenes de violencia criminal.
Hoy, el resto es un numeroso pueblo de ex
chavistas, antes adecopeyanos, de otras militancias y ninis. Doblemente
resentido y rencoroso, en desengaño mayor, un tanto a la deriva, sin líderes
libres que lo dirijan y en su mayoría deudos de los 260.000 asesinados en 16
años. Consciente víctima del embuste aún recibe limosnas y sabe que se acabó el
dinero para misiones repartido a cambio de su obediencia total pero más
empobrecido que antes, rechaza los sacrificio que aún se le exigen pues a pesar
de la censura en los medios, ven, oyen, palpan
y rechazan a esa cúpula dirigente como a la peor oligarquía, una derecha
represora de facto, corrupta a niveles que producen asco, millonaria mediante
el robo de la riqueza pública y privada, desde el dólar subastado y la cocaína,
cogollo de una mafia sin vergüenza.
Si no votan, su gran abstención numérica compensará
el vacío de los 28 diputados opositores ya casi anulados pues deben ser electos
bajo los kalashnikov de distritos fronterizos en estado de sitio para ese
propósito. Si ceden a controles y amenazas gobierneras, tienen dos opciones.
Se hacen los locos, a todo riesgo pulsan la tarjeta
azul, esquina inferior izquierda de la mano por la unidad del cambio con la
sigla MUD. Así se liberan de la servidumbre y serán ciudadanos con derechos y
deberes ordenados por la Constitución democrática de 1999 violada cada día
desde entonces.
Si ya sufren de resignación aprendida a juro y
votan de nuevo por sus amos y verdugos, como si fueran rojos yihadistas
tropicales, con su elección se suicidan y destruyen gran parte del entorno
todavía en pie.
Por eso, de la voluntad puesta
en acción por ese mismísimo pueblo civil y militar, depende si la
Venezuela libre, justa y decente resucita y los integra a la república liberal que
respetará por ley a sus personas y los escasos logros que obtuvieron durante
quince años mentirosos.
Su nuevo poder está en la tarjeta azul esquinera y no
es boleto de lotería.
Alicia Freilich
alifrei@hotmail.com
@aliciafreilich
Caracas - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario