Sí, del lado del
oficialismo hay terror de que apoyado en la Constitución Bolivariana de la
República de Venezuela los sectores democráticos convoquen dentro de unos meses
a un referéndum revocatorio del presidente Nicolás Maduro. De este otro lado de
la acera hay temor, no terror, que es otra cosa, es decir, sospecha de que algo
pueda conllevar un efecto perjudicial o negativo.
Creen algunos
dirigentes políticos, analistas, columnistas, que se corre el riesgo de que el
pueblo que votó de manera abrumadora el 6 de diciembre por los candidatos
parlamentarios de la Mesa de la Unidad Democrática no lo hagan del mismo modo
para sustituir la cabeza del Gobierno Nacional.
Verdad que no tienen
sentido esas razones. Lo sucedido el 6 de diciembre fue la manifestación más
evidente de que más allá de un cambio parlamentario aspiraban más bien a un
cambio de sistema, de la forma de administrar y de ejecutar los recursos de la
Nación. Como lo dijera el doctor Allan
Brewer Carías: “el 6D en Venezuela se produjo una rebelión civil,
constitucional, contra un modelo fracasado”.
Todo indica que vamos
camino al abismo, de mal para peor. Si se mantiene el mismo discurso de antes
de las elecciones de diciembre, las mismas políticas, si los nuevos ministros
piensan que podemos salir de la crisis sembrando en cualquier terrenito o
perolita que tengamos en casa, con el control estatal sobre la economía, el
precio del petróleo en 24 dólares, evidentemente que todos estas trabazones
obligan a un cambio desde las raíces.
El régimen está
entrampado. No tiene escapatoria a pesar
de su poder, de mucho poder, pero obviamente menos que antes. Si se radicaliza
más sería una locura colosal, que con una popularidad tan mermada estirara más
la liga.
Entonces, aunque
parezca ilusorio la única salida que les queda sería conformar un gobierno de
integración, una especie de ancha base, que es una fórmula de soporte, de
sostén para no derrumbarse. Sin embargo, se corre el riesgo de que el pueblo no
acepte ese contubernio burocrático.
Ahora, es vital para
este proyecto reconstruir el TSJ. Un revocatorio al Presidente sería reducir
una riña de éste en solitario. Me explico mejor, en sus estrategias no tendría
sentido someter de nuevo la figura de Chávez
a otro vergonzoso revuelco, cuando todo se ciñe a la pregunta de si
desea o no que Maduro siga en la presidencia, más nada.
La lucha sería de
Maduro contra millones de venezolanos. Ni siquiera la justa electoral sería
contra uno de los líderes de la oposición, esto pues lo coloca en una posición
de minusvalía. Más aún si consideramos que en las parlamentarias se obtuvieron
cerca de ciento cincuenta mil votos por encima de los sufragios que se
necesitarían para triunfar en el revocatorio.
Según algunas encuestas que todavía no han sido publicadas, hechas después de las elecciones pasadas, colocan a Maduro con 10% de aceptación y 90% de rechazo. Ahora si eso les parece insuficiente lo que quedaría es resignarse, sentarse en una acera a esperar el año 2019. Los militares, un ejemplo, el jesuita Arturo Sosa puso la lupa en este dato: “En aquellas mesas en las que votaron el 6D sólo militares la ventaja a favor de la MUD fue mayor que la media nacional, 70-30”.
Rafael García Marvez
garciamarvez@gmail.com
@RGarciaMarvez
Carabobo - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario