Un escándalo. Aquí se
juega. Recuerden Casablanca. Las manos en la cabeza, y sorpresa generalizada en
Estados Unidos y en Europa porque Donald Trump parece imparable. Los
norteamericanos blancos, los más empobrecidos, los que ven horas y horas de
televisión, están encantados. Tienen a su candidato. Hace unos años un veterano
periodista, Joe Bageant, describía, como en pocas ocasiones se ha hecho, a esa
parte de la población, predispuesta, porque no concibe otra elección, a votar a
los republicanos, que han lanzado mensajes sin escrúpulos en contra de todo lo
que supusiera una cierta regulación del gobierno federal. El libro lo editó Los
libros del lince, con el título de Crónicas de la América profunda. Sigue
siendo una maravilla.
La cuestión es que
Trump es la respuesta a una situación, no sólo en Estados Unidos, en la que ya
no se puede contar con ciertas referencias. Los colchones sociales comienzan a
desaparecer. En España la brecha salarial durante la crisis económica se ha
multiplicado por diez. El sueldo de los ejecutivos ha crecido, mientra que el
de los trabajadores se ha congelado, o ha aumentado muy poco, sólo beneficiado
por la nula inflación, como ha mostrado en un estudio la escuela de negocios
Eada y el grupo Icsa.
La polarización
social tiene consecuencias políticas. No se podía pensar que todo quedaría
igual. Quien pueda lanzar mensajes simples, quien diga que va a proteger a los
blancos, ante la complejidad social que va en aumento, quien diga que se
protegerá la Seguridad Social, aludiendo de forma no explícita a una subida de
impuestos a las rentas más altas, ese tendrá los votos de los más aturdidos.
Ese es Trump, pero piensen en otros candidatos y en otros países. Es un fenómeno
que se generaliza.
¿Por qué? Algunos
estudiosos entienden que todo ello es producto de los excesos del propio
sistema. El periodista estadounidense Chris Hedges, corresponsal de guerra
especializado en América y Oriente Próximo, y en los Balcanes, lo ha definido
con concreción. Su tesis es que la clase liberal ha muerto. Es el título de su
libro: La muerte de la clase liberal (Capital Swing), en el que constata que su
defunción ha abierto la puerta a los "protofascistas". Se refiere
Hedges a Estados Unidos, un país en el que clase liberal es sinónimo de amplias
clases medias, partidarias de una cierta regulación. En Europa se podría
traducir por socialdemócratas, o liberales progresistas, pero también personas
de derecha, de tradición democristiana.
"La bancarrota
del liberalismo ha abierto la puerta a los protofascistas, y los pilares de la
clase liberal –prensa, universidades, movimiento obrero, Partido Demócrata e
instituciones religiosas-- se han derrumbado. Las clases más pobres, e incluso
la clase media, ya no disponen de un contrapeso efectivo, por lo que la clase
liberal se ha vuelto irrelevante para la sociedad en general y también para la
élite del poder empresarial que una vez sirvió". Esa "muerte",
añade Hedges, ha creado un profundo vacío en la vida política que "están
tratando de llenar los especuladores, los promotores de la guerra, y las
demagógicas milicias del Tea Party".
El caso es que, para
Hedges, la culpa ha sido, en gran aparte, de esa clase liberal, que "dio
por hecho que colaborando con el poder empresarial podría mitigar los peores
excesos del capitalismo y la degradación medioambiental".
No puede haber
nostalgia por el pasado, pero sí reacción para que esas clases liberales se
pongan de nuevo en pie. Si pueden. En caso contrario, surgirán candidatos a
imagen y semejanza de Trump. Y nadie podrá decir, ni el comisario Renault, ¡que
es un escándalo, que aquí se juega!
http://www.economiadigital.es/es/notices/2016/03/la-clase-liberal-muere-llega-trump-82333.php
Manel Manchón
@mmcias
@econodigital
Cataluña - España
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