domingo, 29 de noviembre de 2015

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ESCENARIOS DE UNA HISTORIA NO ACABADA,

No comprender que la política es expresión de la historia, es arriesgarse a “tropezar con la misma piedra”. Antonio José Monagas
ESCENARIOS DE UNA HISTORIA NO ACABADA

Todo proceso histórico tiene un inicio, un auge, un deterioro y un ineludible final. Desde aquellos que exaltan los hechos bélicos, hasta los que enaltecen los momentos impasibles. Pero que no por ello, dejan de tener la importancia que destaca la creación, desarrollo, consolidación, fenecimiento y transmutación de toda idea que distingue al hombre en medio de sus fortalezas y las pesadumbres que atosigan su vida en todos sus sentidos.
Justamente en términos de lo que arriba se explica, la política es expresión de un proceso histórico. Como tal, responde a condiciones que solamente la historia puede comprender. Por eso se dice que la historia se repite, aunque sus lecciones no sean aprovechadas en beneficio de la consciencia de la libertad. Sin embargo, el problema estriba cuando hay que esperar a que se desarrolle pues en caso contrario se reduce al hecho en el que queda pendiente su consumación. Y así, no vale esfuerzo alguno que pueda salvar el devenir de calamidades que sólo la historia es capaz de predecir como evento del futuro. Tan cierto, que Dionisio de Halicarnaso, historiador griego (60AC-10), refería que “la historia es una filosofía de ejemplos”. Así que no entenderla y atenderla, significa “tropezar con la misma piedra”.
Decir pues que la política es expresión de un proceso histórico, es considerarla como ámbito de un espacio de la historia. En consecuencia, su proyección o análisis de cara al futuro debe evaluarse a través de escenarios o descripciones de circunstancias que representan situaciones posibles del entorno en términos de tiempos de ocurrencia. En el caso Venezuela, es reconocer que las condiciones que preceden y presiden los procesos sociales que signan la movilidad política, han de corresponderse con las susceptibles realidades que definirán las elecciones parlamentarias a realizarse el venidero domingo 6 de diciembre.
Para la planificación política, dicho acontecimiento luce de sumo interés. Semeja un inmenso aunque difícil auditórium con capacidad para acoger una población habilitada para votar de 19 millones 496 mil 296 venezolanos (Según el CNE). No obstante, la estructura política que permitirá tan concluyente hecho, conjuga los espacios necesarios para proceder a un análisis cualitativo que invite a pensar en las posibilidades que precisarán las realidades de tan esperada fecha. Asimismo, en las consecuencias de las decisiones a ser asumidas en virtud de las necesidades e intereses a servir como directrices de acción tan especial día.
Así, habrán de considerarse distintos escenarios. Por ejemplo, el determinado por vaivenes de una economía debilitada tanto como zarandeada por los avatares de las circunstancias nacionales e internacionales. Acá se tienen variables relacionadas con el precio del petróleo y del oro. Así como lo causado por la política asumida de estímulos financieros. Otro que define el posible comportamiento electoral, tiene que ver con factores propios del ambiente político dominante. Al respecto, hay que tomar en cuenta la tensión inducida por problemas vinculados con la exasperación de grupos que actúan bajo la violencia permitida por el gobierno central. Está también aquel aducido por la no negada incidencia de un fraude encubierto por la impunidad jurídica que asoman algunas actuaciones del mismo Poder Electoral. Otro que no debe descartarse, está emparentado con una presunta negación del alto gobierno a reconocer al otro lo cual requeriría de un supuesto apoyo por parte de un sector militar de escaso sentido de lo que significa la institucionalización de la democracia.
