Habían transcurrido pocas horas de la tercera
devaluación de la moneda china cuando los mercados bursátiles internacionales
se vinieron al suelo. La duda de que China pueda salir adelante con sus
reformas económicas se ha instalado en los mercados internacionales.
A lo largo de todo el año 2015 la humanidad tuvo
demostraciones palpables sobre la onda expansiva que cualquier movimiento en
China genera. Solo que esta última crisis- la tercera en un año-atendida a
través de otra nueva corrección
económica desde Pekin para efectos
internos, hizo que se esfumaran 3
billones de dólares del planeta en segundos.
Lo sí está claro es que es imprescindible comenzar
a descontar estos efectos y establecer medidas que, de alguna manera protejan a
todas las economías, grandes y pequeñas de las turbulencias chinas antes de que
estas ocurran. Y que hagan razonar a sus lideres sobre la inconveniencia de
someter al mundo a tales vaivenes. La consecuencia de una desaceleración global
afectará en la misma medida a la propia China.
No es tan
difícil entender lo que ha estado ocurriendo a las bolsas del planeta, a medida
que los chinos intervienen internamente para corregir su rumbo y generar el
efecto de mantener su expansión. No hay que irlo a buscar en intrincadas tesis
macroeconómicas. El tema es en extremo sencillo. Los mercados de valores
globales están descontando dos poderosas distorsiones que vienen teniendo lugar
en la economía del coloso.
La primera de ellas nace de la más simple
observancia de que la estrategia para mantener una expansión cercana 6,5% sobre
la base de un mayor consumo interno de los 1400 millones de nacionales chinos
no está produciendo resultados. La corrección de tal debilidad se ha intentado
lograr a través de devaluaciones sucesivas, la más eficiente fórmula para
retornar al viejo modelo de exportaciones masivas de baratijas de calidad
dudosa y de muy poco valor agregado. Es
el propio chino del interior del país quien se abstiene de consumir por su
íntima desconfianza en que el progreso de la nación que los alberga les
brindará mejor calidad de vida. “Mejor es ahorrar para atender las necesidades
del otoño de sus vidas”, piensan. El mercado inmobiliario no logra levantar
cabeza con actitudes de ese tenor. Y además, para diciembre pasado se registró
el sexto mes seguido en el que las industrias acusaron merma en sus utilidades.
La segunda es la evidente y visible actitud oficial
frente a las ineficiencias de sus empresas estatales, endeudadas a niveles
insostenibles sin que ellas sean forzadas a enfrentar sus ineficiencias. Europa y Estados Unidos, en su momento,
resolvieron las deudas insolutas a través de una valiente y dramática
reestructuración de la economía interna. La actitud de los gobernantes chinos,
ante tales distorsiones, ha sido la de inyectar masas enormes de dinero en la
economía sin enfrentar frontalmente los
entuertos, con lo que han contribuido a atornillar el proceso destructor.
La desconfianza en la fortaleza de este líder
mundial, alimenta sin piedad el perverso ciclo en el que navega una de las dos
primeras economías mundiales. La
desinversión es la consecuencia y de allí, la reacción de los mercados. Sin una corrección de rumbo asistiremos a una
cascada dramática de perturbaciones, hasta que la debacle sea total.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
Miranda – Venezuela
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