Ring, ring suena el
teléfono un domingo por la mañana y del otro lado del hilo telefónico escucho
la voz de mi prima que me dice sollozando “…que le consiguieron un elemento
extraño en un ovario y que debe hacerse unos exámenes muy costosos; que no
tiene para las medicinas y que si patatín y patatín; que seguramente tendrá que
operarse, según le dijo un matasanos con cara de necesitar dólares
urgentemente.
Yo no hallaba cómo
calmar a la prima, entonces le dije que salía inmediatamente a su casa para
conversar el asunto y financiarle la compra del tratamiento; que no se
preocupara por eso, que para algo existe la familia y que la pelea es peleando,
ustedes saben, de alguna forma hay que enfrentar eso de “…cuando el pobre lava,
entonces cae tremendo palo de agua.”
Dicho eso, en menos
de lo que canta un gallo le estaba tocando la bocina en el frente de su casa,
entonces la prima salió corriendo con su cartera llena de recipe y unas ojeras
oscuras bajo sus ojos, que hablaban de no haber dormido en toda la noche
Ya, yo había diseñado
un recorrido por varias farmacias como si fuera la ruta del metro, empezando
por las cadenas farmacéuticas grandes. Cuando le pregunto qué le mandaron, me
dice que unas cremas antibióticas y unos medicamentos para controlar los
trigleicerios. Yo pensaba que era algo más específico. Entonces, ella me dijo
que .eso vendría luego, después que
consiga dónde hacer los benditos exámenes, que según valen más de 38 mil bolívares.
Bueno, lo primero es lo primero, vamos por esos medicamentos que te mandaron-le
dije- y deja la angustia, por favor.
Entonces, apreciados lectores, fuimos a hacer
el fulano recorrido y resulta que en todos los sitios visitados no había nada...En ese drama y bajo el calor intenso
que vivimos actualmente, estuvimos dando vueltas por Caracas, solo para
constatar el estado deplorable en que se encuentran las farmacias.
Sinceramente, daba una especie de indignación, mezclada con otra cosa.
Total, que terminé
llevándola a una panadería-fuente de soda muy agradable que queda por los lados
de La Florida donde nos sentamos para refrescarnos, ella se tomó un té
frío, yo me tomé un café y además
compramos unos jugos para mi casa, una chuchería para su hija, el periódico
dominguero y la cuenta parecía que habíamos almorzado a todo trapo un domingo
cualquiera durante la cuarta república.
En medio de la
conversación, le dije a mi prima que visitaríamos a una tía cumanesa que le
roncan los motores rezando y que sabe de sanar con las manos-ustedes saben-,
que conoce de menjurjes y de oraciones. Entonces, sin pensarlo dos veces fuimos
a dónde la tía y efectivamente, la prima recibió un baño de plantas, una
minuciosa rezada de su vientre -ustedes saben-; varias oraciones y tres tabacos
ensalmados, que la viejita venerable le fumó lentamente, mientras le pasaba
tres velas por todo el cuerpo. Fue así, como mí prima salió como nueva de donde
la tía, porque si espera por Maduro, por su ministra de sanidad y por el motor
de no se qué cosa, se nos muere de la pura angustia.
Luis Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
Anzoategui -
Venezuela
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