En el artículo
anterior consideramos los elementos ideológicos e históricos que podrían
generar una coincidencia geopolítica entre la transición en progreso que se
gesta en la Cuba de los Castro hacia una “glasnot”, palabra rusa que significa
“transparencia”; y una “perestroika” que en ruso significa reestructuración,
estas características coinciden con otros eventos históricos que denotan el
discurso oficial del gobierno de los Castro hacia “buscar” en Venezuela nuevas
oportunidades alejadas de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y el PSUV o el
chavismo.
Los profesionales y científicos de la política y la
administración pública planificamos, diagnosticamos, evaluamos y pronosticamos
en base a escenarios situacionales, en ese sentido, las características del
contexto político que ha evaluado AD desde el año 2010 para diseñar su agenda
de reconquista del poder son seis (6), permítanme describirlas de forma
conclusiva:
1).- AD vio la existencia de una animadversión o
rivalidad dentro de la “nueva política”, Primero Justicia (PJ) y Voluntad
Popular (VP) eran unos adversarios neutralizables políticamente gracias a sus
ambiciones internas y prematurez política;
2).- La estrategia “maquiavélica” de sacarle provecho al
enfrentamiento natural entre PJ y VP le permite a AD forjar alianza
parlamentaria con la estrategia “betancuriana” de VP para neutralizar a la
fuerza mayoritaria de PJ como partido político dentro de la MUD;
3).- Crear una imagen de confrontación entre Ramos Allup
(AD) y Nicolás Maduro (PSUV), surgiendo una nueva polarización entre AD-PSUV y
posicionando la tarjeta blanca como la primera opción de poder real en el país
político y civil;
4).- Proyección de un nuevo liderazgo político opositor
“presidenciable” encarnado en Henry Ramos Allup (AD) para la transición
venezolana;
5).- Proceder al plan de transición planeado en el año
2003 y ratificada en el Pacto de Panamá del año 2010 entre Manuel Rosales (Un
Nuevo Tiempo), Eduardo Fernández (COPEI), Julio Borges (Primero Justicia) y
Henry Ramos Allup (AD);
6).- Las condiciones geopolíticas hemisféricas y el
restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos de América
y Cuba, además, del anuncio de Raúl Castro de culminar su mandato en el año
2018 obligan a propiciar un entendimiento inmediato dentro de Venezuela entre
el gobierno y la oposición, a través de una transición, con miras a garantizar
acuerdos de cooperación suscritos en años anteriores, entre ellos el Acuerdo
petrolero de Caracas del año 2000 (Chávez), cuyo antecedente histórico es el
Acuerdo petrolero de San José de Costa Rica creado por Carlos Andrés Pérez en
1978 para beneficiar a Cuba y Centroamérica.
Estas
similitudes geopolíticas con los cubanos y otros antiguos socios estratégicos
de Venezuela en la era de CAP y de AD (1959-1993) en el Movimiento de los No
Alineados (NOAL) le dan a éstos la oportunidad de mantener relaciones estrechas
con una Venezuela democrática y post–chavista sin necesidad de arriesgar su
capital político y gobernabilidad en sus respectivos países ni de arriesgar sus
negocios financieros y energéticos. La “nueva guardia” de la alta oficialidad
cubana está harta de los Castro y del comunismo, ven con rabia la presencia de
Maduro y su gabinete en visitas a la isla, esto aísla, a futuro, al chavismo
después de fuertes rumores sobre unas eventuales candidaturas pesuvistas
presidenciales de transición lideradas por Arias Cárdenas y el general Miguel
Rodríguez Torres, candidatos que no despiertan simpatía puertas afueras del
oficialismo, al contrario, generan desagrado y antipatía, mucho menos la
distante candidatura de María Gabriela Chávez, hija del expresidente Chávez,
ante esos escenarios, habría quedado la “carta” marcada del exministro de la
defensa Vladimir Padrino López, pero su “guabineo” lo desenmascaró echando por
la borda el capital político sembrado y cosechado fugazmente la noche del 6D,
al hacer aquélla célebre cadena donde se hizo pasar por un militar
institucional, pero que destruyó luego de exigirle a “El Turco” Ramos Allup
respeto para la imagen computarizada de un Bolívar profanado, peor aún, haber
vinculado a “El Turco” con una agenda neoliberal o vinculada a militares
golpistas, cuando aquí toda la sociedad política sabe el profundo rechazo que
históricamente han sentido los Adecos hacia el neoliberalismo y los militares
en el poder.
Ante todo este escenario, la presión internacional es muy
poderosa sobre Venezuela, sumada a la crisis económica. Somos un país
globalizado, cuyos índices de desarrollo humano eran urbanos y alfabetizados
antes de 1999, esa es la mayor fortaleza de la democracia venezolana.
La estrategia Adeca podría ser una transición negociada
con el poder ejecutivo al momento de un referendo revocatorio, garantizando así
que el chavismo subsista como partido en la política venezolana, como lo ha
sido la izquierda en otros países latinoamericanos al salir del poder, ejemplo,
Nicaragua en los años noventa… Hasta el próximo Lunes
Jhotani Medina
Quintero
jhotanium@hotmail.com
@jhotanimq
Lara - Venezuela
Esto si es análisis en profundidad
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