En la primera memoria
y cuenta de Marcos Pérez Jiménez termina el mito de los ranchos en Venezuela.
Del puño, letra y firma del dictador, estaban reflejados los cien años de
militares en el poder. Habían en Venezuela 875.704 viviendas, de las cuales
420.000 eran ranchos de piso de tierra, donde se “excretaba en el suelo”. “El
rancho era el hogar por antonomasia de la totalidad de la población rural”
(Colmenares 2011) y Cerca del 40% de los habitantes de Caracas para la época
habitaban en ranchos precarios, construidos “con los materiales más
inverosímiles” (Revista del Colegio Ingenieros 1953). De allí que al menos se
construyeran doce urbanizaciones nuevas en la misión vivienda más grande jamás
intentada, ocho urbanizaciones para la clase baja, dos urbanizaciones para la
media y otras dos para la media alta. Solo para la “Comunidad Obrera 2 de
Diciembre” (hoy 23 de Enero) se construyeron 9.000 apartamentos para alojar a
60.000 personas.
Por eso es que todos
pudimos conocer de boca del propio Hugo Chávez que durante la dictadura
militar, y algunos años de la democracia, vivió en un rancho de bahareque de
una sola habitación, de piso de tierra, con techo de Palma a dos aguas, con un
baño afuera “con hueco” y sin electricidad, hasta que su tío Marcos, militante
del partido Acción Democrática y quien trabajaba en el Ministerio de Obras
Publicas llegó en 1961 con lo que pudo ser la primera “Gran Misión Vivienda” y
les construyó una casa moderna con electricidad y agua corriente (por cierto,
el padre de Hugo también era adeco en aquella época). Basta con ver el video de
entrada de Evo Morales en su casa de infancia para darnos cuenta que de ninguna
manera se trato de una “ratonera”. Chávez, quien había vivido en uno de los
ranchos de tierra descritos por Pérez Jiménez, donde se “excretaba en el suelo”
nunca responsabilizó ni acusó de las precarias condiciones de su vivienda a su
par, el dictador militar (a los políticos armados) sino paradójicamente a quienes
lo sacaron del atraso en el que vivía.
Por eso, aunque Pérez
Jiménez pasó a la historia como “el gran constructor”, fue una nimiedad, en
consideración a las verdaderas y grandes misiones vivienda de la democracia. En
40 años se construyeron: 134.632 (1964-68), 208.614 (1969-1974), 292.451
(1974-79), 391.893 (1979-1983) 367.739 (1984-1988) 314.333 (1989-1993) y
341.662 (1994-1998) para un total de 2.051.328 viviendas levantadas durante la
democracia. Chávez llegó al poder con seis millones de viviendas y al menos la
mitad, fueron construidas directamente por el Estado en cada momento histórico.
Por otra parte,
Nicolás Maduro vivió durante su niñez y juventud en un apartamento de clase
media, construido para la clase trabajadora muy cerca de la Iglesia de San
Pedro. De padres muy afanosos, él venezolano, miembro de un partido político
del que llegó a ser diputado suplente, y ella, de madre colombiana muy echada
palante en una Venezuela democrática que les permitió graduar a por lo menos
dos de sus hijas en la Universidad Central de Venezuela. Maduro posteriormente
se fue a vivir a un apartamento en Caricuao, de los construidos en aquella
tercera etapa, también exclusivamente para los trabajadores venezolanos por los
gobiernos democráticos que de ninguna manera pudieran ser calificadas de
“ratoneras”, pues su amplitud hoy se puede ver en cualquiera de las páginas en
las que se ofertan inmuebles.
