El referéndum en Bolivia del domingo pasado, cuyos
escrutinios duraron más de lo previsto, y mantuvieron en ascuas a todo un país
así como a la opinión pública internacional, nos retrotrajeron a escenas
análogas de la política venezolana, aun frescas en nuestros recuerdos,
como por ejemplo, que se trata de la
primera derrota electoral de Evo Morales, similar a la que sufrió Chávez en la
consulta del 2007, que fue también su primer fracaso electoral, y con propósitos idénticos, el de ir a un
tercer periodo presidencial reformando la Constitución
La victoria del No por unos ocho puntos de diferencia
sobre el Si, dejó claro, entre otras cosas, que el pueblo boliviano no desea
que Evo Morales se presente por cuarta vez consecutiva, como candidato, a las
elecciones presidenciales del año 2019. Falta por ver si Evo también podrá emular a Chávez y buscar una nueva
consulta popular, no obstante lo ocurrido, para tratar de torcer la voluntad
popular, como ocurrió en Venezuela un año y medio después en el 2009.
Pero mientras aquí Venezuela se consolidaba un proyecto
político con miras a largo plazo, en
Bolivia se puso punto final, con aquellos resultados, a todo un ciclo de ese
proceso en América Latina. Un ciclo más o menos, de más de una década, que
tiene como año clave el 2006 cuando se produjo el lanzamiento oficial de eso que
podemos denominar la “franquicia de Chávez” y cuyo principal componente, el
distintivo, es lo que en artículos anteriores hemos descrito y bautizado como
la “Receta electoral de Chávez”.
En efecto, si hacemos un poco de memoria, recordaremos
que fue en ese año cuando Chávez, ya consolidado en el poder, es reelecto
presidente, su segundo mandato bajo la égida de la Constitución de 1999, e
igualmente el año en que se expande por Sur América la “franquicia chavista”,
al ganar Evo Morales y Rafael Correa sus primeras elecciones presidenciales en
Bolivia y Ecuador, respectivamente.
La franquicia no pudo entrar en el Perú porque para el
2006 Alan García ganaba la presidencia y antes de él, Alejandro Toledo, con
todo y que reanduvo el camino del Inca, para
ofrendar su presidencia a las deidades andinas, a la Pachamana, allá en
lo más alto del Machu Picchu, ceremonial que copiaría Evo Morales años más
tarde, nunca llegó a congeniar con
Chávez, a quien manifestó su desagrado por el apoyo que éste le dio a Ollanta
Humala durante la campaña electoral del 2006. Y aunque Ollanta gana en el 2011
la presidencia del Perú, ya es muy tarde; además, Humala por razones que
escapan a este artículo prefirió
distanciarse de Chávez.
Algo parecido, aunque por motivos diferentes, ocurrió en
Chile donde los gobiernos socialistas de Lagos y de Bachelet entre el 2000 y el
2010, jamás la usufructuaron. Sin embargo hay que estar pendientes pues en su
segundo mandato, el actual, la señora Bachelet ya anunció una reforma
constitucional importante, que debido a la baja en la popularidad de su
gobierno, fue pospuesta, en principio, para el 2018.
Mientras tanto, en la Argentina y en el Brasil, aunque
fue vista con muy buenos ojos, la franquicia no hacía falta pues ya había otras
del mismo corte en pleno desarrollo. Aunque los beneficios colaterales por
soportes ideológicos y materiales no fueron desaprovechados, sobre todo, por el
gobierno de Cristina Fernández.
En Centroamérica, las condiciones eran más difíciles, sin
embargo, se trató de exportar a Honduras; pero el intento de Manuel Zelaya en
el 2009, para perpetuarse en el poder a través de un referéndum popular que
aprobase la reelección, trajo como consecuencia su derrocamiento.
En Nicaragua donde la situación política de Daniel Ortega
no era la mejor de cara a las elecciones del 2006, la franquicia de repente
cobró vida, al ganar las elecciones con apenas un treinta y ocho por ciento de
los votos. Varios de los mecanismos de la Receta incluida en la franquicia
chavista fueron utilizados entonces por Daniel Ortega con éxito; basta recordar
en tal sentido como el artículo 147 de la Constitución nicaragüense que le
impedía la reelección en los comicios del 2011, fue hecho a un lado por la
Corte Suprema de aquel país, contra toda lógica. Eso, por supuesto, además del
financiamiento de su gobierno y de su siguiente campaña que lo llevó a una
amplia victoria en dicho año 2011.
El desarrollo de esta historia es bien conocido, la
franquicia se consolidó en Bolivia y en Ecuador con sus mandatarios manipulando
los textos constitucionales para perpetuarse en el poder, aun después de
desaparecido Chávez, pero perdiendo fuerza sin el empuje de su creador. En el
caso de Ortega se puede predecir que es difícil que vuelva a presentarse a las
elecciones del 2017 con la limitante constitucional que ahora no podría ser
malinterpretada nuevamente, salvo que sea modificada en su letra
constitucional, si Ortega consigue los apoyos necesarios. La otra posibilidad
es que si él no puede presentarse como candidato a ese proceso electoral, lo
haga su esposa Rosario Murillo. Esta última. una modalidad de perpetuidad en el
poder que ya se utilizó en la Argentina de los Kirchner y que Chávez nunca
consideró por no necesitarla.
Si como se afirma, el final del chavismo está próximo en
Venezuela, la derrota de Evo Morales en su consulta reciente al pueblo, tiene
la importancia de que marca la desaparición o el fin de la “franquicia
chavista” en el continente; aunque ¡ojo! la Receta Electoral de Chávez sigue
ahí con derechos de autor de libre uso, para quien quiera copiarla.
Jose Luis Mendez
Xlmlf1@gmail.com
@Xlmlf1
Miranda -
Venezuela
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