El 8 de marzo de 2016
se celebra el Día Internacional de la Mujer, que este año la ONU
promueve bajo el lema “Por un Planeta 50-50: demos el paso
para lograr la igualdad de género” y
fija el 2030 para conseguir esta
meta. Lo cierto es que pesar que toda persona es igual ante la ley, las mujeres
no tienen la misma igualdad de oportunidades.
Es decir, más que discriminación es la
paridad de opciones. Que para
las mujeres se les hace más difícil. Me decía alguien que será porque no
quieren, no porque no pueden. Me atreví
responder, no, es porque no se sabe que pueden y cómo pueden. El tema, creo, pues, es de hacerlo saber no
solo a las mujeres sino también a los varones.
Es decir, a la sociedad. Con
aquello de lo débil se ha estereotipado a la madre, esposa e hija, como la
única opción de la mujer. Cuando, por el contrario, la mujer es más fuerte
potencialmente, porque además de saber del hogar es capaz de dirigir países.
Tiene la virtud de liderar más allá del
hogar. Los varones, lo general,
es que no seamos líderes hogareños. Son estereotipos culturales: la mujer para
el hogar y el hombre fuera del hogar. De allí se crea la distinción entre
lo femenino y lo masculino, haciéndolos
contrarios y contradictorios.
Estas reflexiones,
próximas al 8 de marzo, me hicieron repasar lecturas que más que
ilustrativas me hicieron recapacitar.
Volví a releer biografías de
mujeres cuya vida y obra me han hecho admirar más a la mujer. Santa Teresa de
Jesús, Doctora de la Iglesia, y Sor Juana Inés de La Cruz, sabia y poetisa. Ambas
que se supieron emprendedoras y se empoderaron. Que mejor ejemplo vivencial, de estas féminas, de la
igualdad entre los géneros y de empoderamiento de la mujer, que hoy es uno de los 17 objetivos
de desarrollo sostenible de la agenda de la ONU para trasformar nuestro
mundo.
Santa Teresa de Jesús, de quien se dijo que “pese a ser mujer y
monja, se movía por el mundo con la autoridad de un hombre”, y que llegó a sentar cátedra no solo de
misticismo y de doctrina, alcanzó a ser la primera mujer reconocida como
“Doctora de la Iglesia", que es un
título que otorga el Papa o un concilio ecuménico a los santos en razón de su
erudición, como reconocimiento de ser un eminente maestro de la fe para los fieles de todos los
tiempos. Y que junto, con San Juan de La Cruz,
se le considera como la cumbre de la mística experimental
cristiana. Santa Teresa de Jesús no dejó de ser hija y hermana consecuente y
solidaria con su familia para ser líder
religioso y literario. Y que reyes,
nobles y jerarcas eclesiásticos respetaban y quienes no se negaban a
recibirla y a consultarla. Santa Teresa
de Jesús, o Teresa de Ávila, según la
escritora Cathleen Medwick, es “un ícono
feminista”, no solo porque llegó a ser
el eslabón perdido entre la sexualidad y espiritualidad femeninas, sino también
por su capacidad para funcionar dentro de una sociedad dominada por los
hombres.
Sor
Juana Inés de la Cruz, en quien Amado
Nervo veía a todas las mujeres de su país y de su raza, religiosa de la Orden de San Jerónimo, se le considera una de las máximas
exponentes del Siglo de Oro de la literatura en español y que
por la importancia de su obra, se
le califica de «el Fénix de América»,
«la Décima Musa» o «la Décima Musa mexicana». Se iguala su obra religiosa y
profana, en la literatura española, a la
de Góngora, Calderón y Quevedo. Su
ensayo “Respuesta a Sor Filotea”, fue una
exigencia, para la época, por el derecho a la educación de la mujer, a su derecho al saber, al conocimiento, a la
natural inclinación por el saber que le otorgó Dios. Y su escrito
“Hombres Necios”, un
reclamo a la hipocresía moral de los
hombres con respecto a las mujeres.
A ambas obras se les
considera verdadera literatura de liberación femenina. Sor Juana,
abogó por la igualdad de los sexos y por el derecho de la mujer a
adquirir conocimientos, por lo que se le considera pionera en la literatura española del
movimiento moderno de liberación femenina. Además, usó la
voz neutra en su poesía. En su obra
lírica, “Primer Sueño”, se refiere a lo que llama “fluidos corporales
femeninos” como la menstruación y la lactancia, para destacar
el papel de la mujer en el ciclo de la
vida, creando una simbiosis entre ambos
fluidos que identificaba con un
proceso de un don divino. Por su
orientación y la intención de sus obras,
se considera que en el campo
literario Sor Juana Inés de la Cruz
promovía que la mujer reinara por encima de todas las cosas, en su realidad social y en su momento histórico.
Se ha
proclamado en la IV Conferencia de Acción
de Beijing que el empoderamiento de las mujeres es necesario para lograr la igualdad, entendido
no como dominación, sino
como la capacidad de la mujer de aumentar su autoconfianza para
participar e influir individual y colectivamente en la sociedad y sus cambios y para que logre
tomar decisiones como sujetos de derecho no sometidas a los controles
culturales, en los diferentes campos
sociales. En ese orden de ideas, Santa Teresa de Jesús y Sor Juana Inés de La
Cruz, son ejemplos de
mujeres empoderadas individualmente y socialmente. Bien vale rememorarlas en el Día
Internacional de la Mujer.
Roman
Duque Corredor
duquedeprado@gmail.com
@romanjoseduque
Miranda
– Venezuela
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Miranda - Venezuela
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