El general Vladimir
Padrino dijo el 27-F reciente: “Tenemos la firme convicción de que los soldados
y soldadas de la patria nunca más empuñarán sus armas contra el pueblo y
permanecerán siempre a su lado en procura de la suprema felicidad, la paz y la
convivencia de un Estado democrático, con verdadera justicia social y
libertades plenas”.
Excusemos el ripio,
pues “soldada” en castellano es “sueldo, salario o estipendio”, y exploremos el
amago de pensamiento que se cuela.
Hay varias hipótesis
sobre lo dicho por el locuaz oficial.
Primera hipótesis: se
refiere a que los militares no saldrán a la calle como lo hicieron en el
Caracazo. Como se recordará de esos eventos trágicos, hubo una rebelión que fue
retransmitida por los medios, el gobierno que tenía 25 días (sí, 25 días en
Miraflores) no reaccionó porque había una huelga policial y las hipótesis de empleo
de las fuerzas armadas estaban ligadas a los conflictos fronterizos (Colombia y
Guyana), por tanto, no había fuerzas militares en Caracas. Los saqueos
escalaron y cuando salió el grueso de los militares ya era una situación
incontrolable. Se produjeron muchos muertos en una cifra suficientemente
pavorosa (alrededor de 290 personas) que no requiere ser magnificada. Esas
muertes ya son un dolor y un horror.
Padrino López puede
querer decir que si hay una explosión social como entonces, los militares no
saldrán a reprimir como lo hicieron en esos días de 1989.
La segunda hipótesis
es que el misil que dirige el ministro no es contra los oficiales del 27-F de
1989, sino hacia su colega, general Miguel Rodríguez Torres, quien encabezó la
brutal represión en contra de los jóvenes y estudiantes de 2014. Como se
recordará, en ese año se produjo una rebelión fundamentalmente juvenil, que
contó con la solidaridad de los dirigentes de La Salida,y que fue reprimida a
sangre y fuego, sobre todo por las unidades antimotines de la Guardia Nacional.
Padrino López puede
aludir a que no volverán los militares a disparar, reprimir, acosar,
encarcelar, como lo hicieron Maduro y su colega en 2014.
La tercera hipótesis
es que los militares, tal como el 6-D y el 5 de enero en la instalación de la
Asamblea Nacional, ahora defenderán la institucionalidad y no aceptarán órdenes
ilegales de represión contra el creciente, actual e indetenible descontento
popular. Así desobedeció el Alto Mando el 11 de abril de 2002 al negarse al Plan
Ávila.
Esta última hipótesis
revelaría un notable avance político, intelectual y militar, porque ayudaría al
fin institucional de la fiesta de lobos.
Carlos Blanco G.
@carlosblancog
www.tiempodepalabra.com
El Nacional
Caracas - Venezuela
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