¿Que nos falta a los
opositores cubanos? Esta es la pregunta que a todos nos resulta difícil y harto
embarazoso de responder. Y, en verdad, ¡así es! Pero, no debemos quedarnos en
esa incógnita, es preciso hallar respuestas a las causales de nuestros
incesantes fracasos políticos para devolver la libertad y la democracia a Cuba.
En el escrito
anterior[i], mencioné tres aspectos íntimamente relacionados con el por qué a
los cubanos hasta el presente nos ha resultado imposible dar al traste con la
tiranía castrista:
¿Qué podemos esperar
de un mundo embelesado por las ¨reformas” raulistas? Es preciso reconocer que
la comunidad internacional, incluyendo a muy amplios sectores de la sociedad y
la política norteamericana, vio con simpatía el ascenso al poder de la
¨Revolución Cubana” en 1959. Dicho triunfo se identificaba con la instauración
en Cuba de la democracia, la justicia y la equidad social. Fidel Castro
encarnaba el héroe idealista-romántico que pondría fin al autoritarismo, la
corrupción, la injusticia social y el desorden.
Aunque muy pronto el
joven ¨revolucionario” se encargaría de encarnar todo lo contrario de dichas
aspiraciones, prácticamente se mantuvo incólume la seducción de su discurso
marxista-leninista. ¿Por qué?
Considero que ha sido
una constante en la historia del desarrollo del pensamiento filosófico-político
humano, el anhelo por alcanzar un equilibrio social equitativo en las
relaciones económico-socio-políticas ciudadanas. El fundamento sobre el cual ha
sustentado y mantenido su discurso el movimiento marxista-socialista
internacional, se ha basado en la explotación demagógica de dicha aspiración.
El alegato
marxista-leninista, que considera a los intereses de la colectividad por encima
de los intereses individuales; aunque carente de fundamento práctico alguno, motivó
una seducción muy amplia sobre amplios sectores de la intelectualidad, los
medios mediáticos de comunicación y los estudiantes de todo el planeta; en
particular, durante el desarrollo de la Guerra Fría. Este fue el ámbito político que encontró el
régimen castrista a su arribo al poder en enero de 1959.
A lo antes descrito,
debemos añadir el profundo anti-americanismo[ii] prevaleciente en el planeta,
aspecto perfectamente utilizado por Fidel Castro durante el ejercicio de su
mandato en la Isla. Castro logró identificarse a él mismo, como el paradigma
del anti imperialismo[iii] y del movimiento ¨progresista internacional”. Esta
particularidad le ha ganado la fidelidad e incondicionalidad de la izquierda
universal[iv].
Si la lucha anti
totalitaria cubana ha contado con un historial pletórico de martirios e
intensos sufrimientos ¿Por qué no hemos alcanzado la solidaridad internacional?
Si nos atenemos a las
estadísticas de crímenes del castrismo[v] proporcionados por la Sra. María
Werlau, directora ejecutiva de Archivo Cuba, el castrismo es culpable de ¨8.190
muertos, 5.775 fueron ejecutados y 1.234 asesinados extrajudiciales. Otros 984
fueron víctimas de homicidios provocados dentro de las prisiones”. A lo anterior es necesario añadir los que han
sucumbido en el mar, los violentos actos
de repudio, la marginación socio-política, los despidos, negativa de permisos
para implementar negocios, protagonizados en contra de los opositores.
Por otra parte,
durante la historia de la lucha opositora cubana, se han producido hecho de
sumo verdadero heroísmo, tales como la lucha efectuada en las montañas y
ciudades de Cuba; así como el fallecimiento de numerosos opositores en
dramáticas huelgas de hambre.
Todo lo anteriormente
expuesto no ha sido óbice para que la tiranía castrista haya conseguido el
reconocimiento de su legitimidad. ¿Por qué?
Este aspecto se
encuentra profundamente relacionado con el tercer tema: ¿Por qué la resistencia
democrática cubana no ha logrado los mismos exitosos resultados obtenidos por
la oposición venezolana?
Este aspecto lo vamos
a tratar en el próximo artículo, el cual lo dedico a analizar nuestra
responsabilidad como opositores cubanos.
Gustavo Pardo
masonhabana78@yahoo.es
@GustavoPardo18
Estados Unidos
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