Los venezolanos del
2016 viven inmersos en un ambiente y condiciones de tal velocidad que han
perdido la facultad de superar una situación de distracción, porque las
subsiguientes realidades, si acaso, les
facilitan hacer uso de la posibilidad de entender lo que sucedió.
Minuto a minuto, en
fin, no hay componentes de ninguna agenda existencial, laboral o recreativa que
pueda ser asimilada con detenimiento, porque su propia conformación o
desarrollo lo impide. 0, en el peor de los casos, el repentino surgimiento de
nuevos escenarios, sencillamente, se encargan de anular el valor de lo
importante, porque emergió la determinante presencia de la urgente,
indistintamente de la consideración subjetiva del hecho.
Es precisamente lo
que la ha sucedido a partir del 5 de enero, después que se produjo el cambio de
autoridades en la Asamblea Nacional por
voluntad y decisión de la mayoría de los electores del país.
Se instaló la nueva
Asamblea Nacional. Y lo hizo cumpliendo con todos los requisitos de ley. Sin
embargo, no se pudieron juramentar todos los Diputados electos y previamente
proclamados por el Poder Electoral. De que esto último sucediera de esa manera,
al dejar sin representación al Estado Amazonas,
se ocupó la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia. Sus
miembros, apelando a un malabarismo jurídico útil para conducir inconvenientes
situaciones adversas a los intereses de esa triada dominante de
partido-gobierno-estado, sencillamente, invalidó elecciones, proclamaciones y
el derecho a la juramentación, amén de ignorar lo que la Constitución consagra
como inmunidad parlamentaria.
La autoridad
parlamentaria hizo caso omiso de la decisión del TSJ. Juramentó a sus 3 colegas
de Amazonas. Y el TSJ, como ya es habitual en casos similares de esta
naturaleza afectante de la triada, desconoció la decisión del Poder Legislativo
y lo declaró en desacato. Sin embargo, los parlamentarios desconocidos por la
citada Sala Electoral de TSJ optaron por renunciar a su representación popular,
y reclamar el reconocimiento de sus derechos por la vía legal.
La Unidad Democrática, con 109 Diputados, mantiene el control de la 2/3 de la Asamblea. Es decir, el “lazo cayó en el suelo”. Y es, inclusive, como que si alguien de la bancada del Gobierno no hubiera sacado bien la cuenta.
Sin
embargo, el Gobernador del estado Amazonas, Liborio Guarulla, tiene otra tesis.
El considera que el Gobierno necesita mantener la región en condiciones de
“excepción”, en razón de la importancia y utilidad política de que sea así. De
hecho, siempre ha sido de esa manera, porque en ese estado no hay precisamente
vocación y actitud de sumisa incondicionalidad ante la voz del llamado mando
socialista o revolucionario.
Las alarmas
nacionales e internacionales se activaron ante lo que muchos consideraron que
era un “choque de poderes”. 0tros, mucho más audaces, inclusive indicaron que
Venezuela estaba en vísperas de vivir un “fujimorazo” sin Sendero Luminoso como
excusa, aunque sí con una interpretación cuartelaría de los derechos políticos,
electorales y ciudadanos. Lo cierto es que las opiniones y observaciones de la
ONU, de la OEA, de gobiernos verdaderamente democráticos y de otros tantos,
hizo posible que los demonios del revanchismo electoral y de la violencia de
albañal, optaran por agazaparse nuevamente.
Es decir, no hubo
claudicación; tampoco sometimiento al espíritu democrático. Porque
totalitarismo y democracia no son precisamente expresiones ideológicas y
conceptuales homogéneas. ¿Es que acaso no es precisamente ese mismo antagonismo
el que se ha manifestado otra vez, después de que la institución parlamentaria
pudo dar los nuevos pasos?. Es lo normal. Tenía que ser así, consideran los que apelan a la interpretación
de lo que ha estado sucediendo desde entonces. Y eso incluye, por supuesto, los
dimes y diretes relacionados con la
presentación de la Memoria y Cuenta por el Presidente de la República. También
la jugada por mampuesto de disponer de una nueva fórmula habilitante con la
presentación de un Decreto de Emergencia Económica.
Los malabarismos
jurídicos al servicio de la triada no se han agotado. Momentáneamente, también
se han agazapado. No han aparecido después que la mayoría parlamentaria de la
Unidad Democrática dejó sin efecto la vigencia del citado Decreto mercadeado
como propuesta de avanzada contra el rentismo petrolero. No ha habido tiempo,
quizás. 0 se está ejercitando para cuando aparezca la oportunidad de actuar.
Mientras tanto, más
allá de lo anecdótico en el orden político para los que no siguen con pasión la
final del béisbol profesional, el desarrollo de los demás deportes, ni las
andanzas de la corrupción criolla en el ámbito internacional, hay otras
situaciones que angustian, molestan, indignan, desesperan. Las colas para
adquirir cualquier bien esencial aumentan a diario; crecen como la rabia; se
proyectan peligrosamente contra lo establecido.
No sorprende, desde
luego, que desde el alto gobierno se apele al no rentismo y a la no guerra
económica como alternativas efectistas para simular disposición a solucionar lo
que ya el propio Poder Ejecutivo admite como componente o consecuencia de la
crisis económica. Pero la escasez y el desabastecimiento no se solucionan con
manchetas propagandistas. Tampoco con frases rimbombantes en las bocas de los
patriarcas de la pomposamente llamada revolución socialista.
