miércoles, 9 de marzo de 2016

REINALDO POLEO, 27F O LA REBELIÓN DE LA IGNORANCIA

Para Nora…

Mi entusiasmo era inmenso, después de pasar años a fuerza de contratos, comenzaría un trabajo fijo en una gran empresa. Para mí era un giro de 360°, también significaba dejar atrás mi pasión, por una vida más hogareña, cambiaba mis sueños por seguridad. Era enero de 1989, recién comenzaba el segundo mandato del nuevo presidente, Carlos Andrés Pérez. El Presidente recibía un país con una crisis heredada del gobierno de su compañero de partido el Dr. Jaime Lusinchi.
Para el ciudadano común, no era más que un cambio de estilo, ya que “todos los políticos son iguales”, así fueran Blancos o Verdes… yo era hijo del Bipartidismo de la democracia Post Perezjimenista.
Me habían contratado como Gerente de la Sucursal de Puerto Cabello de Seguros La Seguridad, para ese tiempo la primera empresa de Seguros del país. El concepto de la empresa era tal, que además de comenzar mi entrenamiento en la Oficina Regional del Centro, ubicada en la ciudad de Valencia, Estado Carabobo, continuaría el mismo en un entrenamiento intensivo de casi un mes, en la oficina principal, ubicado en la esquina del Chorro en la capital, Caracas.
Era la transformación de un Investigador Marino, un hijo del mar, en un hombre de negocios, un “Gerente de Seguros”.
La dinámica de la oficina principal era impresionante a mi parecer, vertiginosa, envolvente. Las Clases comenzaban desde las 7:30 a.m. hasta pasadas las 5 de la tarde. Dedicación exclusiva, concentración total. Una preparación que partía desde los conocimientos más profundo del Seguro, como de la etiqueta, oratoria, ventas y cultura general.
A partir de casi las 6 de la tarde, otros gerentes en entrenamiento y yo, partíamos exhaustos al hotel ubicado en la Francisco Solano, cercano a Sabana Grande. Los fines de semana, partíamos a nuestros hogares, para estar puntuales el lunes, de fina estampa, en el salón de clases.
Mientras nuestro entrenamiento continuaba, el país se debatía entre la expectativa del milagro económico, encarnado en el exitoso presidente (ya había gobernado, en medio de una bonanza petrolera, entre los años 1974 y 1979) y la incertidumbre del paquete de medidas, el cual enrumbaría al país del atasco económico en el cual se encontraba sumido.
El Gabinete económico era liderado por el IESA boy Miguel Rodriguez Fandeo, quien junto a Pedro Tinoco eran considerados los autores del severo programa de ajustes económicos propuestos por el presidente, los cuales buscaban refinanciar la deuda externa y prevenir la quiebra del país.
A finales del mediados de febrero, el país era informado de las medidas, las mismas debían se aprobadas por las 2 cámaras del congreso nacional, Senadores y Diputados, debían dar la aprobación antes de que el Presidente Pérez estampara la firma final y definitiva al paquete amparado por el Fondo Monetario Internacional.
Ministros y otros promotores del que sería conocido como “El Paquetazo” o “El Gran Viraje”, se dedicaron a presentar dicho plan a las fuerzas vivas del país. Entre ellos el empresariado y en esa oportunidad, en Seguros La Seguridad, fuimos visitados por el mismísimo Miguel Rodriguez, quien realizó una amplia presentación del Plan; multitud de láminas nos mostraban el alcance, los objetivos, nos hablaba de tiempos, fundamentos, experiencias.
No les puedo negar que, en mi más profunda ignorancia, estaba impresionado de la gran cantidad de elementos que se verían impactados por estas medidas, me ilusionó el alcance, me impresionó la incuestionable meticulosidad del proyecto… Nada que ver con los planes actuales…
Preguntas, respuestas y luego uno de esos momentos mágicos que definen el futuro de las cosas… al finalizar, algunos nos quedamos en amena charla con el ministro. Los gerentes en formación teníamos todo el tiempo del mundo, después de todo, lo que nos quedaba era volver al hotel como todos los días. Y en medio de la conversación, Rodriguez sentenciaría el paquete, tal vez hasta en forma profética, cuando señalaba, palabras más, palabras menos… “El destino de las medidas en incierta, temo que, en un Congreso, de gente poco preparada, cuyo interés es meramente electoral y cuidadores de curules, procederán a aprobar solo las medidas que les convengan, lo mínimo para evitar el colapso inminente” …
Ese día comprendí el enorme abismo que separaba a la política del pragmatismo técnico. La diferencia entre lo humano y lo divino…
Así transcurrió febrero, se aprobaron algunas medidas; jamás se le explicó al pueblo su impacto, después de todo el pueblo es una masa ignorante que no entenderá de eso, así siempre nos han tratado, aún ahora, aunque no puedo quejarme… tal vez tengan razón.
El mismo pueblo que votó por el cambio y que tan solo alcanzó a escuchar la parte de “… Y ASÍ SALDREMOS DE LA CRISIS”, dejando de escuchar el “CÓMO SALDRÍAMOS DE LA MISMA, no apoyaría ningún cambio el cual le afectase en forma alguna, “el pueblo”, la masa, se sentía burlada.
