viernes, 11 de marzo de 2016

LUIS GARRIDO, "PERO QUE SEA YA"

Esa expresión es común en la calle.  El pueblo está divorciado del gobierno.  La forma no importa: enmienda, referéndum, constituyente, remoción, renuncia,  antejuicio de mérito, abandono del cargo y todas las normas contempladas en  los caminos legales. 

El sentir es el mismo: la premura es explosiva.  No hay entendimiento posible con Nicolás Maduro en la presidencia;  el resultado  de su incompetencia y el atraso al que han llevado al país, se ha constituido en el gran obstáculo  para todo entendimiento que conlleve a cualquier acuerdo entre los factores políticos.   Maduro, tratando de pescar en rio revuelto, estimula la guerra;  con sus gritos belicosos intenta echarle gasolina al fuego, elucubrando apoyos de seguidores que -buscando no verse mañana tras las rejas para responder por delitos que los condenan-  serían  capaces de enrolarse en cualquier aventura.            

 La crisis,  en la cual está sumida Venezuela es de incalculable gravedad.  Interpretar el  grito agónico del pueblo es conocer esa parte viva de  sus  padecimientos.  El gobierno con criterio pulpero asumió la importación de la comida que consumen los venezolanos,  colocando todas las barreras posibles para asfixiar al mercado natural;  de allí el sacrificio torturante de las interminables colas.  Este espectáculo es más doloroso en las farmacias, tratándose de la impotencia de los pacientes que van de puerta en puerta buscando los medicamentos para sus tratamientos.  Esto justifica la angustia del pueblo, llegándole su impaciencia a límites nunca imaginados, a jugarse el todo por el todo sin importarle hoy   los riesgos y consecuencias que pudieran sobrevenirle.  Para la gran mayoría de los venezolanos no hay más salida que la renuncia de Maduro; que los entendidos determinen la forma, "pero que sea ya".  Las calles no resisten el vaporon de un pueblo bravo.      

 Como otro paso hacia el candelero pudiera interpretarse la sentencia dictada por el Tribunal Supremo de Justicia "que intenta limitar" las funciones contraloras de la Asamblea Nacional.  Cabe aquí el viejo adagio "se juntaron los mochos para rascarse".  No ha sido mucho el esfuerzo de Maduro para atraer a quienes han estado esperando que los llamen, añorando caer en sus brazos.  De la mano de los venezolanos, la Asamblea Nacional  no cederá un solo milímetro ante la pretensión del presidente de implantar una dictadura,  apoyado  en militares narcotraficantes y magistrados corruptos.      
  
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo - Venezuela               

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