Para
Nora…
Mi entusiasmo era
inmenso, después de pasar años a fuerza de contratos, comenzaría un trabajo
fijo en una gran empresa. Para mí era un giro de 360°, también significaba
dejar atrás mi pasión, por una vida más hogareña, cambiaba mis sueños por
seguridad. Era enero de 1989, recién comenzaba el segundo mandato del nuevo
presidente, Carlos Andrés Pérez. El Presidente recibía un país con una crisis
heredada del gobierno de su compañero de partido el Dr. Jaime Lusinchi.
Para el ciudadano
común, no era más que un cambio de estilo, ya que “todos los políticos son
iguales”, así fueran Blancos o Verdes… yo era hijo del Bipartidismo de la
democracia Post Perezjimenista.
Me habían contratado
como Gerente de la Sucursal de Puerto Cabello de Seguros La Seguridad, para ese
tiempo la primera empresa de Seguros del país. El concepto de la empresa era
tal, que además de comenzar mi entrenamiento en la Oficina Regional del Centro,
ubicada en la ciudad de Valencia, Estado Carabobo, continuaría el mismo en un
entrenamiento intensivo de casi un mes, en la oficina principal, ubicado en la
esquina del Chorro en la capital, Caracas.
Era la transformación
de un Investigador Marino, un hijo del mar, en un hombre de negocios, un
“Gerente de Seguros”.
La dinámica de la
oficina principal era impresionante a mi parecer, vertiginosa, envolvente. Las
Clases comenzaban desde las 7:30 a.m. hasta pasadas las 5 de la tarde.
Dedicación exclusiva, concentración total. Una preparación que partía desde los
conocimientos más profundo del Seguro, como de la etiqueta, oratoria, ventas y
cultura general.
A partir de casi las
6 de la tarde, otros gerentes en entrenamiento y yo, partíamos exhaustos al
hotel ubicado en la Francisco Solano, cercano a Sabana Grande. Los fines de
semana, partíamos a nuestros hogares, para estar puntuales el lunes, de fina
estampa, en el salón de clases.
Mientras nuestro
entrenamiento continuaba, el país se debatía entre la expectativa del milagro
económico, encarnado en el exitoso presidente (ya había gobernado, en medio de
una bonanza petrolera, entre los años 1974 y 1979) y la incertidumbre del
paquete de medidas, el cual enrumbaría al país del atasco económico en el cual
se encontraba sumido.
El Gabinete económico
era liderado por el IESA boy Miguel Rodriguez Fandeo, quien junto a Pedro
Tinoco eran considerados los autores del severo programa de ajustes económicos
propuestos por el presidente, los cuales buscaban refinanciar la deuda externa
y prevenir la quiebra del país.
A finales del
mediados de febrero, el país era informado de las medidas, las mismas debían se
aprobadas por las 2 cámaras del congreso nacional, Senadores y Diputados,
debían dar la aprobación antes de que el Presidente Pérez estampara la firma
final y definitiva al paquete amparado por el Fondo Monetario Internacional.
Ministros y otros
promotores del que sería conocido como “El Paquetazo” o “El Gran Viraje”, se
dedicaron a presentar dicho plan a las fuerzas vivas del país. Entre ellos el
empresariado y en esa oportunidad, en Seguros La Seguridad, fuimos visitados
por el mismísimo Miguel Rodriguez, quien realizó una amplia presentación del
Plan; multitud de láminas nos mostraban el alcance, los objetivos, nos hablaba
de tiempos, fundamentos, experiencias.
No les puedo negar
que, en mi más profunda ignorancia, estaba impresionado de la gran cantidad de
elementos que se verían impactados por estas medidas, me ilusionó el alcance,
me impresionó la incuestionable meticulosidad del proyecto… Nada que ver con
los planes actuales…
Preguntas, respuestas
y luego uno de esos momentos mágicos que definen el futuro de las cosas… al
finalizar, algunos nos quedamos en amena charla con el ministro. Los gerentes
en formación teníamos todo el tiempo del mundo, después de todo, lo que nos
quedaba era volver al hotel como todos los días. Y en medio de la conversación,
Rodriguez sentenciaría el paquete, tal vez hasta en forma profética, cuando
señalaba, palabras más, palabras menos… “El destino de las medidas en incierta,
temo que, en un Congreso, de gente poco preparada, cuyo interés es meramente
electoral y cuidadores de curules, procederán a aprobar solo las medidas que
les convengan, lo mínimo para evitar el colapso inminente” …
Ese día comprendí el
enorme abismo que separaba a la política del pragmatismo técnico. La diferencia
entre lo humano y lo divino…
Así transcurrió
febrero, se aprobaron algunas medidas; jamás se le explicó al pueblo su
impacto, después de todo el pueblo es una masa ignorante que no entenderá de
eso, así siempre nos han tratado, aún ahora, aunque no puedo quejarme… tal vez
tengan razón.
El mismo pueblo que
votó por el cambio y que tan solo alcanzó a escuchar la parte de “… Y ASÍ
SALDREMOS DE LA CRISIS”, dejando de escuchar el “CÓMO SALDRÍAMOS DE LA MISMA,
no apoyaría ningún cambio el cual le afectase en forma alguna, “el pueblo”, la
masa, se sentía burlada.