El lunes 27 de febrero no me fui al hotel, ese día subí a los Altos Mirandinos para pasar la noche con mis padres, mi papá cumplía 48 años y quise celebrarlo junto a él, a pesar de las restricciones de salida que tenía el entrenamiento. Las noticias del día habían versado acerca del aumento de los pasajes, producto del incremento de la gasolina. Las medidas sociales destinadas a paliar la situación entre los más pobres, tan solo eran anuncio, mientras que el implacable impacto inmediato golpeaba directamente a la clase trabajadora cual tsunami inflacionario.
Esa noche el cumpleaños era interrumpido por nuestro rostro impávido ante la señal de RCTV, el noticiero mostraba imágenes de gente alterada, protestando violentamente en el terminal de Guarenas, las imágenes eran brutales… nunca imaginaría que 13 años después, un 13 de abril, pero del 2002, estaría en el mismo lugar, mirando al mismo canal de TV, las terribles imágenes de las hordas de motorizados del gobierno, violentando el edificio de RCTV, mientras el “Tiburón 1”, con las manos y el alma manchada de sangre, retornaba de su “renuncia” a profundizar la dictadura que arrojó a uno de los países más ricos del mundo al oscuro momento que vivimos hoy.
Ese 27 de febrero de 1989, desconocíamos del juramento del Samán de Güere, realizado por unos jóvenes oficiales a la sombra del árbol regado con la sangre de los Arawak, tras ser masacrados entre los años 1524 y 26 por los conquistadores españoles; el mismo árbol en el cual, según el el baron Alejandro de Humboldt, descansó el Libertador junto a sus soldados, aprovechando su frondosa sombra,  aquel 3 de agosto de 1813, durante la Campaña Admirable, donde se inmoló el prócer de la Independencia Antonio Ricaurte. Los mismos oficiales que juraron luchar contra la corrupción imperante en las Fuerzas Armadas y que luego dirigirían la intentona golpista de 1992 contra el presidente Pérez.
Ese 27 de febrero se olvidaron los colores, se perdieron los valores y se puso en hibernación la humanidad. Las huestes bajaron de las barriadas caraqueñas, no era hambre, porque los electrodomésticos saqueados, los vehículos y negocios quemados, no quitaban el hambre.
Se suspendieron las actividades de entrenamiento en la compañía de seguros, las mismas compañías que analizaban los daños, repartidos en pérdidas materiales y humanas. Nos ordenaron volver a las oficinas que dirigiríamos y nos pusiéramos al frente de las mismas para manejar las contingencias, era la prueba de fuego para los noveles gerentes.
Pasaron días de zozobra, las imágenes de los noticieros televisados eran dantescas, los cuerpos acribillados regados a la entrada de un barrio de la Urbanización El Valle, en Caracas, me acompañarían toda la vida. Eran las mismas calles en las que yo había crecido, estudiado… vivido.
Ya en mi puesto, en Puerto Cabello, no era raro que un Infante de Marina nos ordenara el cierre de la oficina ate la inminencia de un ataque de la gente del Barrio Rancho Grande.
Venezuela se rompió y por esa herida se filtró una infección disfrazada de Revolución, un virus mutante, corrosivo, corrupto.
Y sobrevivimos el Caracazo, los saqueos, la casi quiebra de un país, 2 intentonas militares y llevamos 16 años sobreviviendo la dictadura consecuencia de la venta indiscriminada de esperanzas a un pueblo profundamente ignorado e ignorante.
Porque la flojera a pensar es la cadena más pesada que tiene nuestro pueblo.
Hoy hemos visto como Argentina votó por el cambio y su nuevo presidente implementó los cambios prometidos al costo social anunciado, una vez más el pueblo solo escuchó el resultado y obvió el proceso, una vez más la ignorancia se ha alzado, sin embargo, la tempestad parece haber sido atajada a tiempo.
Hoy vivimos una Venezuela que votó por el cambio y que, a 2 meses de producirse el cambio de Asamblea, ya se escuchan las voces de la ignorancia, reclamando que el mismo no se dé, aupadas por un gobierno que trata de controlar a la Asamblea elegida por elección directa de un pueblo agotado.
Hoy vivimos un oscuro momento en el cual el Tribunal Supremo de Justicia, trata de interpretar la Constitución a conveniencia del Poder Ejecutivo. Tratando con vehemencia de eliminar las funciones de contraloría de la Asamblea.
¿Cuán grande es el delito para que no deba ser investigado?
¿Guerra económica o 16 años de saqueo bolivariano?
¿Un juramento en tierra de sangre, el cual nos ha bañado de sangre?
¿Un juramento en el cual juraste combatir la corrupción de la cual hoy formas parte, repotenciada e impune?
¿Es esta la Venezuela del siglo XXI?
¿Es esta Venezuela sin alimentos, medicina, seguridad, luz, agua, telecomunicaciones eficientes, la Venezuela que quieres vivir?
Hoy me siento un extranjero en mi propio suelo… ¿y sin este suelo… me quieren obligar a ser extranjero en otro suelo?
NO tengo más que mi Caracas, no tengo más patria que mi Venezuela y esta NO es la Venezuela que merezco…
Pero es la Venezuela por la que quiero luchar…
¡LA VENEZUELA QUE MEREZCO PORQUE YO SOY VENEZUELA!

P.D: Hoy, 07 de marzo del 2016, el transporte urbano decidió un aumento del pasaje, pasando de Bs.20 a Bs.40… 100% más… amanecerá y veremos.

Reinaldo Poleo
rpoleo@gmail.com
@rpoleo

Caracas - Venezuela

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