Aquí surge la primera
gran discusión entre los venezolanos de primera y los de segunda. Un
beneficiario de lo que podríamos llamar la gran misión vivienda de Pérez
Jiménez en el 23 de Enero, pudo honrar su crédito a cuotas muy bajas que fueron
con el tiempo haciéndose risibles y hoy puede vender su propiedad por 18
millones de bolívares. En los desarrollos para la clase media como en los que
vivió Maduro en su infancia, los propietarios que recibieron su crédito del
Banco Obrero pudieron pagarlo y hoy venden sus propiedades por treinta millones
o más y en el desarrollo de Caricuao, exactamente en el mismo edificio en el
que él habitó posteriormente, su propietario puede venderlo por veinte
millones. En fin que las 2,5 millones de familias venezolanas “de primera” de
las grandes misiones anteriores hoy tienen derecho a progresar, a que su
inmueble se revalorice y proteger su propiedad de la inflación, pueden vender
su apartamento para comprar otro mejor, en otro lugar o convertirlo en una
cuota inicial para que su hijo pueda tener el suyo, etc. Pero el millón de
familias de la gran Misión chavista y ahora madurista, no tienen derecho a
nada, porque el programa que les da la
vivienda los obliga a ser esclavos políticos de un gobierno que no los respeta
como seres humanos, que les viola el derecho a aspirar y les cercena la
superación personal, ya que la condición para aceptar la vivienda es que ésta
no pueda revalorizarse a lo mismo que las viviendas del 23 de Enero. A lo único
que tienen derecho los beneficiarios de la misión vivienda chavista-madurista,
es que el favorecido debe estancarse de por vida.
Un venezolano de
primera puede tener una vivienda de 100 mil dólares en el 23 de Enero y
venderla a tasa SIMADI, uno de segunda puede tener uno de 105 mil dólares, pero
venderlo a tasa 6,30. El de primera en el 23 de Enero puede garantizarse la
protección del 145% de inflación acumulada del BCV, el de segunda no tiene
nada, porque lo pierde todo. Pero claro está, que la esencia verdadera del
socialismo, es que los venezolanos “de primera”, pueden también escoger
libremente y votar por quien mejor consideren y juzgar el verdadero trabajo
político de sus gobernantes, porque a pesar de haber sido beneficiarios de una
vivienda, los bloques de Maduro en Caricuao votaron en un 72% por Chávez, para
luego ir cambiando de parecer y terminar votando por Capriles en 2013. Pero un
venezolano de segunda, solo tiene derecho a votar en un Desarrollo Urbanístico
99,77% en todas las votaciones, so pena de que les quiten su derecho como en
efecto, han sido amenazados (Nota: el único que vota en contra es el testigo de
la oposición).
El detalle está en
que los líderes socialistas, es decir los líderes de los venezolanos de
segunda, venden sus propiedades como los venezolanos de primera a tasa de
mercado especulativo, se protegen de la inflación y venden sus camionetas
importadas a tasa de dólar prohibido, mientras hablan con énfasis de los
“derechos” de sus gobernados. Valdría la pena incluir un artículo al Proyecto
de la ley Gran Misión Vivienda para pasar las residencias de los líderes
chavistas, de sus familias e hijos, al mismo régimen que sus gobernados, para
al menos acabar con la doble moral o poner en práctica la tan cacareada
igualdad social. También deberían un aparte que establezca que los hijos de los
líderes tampoco puedan vender sus propiedades y camionetas a más de la tasa de 6,30
como obligan a los propietarios de la Gran Misión Vivienda y que se les ajusten
sus valores a la inflación del BCV. Sabemos que esto no ocurrirá, porque para
nadie es un secreto que para alcanzar el comunismo por la vía del voto, era
imperativo convertir el sistema electoral en la mayor estafa piramidal de la
historia, un chantaje que convirtió al pobre y a sus sueños en un esclavo del
voto.
Está prohibido en la
Venezuela de hoy aspirar a la superación y a las necesidades más elementales de
progreso para los venezolanos, por eso propongo que apoyemos la discusión sobre
la propuesta de Julio Borges, que en el fondo lo único que busca es “libertar a
los esclavos políticos”.
Thays Peñalver
thays.penalver@me.com
@thayspenalver
Caracas - Venezuela
THAYS PEÑALVER,
MARCOS PÉREZ JIMÉNEZ, HUGO CHÁVEZ, JULIO BORGES, NICOLAS MADURO, URBANIZACIÓN
23 DE ENERO, GRAN MISIÓN VIVIENDA VENEZUELA,
No hay comentarios:
Publicar un comentario