Quizá no nos persigan zombis
sonambulescos roncando su monstruosidad en nuestros oídos y debamos, por
razones de supervivencia, ensartarle un disparo encefálico para derribarlos y
lograr camuflarnos posteriormente en un paraje para salir desapercibidos,
mientras ese mundo terrorífico sigue haciendo de las suyas, pareciéndose sin
mensura a esta realidad nacional deshumanizada.
Lo innegables es que esta serie
televisiva tiene elementos similares a nuestras particulares circunstancias
semiapocalípticas, en una Venezuela desmigajada y perturbada, al borde de una
demencia colectiva.
No sólo estamos sumidos en la
incomprensible carencia de suministros para subsistir, sino además los
servicios básicos han llegado al nivel de lo brutal y feroz, como si nos
acosara un zombi hambriento por ensartarnos una dentellada en la yugular,
olfateando nuestra desesperación por conseguir aunque sea un paquete de harina
para comer.
Esta pavorosa Venezuela transita
en el aturdimiento de no comprender cómo permitimos la destrucción de nuestros
valores, entendimientos y la gran potencialidad para crecer en lo económico,
mientras las riquezas llegaban a la tasa de un oro negro histórico en su valor
y la política blandía la falsedad de un sistema sostenido por la desventura de
un pueblo, al cual se le enseña a pedir migas y a sacrificar sus emociones en
el lodazal de la pobreza.
Hay una bomba de tiempo con espeluznantes
compases, pudiendo explotar de forma atronadora, convertida en histeria masiva.
No sabemos si el repulsivo zombi tiene rostro de desabastecimiento, de
inseguridad extrema o de inflación abrumadora, pero lo cierto es que como
sabueso mal encardo nos persigue a todas partes para perturbar nuestra
tranquilidad.
Como en esa aterradora serie,
vivimos en una austera y poco apacible cotidianeidad, pues el anuncio no es la
llegada de una horda de muertos caminantes, sino el arribo de algún producto
que genera el dejar hasta una acción laboral apremiante.
El venezolano permanece atareado
en cómo resolver la complicada ecuación de la supervivencia. Con los sueldos
más bajos del continente se debe adquirir los productos de primera necesidad a
sobreprecio, los cuales muchos ya ni se consiguen en ese aprovechado mundo de
la especulación.
Así de simple. The Walking Dead
es una galería para mostrar y enumerar realidades del venezolanos, quienes ya
estamos preparados para vivir en bunkers, contar pormenorizadamente los insumos
alimenticios, efectuar trueques con los medicamentos y hasta de darle una
bofetada al zombi más valiente que trate de quitarnos un trozo de pollo.
Tal vez pareciese ser una
exagerada comparativa con la afamada serie televisiva, pero si agregamos que
vivimos en un opresivo plan de racionamiento de agua potable, el servicio
eléctrico zigzaguea y tiene un mal pronóstico al depender de la represa El
Guri, la cual se encuentra en situación crítica, el programa proyecta una
ficción menos atronadora a la que sucumbe nuestro amado país sudamericano.
Han publicado un decreto de
emergencia económica. Ya el mandatario nacional mencionó que recurrirá al
aumento de la gasolina para palear las arbitrariedades de una economía ida de
las manos hace mucho. Sólo nos queda cruzar los dedos y no sea la película de
Mad Max nuestro próximo escenario como nación.
José Luis
Zambrano Padauy
zambranopadauy@gmail.com
@Joseluis5571
Zulia -
Venezuela
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