Cuando
en agosto de 1817 el general Pablo Morillo solicitaba al Rey la designación del
Coronel de Dragones Juan Aldama como Subinspector de Caballería señalaba que el
mismo: “unía a su valor y actividad, mucha inteligencia, y los mayores deseos
de hacer prosperar todos los regimientos”.
Meses
antes el nombrado oficial, el 9 de abril de ese mismo año, daba cuenta a
Morillo sobre uno de los más terribles episodios de la guerra independentista
como fue el ocurrido en Barcelona los días 06 y 07, cuando los patriotas
atrincherados en la llamada: “Casa Fuerte” fueron derrotados como solía ocurrir
en la más cruenta de las acciones militares.
Contra
los insurgentes emprendieron con implacable resolución los cuerpos españoles:
Cazadores, Barbastro, Granada, Rey, Infantería de Marines, Batallón de
Desmontados, Dragones de la Unión y Húsares de Fernando VI, resultando entre
ellos 23 bajas y 71 heridos, pérdidas escasas en comparación con las más de
1.400 personas sacrificadas por el lado patriota. “Di con tiempo todos los
pasos que la humanidad señalaba…”, dijo Aldama, pero sus actos y sus
consecuencias fueron tan extendidas que la victoria representó el mayor de los
crímenes, la más inhumana masacre. “No estoy aun conforme con lo hecho…”,
expresó ya que: “los enemigos del llano trabajan con actividad e incrementan
sus fuerzas”.
Hombres,
mujeres y niños murieron en el heroico lugar sin que les resguardara que antes
fue un convento y ha debido convocar a la conmiseración y la piedad que
merecían seres vencidos e inocentes.
El
destino de los jefes patriotas fue decidido entonces: “Freites gobernador
revolucionario de la Provincia y Comandante de la Casa Fuerte; Ribas,
Gobernador Político de la misma con otra porción de sus colegas fueron
prisioneros y los remito al señor Capitán General para que responda a V.E: de
su criminal conducta”.
La
patria conoció en Barcelona, una vez más, el doloroso costo de la libertad de
Venezuela.
Jose
Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfdiazbermudez
Anzoategui
- Venezuela
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