Venezuela está
atravesando la época más difícil de su existencia como Estado. Los venezolanos
debemos volvernos creativos para poder sobrevivir en un ecosistema totalmente
desconocido para nosotros. Las garras de un maléfico animal conocido con el
nombre de “hiperinflación”, nos están rasguñando las costillas. La realidad es
que, si nos pareció malo el año pasado, en este nuevo año desearemos
desesperadamente volver a vivir el anterior y
todas sus carencias nos parecerán glorias.
Las crisis como la
que vivimos, se ensaña fundamentalmente con los más débiles
socioeconómicamente, en especial por su desconocimiento de los manejos
financieros. No es lo mismo enfrentar una gran nevada con los abrigos
adecuados, que hacerlo con una franelita casi a pecho descubierto. En estas
situaciones los más aptos sobreviven y hasta se desarrollan, porque saben cómo
proteger sus ingresos, invirtiendo en activos o en moneda dura. Los menos
informados, al no saber respirar dentro del vendaval, naufragan en la puerta de
sus casas viendo como se esfuman sus ingresos, pensiones y rentas, arrastrados
por la pérdida de valor de la moneda nacional.
La plaga que nos cayó
encima es tan grave, que estamos a las puertas de que la gente se comience a
morir de mengua por falta de alimentos o de medicinas, si acaso sobreviven al hampa
desbordada. Quitémonos el orgullo de decir que somos un país rico y
preparémonos para solicitar asistencia humanitaria a los organismos
internacionales, como aquella que se les suministra a los países víctimas de
desastres naturales.
Lo más preocupante de
esta situación es que, el llamado a buscar salidas a la crisis, actúa como los músicos del
Titanic, que seguían tocando sus instrumentos mientras el trasatlántico se
estaba hundiendo. Parecen emular al extinto presidente que estimuló y provocó
un paro, como el mismo lo reconoció posteriormente. En este momento, debo volver sobre mi punto focal de siempre: la actual
crisis más que económica y social, ¡es política! Y por allí debe comenzar la resolución del
problema, Ahora bien, hay varias crisis corriendo en paralelo y no sabemos cuál
de ellas llegara primero al dique.
Ruego a Dios que
nosotros, como sociedad, tengamos la suficiente claridad, inteligencia y
astucia para encontrar una salida
política, antes que el tsunami social arrase todos los espacios, sin importar
quien pertenezca a uno u otro bando. También es posible que en esta
oportunidad, no ocurra la tan temida “bajada de los cerros” y, en su lugar,
suceda “la subida de las urbanizaciones”, solicitando auxilio de medicinas y
comida.
Noel Alvarez
noelalvarez14@gmail.com
“Gente” Generación
Independiente
@alvareznv
@beanavas
Caracas - Venezuela
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