Los chinos responden
a una inclinación cultural milenaria a la discreción, o dicho en términos más
explícitos, a no dejar traslucir la verdad de las cosas, a nunca evidenciar su
trasfondo, a no adelantar informaciones, a escudarse tras lo difuso y a que nunca,
pase lo que pase, decir que no. Nada de esto es que sea demasiado criticable,
pero lo cierto es que no es una actitud diáfana lo que caracteriza sus
posturas.
En el caso de los
Revolucionarios venezolanos, su comportamiento esencial es bastante más contundente,
erosivo y turbio. Los caracteriza la tramposería, la coba, el gato encerrado,
la exageración, el cuenterismo, la falacia encubierta, las medias verdades y se
inclinan a que nunca- pase lo que pase- decir que no.
Cuando dos políticos
de estas distantes proveniencias se juntan, cualquier cosa que haya ocurrido
entre ellos hay que pasarlo un cedazo, meterlo en un cernidor y aun así es
imposible distinguir lo bueno de lo malo, ni lo oscuro de lo claro. Por ello,
relatar o interpretar desde cualquier tribuna periodística lo que se está
manejando entre el gobierno de Beijing y el de Caracas en materia de negocios
bilaterales, proyectos binacionales o nuevos endeudamientos es un ejercicio
altamente arriesgado.
Acaba de regresar de
China una comisión del más alto nivel de
destacados funcionarios venezolanos que fue a convencer a las
autoridades chinas de que, por fin – a 17 años del inicio de la épica
revolucionaria-, llegó el momento ideal para que Venezuela emprenda el
ambicioso plan de encender los 10 motores industriales y comerciales para
convertir a esta nación en un poderosos emporio, para primero proveer a su
economía interna de insumos, bienes terminados y alimentos para la población y
para que aún les queden remanentes productivos
para convertirse en un país de vocación exportadora.
Mucho más ambicioso
que todo ello, los altos jerarcas les explicaron a las instituciones chinas,
que Venezuela ahora si se animó a desarrollar tales ciclópeas tareas con los
proventos del precio del petróleo- en 24$ por barril- con el aparato industrial
venezolano devastado, sin ninguna capacidad de levantamiento de fondos de
fuentes externas porque hemos fallado en pagarle hasta el gato. Más admirable
aún, acometeremos todo lo anterior con nuestras industrias básicas en situación
de coma profundo, sin electricidad, ni agua, con la población hambreada y
diezmada, con la mitad de nuestros talentos profesionales prestando sus
servicios más allá de las fronteras.
Dada esa disposición
china cultural a nunca mostrar sorpresa frente a barbaridad alguna–ni frente al
abandono de las obras emprendidas con los dineros chinos en suelo patrio, ni
frente a la corrupta y equivocada desviación de recursos facilitados por
Beijing, ni frente a la moratoria generalizada de pagos a terceros, ni de cara
a la solicitud de nuevas y nuevas extensiones para los compromisos sagradamente
respaldados con petróleo-, no solo no se quedaron con la boca abierta ante los
desquiciados atrevimientos sino que les dijeron estar dispuestos a embarcarse con
dineros frescos en la guerra a puñal que Venezuela librará en adelante contra
el capitalismo salvaje, ese mismo capitalismo con el que China cada día teje
más solidaridades.
¿A quién creerle esta
historia de locos? Comentábamos líneas más atrás acerca de las inclinaciones
culturales de unos y otros. Pero de lo que si estamos seguros es que todo lo
que les sobra de mentirosos a los tropicales les abunda en sindéresis a los
herederos del Imperio del Medio. No en balde estos ostentan hoy la 2ª posición
como fortaleza económica mundial y
aquellos…bueno, aquellos ya sabemos.
Beatriz
De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
Miranda
- Venezuela
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