En
la postrimería del gobierno, las cosas
del país marchan tan mal, en medio del fracaso del “socialismo del siglo XXI”,
que aquello de la “revolución bonita” se convirtió en un descalabro nacional.
La incapacidad del gobierno para enfrentar la situación ocurrida en el sur de
Guayana, especialmente en la llamada “Zona del Oro”, ha sido muy grave y
delicada.
La incertidumbre y la inseguridad invaden los municipios Roscio
(Guasipati), El Callao y Sifontes (Tumeremo), participando en lo que se ha
denominado la Guerra del Oro, según señalan los medios de la región. Es
imposible negar lo que se percibe, se palpa y se padece en la zona. Según el
alcalde de Tumeremo Carlos Chancellor, lo único que tiene el municipio es
“ausencia del Estado”, una “alta inflación” y “una crisis desproporcionada de
los servicios”; este municipio agregó,
“tiene una gran vocación minera, agrícola y pecuaria, pero no hay planes ni
proyectos del gobierno que permitan el desarrollo”.
Hay
un clima de inseguridad creciente y generalizada. También la Iglesia reitera su
solidaridad con las familias de las 28
personas desaparecidas y hace un llamado al gobierno a dar respuesta
inmediata a la situación de los mineros y el sufrimiento de sus familias. En
este contexto se desenvuelve el venezolano de la zona. Su mayor expectativa es tener seguridad para
poder trabajar, crear y vivir en paz.
El
país tiene inmensas posibilidades de convertir esta región en una importante área de desarrollo
económico, desplegando políticas coherentes y
proporcionando todas las facilidades posibles a la inversión privada,
privilegiando aquellos proyectos que tengan una orientación hacia la
reactivación de la industria de la construcción y con el tiempo hacia la
exportación. Ahora aterrizando en la realidad, en la zona, como
en todo el país, se vive una situación de emergencia social, porque no existe una verdadera política de seguridad
jurídica, ni confianza para la inversión. Mientras esto ocurre, la crisis de
valores, las mafias, bandas de atracadores y la corrupción tomaron asiento, y
el Sur del estado Bolívar permanece
sentado en un barril de pólvora.
El gobierno va al garete como potro
“descarriao”, no hay reactivación porque no existe disposición de
entendimiento, lo que hay es continua confrontación.
Lo
cierto es que el peor enemigo del gobierno es el gobierno mismo, el ejemplo lo
tenemos en Tumeremo.
Jesús
Alberto Barrios R.,
jesusalbertob@hotmail.com
@jesus_albertob
Carabobo
- Venezuela
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