No hay gremio privado
de la producción que no haya alertado sobre la gravísima situación que tiene el
país, ante la indisponibilidad de inventarios y de reservas de alimentos, medicinas,
agua y de un servicio eléctrico de calidad. La Asamblea Nacional no está en
capacidad de resolver esa multiplicidad de problemas, sí de orientar y
recomendar formas de solución. La gran responsabilidad lo tiene en sus manos el Poder Ejecutivo, que no puede
seguir eludiendo responsabilidades y obligaciones morales, a la vez que trata
de conseguir un salvavidas oxigenante de su fracasado modelo económico.
La creación de
Consejos para impulsar una producción exportadora suena bien y alegra a unos
cuantos; también que se haga un anuncio aislado en materia cambiaria. Pero eso
es un suspiro en el medio de la sabana;
aislado de las condiciones políticas y jurídicas imprescindibles para que
Venezuela rescate la confianza entre los inversionistas criollos y la inversión
internacional.
Ciertamente, no hay
soluciones milagrosas. Pero abundan y se multiplicarán cuando se correspondan
con decisiones soportadas por demostraciones sinceras de que son un producto de
la voluntad política de un Gobierno comprometido con el ejercicio del poder; no
sólo con su goce morboso.
El ingreso petrolero,
ese mismo que en época de escasez es capaz de hacer nacer los más sorprendentes
como creativos gritos contra el rentismo, hoy no se va a multiplicar con
llamadas telefónicas y reuniones de emergencia de la 0PEP. Mucho menos con
exhortos a “nuestros amigos” de China, Rusia y de Irán. El precio del petróleo
está influido seriamente por la “culebra” entre competidores peso completo como
Arabia Saudita, Rusia y los Estados Unidos, mientras la economía china se
debate entre ser comunista o capitalista, porque el híbrido pareciera haberse
agotado y su economía necesita definiciones en razón de capacidad y posibilidad
competitiva.
¿Y cómo financiar la
promoción de soluciones sin disponibilidad de recursos?. Porque es verdad:
Venezuela, a nivel internacional, está desprestigiada y endeudada. También es objeto de sospechas
de no estar en capacidad de poder honrar los compromisos adquiridos. Tanto que
ya se cree que su caída en impago o default no es de si es posible o imposible,
sino de cuándo sucederá.
Adicionalmente, las
economías de los únicos países que habían otorgado préstamos, es decir, Rusia y
China, están hoy en serias dificultades financieras, sin recursos para invertir en saco roto y de
difícil recuperación. China atraviesa por una fuerte crisis económica. Presenta
un elevado endeudamiento, con una industria en crisis y con todos sus índices
económicos reflejando serios problemas. Por otra parte, el 2016 será crucial
para ese país, que se prepara para celebrar su Asamblea Nacional Popular en
marzo próximo. Entonces, someterá a votación su Décimo Tercer Plan Quinquenal,
para decidir sobre qué hará en lo económico y en lo político. ¿Figurará
Venezuela en ese tablero?.
En cuanto a Rusia, el
panorama no es mejor. Sus dificultades son aún peores que las chinas, porque
más de la mitad de sus ingresos corresponde a ventas petroleras y gas,
obviamente, también se han desplomado.
Además, con un PIB que bajó a 3,8%,
una producción industrial que se redujo el año pasado en un 3,3%, y con
una inflación que llegó al 12,7%, además
de sufrir los rigores de las sanciones impuestas por Occidente después de haber
intervenido en Ucrania, todo se traduce en un cuadro muy complicado para ellos.
¿Es de esperar que Venezuela aparezca en sus planes futuro, más allá de figurar
en la lista de compradores de chatarra bélica?.
Sin duda alguna,
Venezuela no dispone de un asidero financiero internacional seguro; tampoco de
fórmulas mágicas. ¿Tendrá que recurrir
al Fondo Monetario Internacional?. La estabilización macroeconómica es
inevitable, en caso de atreverse a procurar soportes financieros confiables y
seguros, como base de un plan de ajustes que contenga el colapso económico hacia
el que corre el país aceleradamente. Desde luego, eso implica un alto y
doloroso costo social. Pero si los poderes Ejecutivo y Legislativo, antes que
confrontar, se dedican a coincidir, a consensuar decisiones, entonces la
ciudadanía pudiera entender que sus sacrificios tendrán compensaciones, no más
frustraciones y empobrecimiento.
Los diagnósticos de
lo que sucede y de lo que habría que hacer para atacar las causas de los
problemas, son conocidos. Y lo que se debe hacer, es actuar. Discernir. Construir
soluciones basadas en un firme soporte de voluntad política. No hay cabida para más experimentos fallidos.
Tampoco se puede perder el tiempo en confrontaciones inútiles. Los responsables
de delitos administrativos que asuman su obligación de saldar cuentas con la
justicia. Es mucho lo que hay por hacer. Demasiado trabajo por acometer. Y en
cuanto a seguir clamando por ingresos providenciales en abundancia, es
importante no olvidar que a la gallina de los huevos de oro, hay que
recuperarla. Pero eso no es asunto de horas. Se mueve entre “culebras”
internacionales y también está picada por ellas.
Venezuela, hoy más
que nunca, depende del ingenio, trabajo, creatividad y mutua colaboración entre los suyos. De
todos: Iglesias, Fuerzas Armadas, sectores políticos, empresarios, fuerzas
laborales, universidades, estudiantes. Se trata de evitarle al país, y a los
que habitan en él, peores escenarios a los que hoy viven. Y eso es posible.
Egildo Lujan Navas
egildolujan@gmail.com
@egildolujan
Fedecamaras
Miranda – Venezuela
Enviado a nuestros
correos por
Edecio Brito Escobar
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Caracas - Venezuela
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