Pero, ¿qué razones llevan a pensar en tan delicados escenarios? La respuesta no es del todo difícil aducir. En principio, cabe señalar la desidia, embrollo, inseguridad y la represalia suscitada a consecuencia de una gestión de gobierno dedicada al proselitismo excesivamente ejercido. Tal comportamiento gubernamental, ha generado problemas hasta ahora no resueltos. O provocados para desviar la atención de los primeros. Entre esas razones, puede hablarse de la galopante corrupción, una desmedida inflación, conminaciones del TSJ, libertades políticas secuestradas, falta de autonomía de los poderes públicos, apoyo militar comprado mediante prebendas y preferencias, un desproporcionado régimen de controles y una hegemonía comunicacional injusta y desproporcionada. Todo esto, anima temor, desconfianza, confinamiento resignación y apatía en la población. De ahí que esta explicación resalta escenarios de una historia no acabada.
VENTANA DE PAPEL
CONSTRUIR UNIVERSIDAD: DURA TAREA
Hacer universidad no es cuestión de discurso. Tampoco de lacónicas ideas. Mucho menos, de estrechos sentimientos o meras acciones al voleo. Hacer universidad, es un asunto de compromiso de cara al viento que sopla en medio de los embates de un tormentoso momento. Hacer universidad, es mirar lo que cada pensamiento ilumina, para luego otear más allá del horizonte. La conjugación de ambas perspectivas constituyen la llave que abre el compartimiento que guarda la voluntad. Pero que también abre la ventana de la razón sobre la cual se cimienta la estructura que soporta los niveles que sirven de plataforma al libre juego de elementos que dan sentido y dirección a las apreciaciones de la vida. Apreciaciones éstas que, derivadas de la relación intelectualidad-conocimiento, saben cernir las orientaciones que determinan la movilidad del mundo en sus más amplias expresiones.
Este preámbulo vale a manera de iluminar camino que conduce hacia la razón de ser de la universidad. O sea, rectora de la educación, la cultura y la ciencia. También, de las humanidades, la tecnología y las artes. Pero a pesar del esfuerzo que ha significado abrirse paso por tan ardua senda, las universidades (autónomas) se han visto en serias dificultades para recorrerla. Más aún, hoy día cuando el actual régimen político venezolano, valiéndose del poder, se ha dado a la perversa tarea de obstruir su paso. De modo que es harto conocido, que estas universidades viven su peor trance: exiguos presupuestos, salarios de miseria. La violencia  y la inseguridad campean sus aulas, jardines y pasillos.
Sin duda, estos eventos se traducen en zozobra, escrúpulo, inasistencias, conflictos. Sobre todo, desarreglo en lo institucional afectando por consiguiente, bibliotecas, laboratorios y clases. Esto se resume en una mediocre calidad académica y precariedad institucional. Desde luego, esto ha contribuido a que el país haya visto contraer su otrora posición en el universo académico al decaer en índices de desarrollo relativos a indicadores científicos y universitarios.
Paradójicamente, la actual crisis universitaria ha servido no sólo para justificar justos reclamos que fungen como legítimas y válidas reivindicaciones que buscan elevar la condición socioeconómica de los miembros de la comunidad universitaria. Así como también, la condición político-institucional que reclama la universidad autónoma en virtud de las contingencias  que vapulean sus libertades académicas y valores morales que asientan su desarrollo y consolidación.
Es claro que el discurrir de la universidad autónoma no debe estar enviciadamente sujeto a estigmas que se nutren del resentimiento, el odio o del egoísmo que caracteriza el devenir político-partidista que define al país desde la crisis político-administrativa-financiera que consume sus ya debilitadas razones.
La polarización que afecta al país político, ha arrastrado inexorablemente las universidades a detenerse y reducirse en su forma de accionar protestas que mejor aviven sus capacidades y fortalezas. “Solidarizarse con la dignidad y autonomía de la universidad venezolana”, como la FAPUV denomina uno de sus documentos fundamentales, más que protestar a viva voz, es refutar con el ejemplo que bien puede darse al mostrar el talante militante del profesorado de vocación democrática. Asimismo, el talento diligente de una comunidad universitaria creativa e innovadora con la fuerza de propuestas necesarias para infundirle consciencia al país político, económico y social. Por todo esto, construir universidad es una dura tarea.
 “La historia es a la política, como los ríos al mar, o como el aire al espacio. De su aporte depende su contenido y calidad”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

Merida - Venezuela

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