Como dijo Uslar la
política se ha hecho tan costosa que solo robando se puede sufragar, ayer fue
Aznar, hoy Lula… ¿quién será mañana?
Nuestra sociedad es
prolija trayendo al mundo seres que gustan burlarse del mal ajeno. Se trata de
un deporte popular, que bien practicado podría ser provechoso al permitirnos
sacar ventaja de las malas circunstancias por las que otros pasan. No es así.
Por ejemplo me parece
que nuestra sociedad está perdiendo la oportunidad de aprovechar en positivo,
investigando las verdaderas causas de estos escándalos de corrupción ligados a
la política, para evitar en el futuro, que se repitan en Venezuela los males
que en otras latitudes sufren sociedades donde los gobernantes son acusados
como ladrones. Y con esto no digo que nuestros gobiernos sean medianamente
honestos sino todo lo contrario.
Aclaro que cuando
toco este tema me refiero a que para uno que no está alineado con ninguno de
los gemelos polarizados, luce una bobería que la MUD pase una semana recordando
que a Lula le allanaron el apartamento como si los aliados extranjeros de la
oposición fuesen seres impolutos.
Tan bobería como que
el oficialismo retruque recordando hasta la saciedad que el ciudadano Rajoy, a
pesar de que su partido viene de ganar unas elecciones, no se atreve a
postularse para otro período porque está abrumado con la corrupción del ex
presidente Aznar.
Una discusión vista
así, con el estupidizante y corto criterio de la polarización, no nos va a ser
útil y mejor sería evitar la tentación.
Por eso no pienso
dedicar estas líneas a comparar ladrón con ladrón, y menos aún, a sumar lo
escamoteado en cada caso para compararlo con el PTB de cada país y elaborar una
tabla.
Dejo esa extenuante
labor para gente más ociosa.
Hay sin embargo una
arista que no va a ser tomada en cuenta por nuestra prensa, polarizada, muchas
veces estupidizante, generalmente ignara y poco útil a los fines de que las
maldades que se destapan a diario no vuelvan a ocurrir o al menos a que su
ocurrencia se minimice.
Me refiero al
estratosférico costo de la política, no solo de las campañas electorales, que
para ser medianamente sufragado, tiñen de corrupción gobiernos encabezados por
políticos curtidos y hasta austeros como podrían ser Evo Morales e incluso
Rajoy, o Lula da Silva, quien a pesar de los desfalcos y corruptelas que
caracterizan los gobiernos del PTB… aún vive en un edificio.
Ya en los años
setenta Arturo Uslar Pietri, al anunciar el retiro de la política activa, en
una entrevista con Marcel Granier, con tono de voz asordinada, quizás por la
pena de ser visto por la sociedad “de vivos”, como pendejo, señaló con sus
palabras, que para mantener un partido, con sus casas y sus activistas, era
necesario entregar al gobierno una lista de contratistas que serían
beneficiados con obras donde podrían robar sin el temor a ser perseguidos por
la ley porque esa era la norma a seguir. Anoto que en la época del retiro Uslar
estaba en la oposición.
Esos contratos y
otros monopolios o privilegios que crean y reparten los mandatarios, sean de la
rama ejecutiva, como Nicolás Maduro y sus ministros, o del poder legislativo,
como Henry Ramos y algunos diputados, explican que aún en países empobrecidos
los políticos vivan como estrellas de cine. Esos contratos y compras son
vivezas que sirven para costear las astronómicas cifras de la política y no se
originan porque el señor Lula da Silva o el ciudadano José María Aznar sean
ladrones a causa de sus visiones ideológicas sino más bien del estatismo que
ambos profesan, y de haber abandonado el sistema jurídico del derecho basado en
las costumbres.
El mal del
astronómico costo de la política, que tanto daño le hace a la sociedad, al
escamotear recursos necesarios para producir honestamente, es epidémico, viene
“de atrás”, y ha inoculado, en nuestro caso, tanto a políticos del llamado Gran
Polo Patriótico como de la MUD. No nos engañemos.
El mal, como lo han
señalado numerosos pensadores liberales en el pasado y libertarios
recientemente, e incluso conservadores y anarquistas, se comenzó a criar cuando
las sociedades occidentales dejaron de lado lasantiguas leyes libremente
aceptadas por la ciudadanía, es decir las leyes que libremente emanan de la
costumbre, para substituirlas por leyes creadas por políticos que “nos
representan”, y también por los que ponen al pueblo a participar en payasadas
como son las puestas en escena de los “parlamentarismos de calle”.
Las leyes de la
costumbre se aplicaban por jueces que intentaban ser sabios, las que provienen
de legislaciones cocinadas en los legislativos y despachos ministeriales son
administradas por rábulas y leguleyos.
Las leyes que ahora
se aprueban en Venezuela, no solo la Asamblea Nacional, que es su natural función,
sino el ejecutivo que ha tenido “Habilitantes” para regalar, están emparentadas
nada menos que con la leyes nazis de Núremberg, que sirvieron para crear
privilegios a los supuestos arios y deshumanizar judíos, negros, gitanos y
comunistas.
Y cuando los
empresarios “vivos” captan que se puede ganar más colonizando políticos, a
largo plazo, comienza la espiral que infla los costos de la política.
Decía von Hayek en uno de sus escritos, y en esta afirmación no lo acompañan muchos liberales, que no puede haber capitalismo sin un sistema judicial decente donde los políticos no puedan intervenir la economía. Y capitalismo es lo que hace falta en Venezuela, donde nunca ha existido algo similar a la libertad de competencia y mercado.
Hace falta porque a diferencia
de los socialismos estatistas que por casi 70 años han gobernado nuestro país…
el sistema capitalista es el único capaz de aumentar la producción, de generar
riqueza que es lo necesario en nuestra sociedad venezolana, hoy una de las más
pobres de América a pesar de lo que digan las cifras del PTB.
Finalizo por hoy:
Sustituir el estatismo del que se alimentan los partidos del oficialismo y de
la MUD es labor patriótica pero ni es tarea fácil, ni es para quienes no ven
más allá de sus narices.
La Constitución de
1999, que tanto alaban en el gobierno y en la Asamblea Nacional, debe ser
sustituida, con el concurso de una gran mayoría a la que es necesario llegarle
por encima del bloqueo mediático.
La población tiene
derecho a que la dejen escoger: O seguimos acusando cada cierto tiempo a los
políticos de ladrones… o de una vez por todas eliminamos las causas de que esos
políticos –y sus socios del empresariado- no solo roben el presupuesto… sino el
futuro de los venezolanos que están por nacer.
Domingo Alberto
Rangel
doalra@yahoo.com
@DomingoAlbertoR
Miranda – Venezuela
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