Los que han vivido en
Cuba por años, los que han padecido la
realidad de la isla, conocen perfectamente la habilidad de la dictadura para
manipular las visitas de personalidades internacionales, en particular las de
un jefe de Estado, y presentar esos
acontecimientos como el resultado exitoso de su gestión de gobierno.
Se organizan marchas
y desfiles, todo un espectáculo. Los trabajadores son conducidos en los
transportes de las empresas en las que laboran hasta el lugar por donde pase el
ilustre visitante, allí hay que vitorear
hasta perder la voz, después, quizás, haya cerveza y algo que comer, eso
sí, los que no son afectos al régimen,
pueden ser detenidos hasta que el agasajado se marche.
Presentes en la
memoria individual y colectiva deben de estar las visitas de los líderes de los
países del bloque socialista, espectáculo que se repite en diferentes
escalas, cuando una figura
internacional, religiosa o secular, viaja a la isla en la actualidad.
El gobierno ha
intentado por décadas convencer a sus vasallos- en la isla no hay ciudadanos-
que Cuba es poco menos que el paraíso en la tierra, condición, según sus
informativos, que motiva a dirigentes de
diferentes instancias y entidades,
viajar a la isla para ver y aprender del edén tropical, una fantasía
oficial que ha afectado seriamente la percepción de la realidad de un número
importantes de cubanos que tienen la errada convicción de que la Isla es poco
menos que el ombligo del mundo, pero este es tema de otra columna.
En base a lo anterior
se puede estimar que ocurrirá en Cuba cuando el presidente Barack Obama arribe
a la isla, independientemente de lo que
se haya propuesto y pueda hacer, el mandatario durante su estancia.
Es de esperar que la
parafernalia gubernamental supere con creces el espectáculo que se ofreció
cuando el cacique mayor de la URSS, Leonid I. Brejnev, viajó a Cuba, 1974, a
fin de cuentas, el mandatario estadounidense representa a la nación que la
propaganda gubernamental presentó por décadas, como el enemigo más encarnizado
de la revolución.
Este encuentro no
deja de ser amargo para quienes aprecian a Estados Unidos como el baluarte de
la libertad, pero es más agrio para el clan de los Castro, que trataran de
encubrir el fracaso acumulado, el desencanto de la población y la restauración
de la economía capitalista como si fuera
una victoria, cuando en realidad sus proyectos han sido derrotados en toda la
línea y el enemigo que escogieron sigue siendo la primera potencia mundial.
La propaganda
triunfalista será masiva. Abarcadora. Toxica. El propósito será confundir y
manipular a la mayoría de la población con el objetivo de seguir transmitiendo
la versión que el castrismo es
invencible, que el histórico enemigo fue vencido, y viajó a La Habana para reconocer su derrota.
Por supuesto que
habrá quienes crean ese "cuento chino". No recordaran que fueron
educados en el resentimiento hacia Estados Unidos, que en Cuba, ahora que se publicó en la isla
"1984", las sesiones de odio contra ese país duraban 24 horas y no
solo los 15 minutos de la obra de George Orwell.
Los desmemoriados por
oportunismo o convicción, habrán olvidado las décadas de manifestaciones contra
el Tío Sam. El país abarrotado de letreros "Cuba sí, Yanquis no", mientras
eran hundidos en la miseria, entre otras pesadillas, construyendo millares de
kilómetros de túneles para resistir una
agresión militar que solo estaba en la calenturienta imaginación del Faraón,
hoy refugiado en una butaca beige, como dice la periodista Margarita Rojo.
No obstante habrán
quienes reconocerán que la dictadura dinástica se está agarrando de un clavo
ardiente con la esperanza de sobrevivir, sin hacer concesiones que alteren su
naturaleza, cosa que ha logrado hasta el presente, lo que motiva que
muchas personas, incluidos no cubanos,
resientan el restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana, en particular una visita presidencial,
mientras el régimen sigue tratando a los gobernados como tributarios de un señor feudal.
Las condiciones
políticas y económicas imperantes en Cuba son las peores del hemisferio. La
falta de esperanzas en una vida mejor,
se constata con el creciente flujo de emigrantes. El individuo aprecia
que no tiene pan ni libertad.
La dictadura se sostiene
sobre la represión y una constitución que excluye y criminaliza a quienes se le
oponen, la dignidad de todos los ciudadanos, incluidos los que respaldan el
gobierno, ha sido mancillada de forma sistemática y permanente por 57 años.
Salir del régimen que
subyuga a Cuba es exclusivo deber de sus hijos, pero también es válido pedir a
la comunidad internacional, particularmente a Estados Unidos, que no oxigene a
un régimen que asfixia a sus gobernados.
Pedro Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
Estados Unidos
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