El lunes 27 de
febrero no me fui al hotel, ese día subí a los Altos Mirandinos para pasar la
noche con mis padres, mi papá cumplía 48 años y quise celebrarlo junto a él, a
pesar de las restricciones de salida que tenía el entrenamiento. Las noticias
del día habían versado acerca del aumento de los pasajes, producto del
incremento de la gasolina. Las medidas sociales destinadas a paliar la
situación entre los más pobres, tan solo eran anuncio, mientras que el implacable
impacto inmediato golpeaba directamente a la clase trabajadora cual tsunami
inflacionario.
Esa noche el
cumpleaños era interrumpido por nuestro rostro impávido ante la señal de RCTV,
el noticiero mostraba imágenes de gente alterada, protestando violentamente en
el terminal de Guarenas, las imágenes eran brutales… nunca imaginaría que 13
años después, un 13 de abril, pero del 2002, estaría en el mismo lugar, mirando
al mismo canal de TV, las terribles imágenes de las hordas de motorizados del
gobierno, violentando el edificio de RCTV, mientras el “Tiburón 1”, con las
manos y el alma manchada de sangre, retornaba de su “renuncia” a profundizar la
dictadura que arrojó a uno de los países más ricos del mundo al oscuro momento
que vivimos hoy.
Ese 27 de febrero de
1989, desconocíamos del juramento del Samán de Güere, realizado por unos
jóvenes oficiales a la sombra del árbol regado con la sangre de los Arawak,
tras ser masacrados entre los años 1524 y 26 por los conquistadores españoles;
el mismo árbol en el cual, según el el baron Alejandro de Humboldt, descansó el
Libertador junto a sus soldados, aprovechando su frondosa sombra, aquel 3 de agosto de 1813, durante la Campaña
Admirable, donde se inmoló el prócer de la Independencia Antonio Ricaurte. Los mismos
oficiales que juraron luchar contra la corrupción imperante en las Fuerzas
Armadas y que luego dirigirían la intentona golpista de 1992 contra el
presidente Pérez.
Ese 27 de febrero se
olvidaron los colores, se perdieron los valores y se puso en hibernación la
humanidad. Las huestes bajaron de las barriadas caraqueñas, no era hambre,
porque los electrodomésticos saqueados, los vehículos y negocios quemados, no
quitaban el hambre.
Se suspendieron las
actividades de entrenamiento en la compañía de seguros, las mismas compañías
que analizaban los daños, repartidos en pérdidas materiales y humanas. Nos
ordenaron volver a las oficinas que dirigiríamos y nos pusiéramos al frente de
las mismas para manejar las contingencias, era la prueba de fuego para los
noveles gerentes.
Pasaron días de
zozobra, las imágenes de los noticieros televisados eran dantescas, los cuerpos
acribillados regados a la entrada de un barrio de la Urbanización El Valle, en
Caracas, me acompañarían toda la vida. Eran las mismas calles en las que yo
había crecido, estudiado… vivido.
Ya en mi puesto, en
Puerto Cabello, no era raro que un Infante de Marina nos ordenara el cierre de
la oficina ate la inminencia de un ataque de la gente del Barrio Rancho Grande.
Venezuela se rompió y
por esa herida se filtró una infección disfrazada de Revolución, un virus
mutante, corrosivo, corrupto.
Y sobrevivimos el
Caracazo, los saqueos, la casi quiebra de un país, 2 intentonas militares y
llevamos 16 años sobreviviendo la dictadura consecuencia de la venta
indiscriminada de esperanzas a un pueblo profundamente ignorado e ignorante.
Porque la flojera a
pensar es la cadena más pesada que tiene nuestro pueblo.
Hoy hemos visto como
Argentina votó por el cambio y su nuevo presidente implementó los cambios
prometidos al costo social anunciado, una vez más el pueblo solo escuchó el
resultado y obvió el proceso, una vez más la ignorancia se ha alzado, sin
embargo, la tempestad parece haber sido atajada a tiempo.
Hoy vivimos una
Venezuela que votó por el cambio y que, a 2 meses de producirse el cambio de
Asamblea, ya se escuchan las voces de la ignorancia, reclamando que el mismo no
se dé, aupadas por un gobierno que trata de controlar a la Asamblea elegida por
elección directa de un pueblo agotado.
Hoy vivimos un oscuro
momento en el cual el Tribunal Supremo de Justicia, trata de interpretar la
Constitución a conveniencia del Poder Ejecutivo. Tratando con vehemencia de
eliminar las funciones de contraloría de la Asamblea.
¿Cuán grande es el
delito para que no deba ser investigado?
¿Guerra económica o
16 años de saqueo bolivariano?
¿Un juramento en
tierra de sangre, el cual nos ha bañado de sangre?
¿Un juramento en el
cual juraste combatir la corrupción de la cual hoy formas parte, repotenciada e
impune?
¿Es esta la Venezuela
del siglo XXI?
¿Es esta Venezuela
sin alimentos, medicina, seguridad, luz, agua, telecomunicaciones eficientes,
la Venezuela que quieres vivir?
Hoy me siento un
extranjero en mi propio suelo… ¿y sin este suelo… me quieren obligar a ser
extranjero en otro suelo?
NO tengo más que mi
Caracas, no tengo más patria que mi Venezuela y esta NO es la Venezuela que
merezco…
Pero es la Venezuela
por la que quiero luchar…
¡LA VENEZUELA QUE
MEREZCO PORQUE YO SOY VENEZUELA!
P.D:
Hoy, 07 de marzo del 2016, el transporte urbano decidió un aumento del pasaje,
pasando de Bs.20 a Bs.40… 100% más… amanecerá y veremos.
Reinaldo
Poleo
rpoleo@gmail.com
@rpoleo
Caracas
- Venezuela
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