viernes, 26 de febrero de 2016

LUÍS ALFREDO RAPOZO, LA ORACIÓN DEL TABACO

Ring, ring suena el teléfono un domingo por la mañana y del otro lado del hilo telefónico escucho la voz de mi prima que me dice sollozando “…que le consiguieron un elemento extraño en un ovario y que debe hacerse unos exámenes muy costosos; que no tiene para las medicinas y que si patatín y patatín; que seguramente tendrá que operarse, según le dijo un matasanos con cara de necesitar dólares urgentemente.

Yo no hallaba cómo calmar a la prima, entonces le dije que salía inmediatamente a su casa para conversar el asunto y financiarle la compra del tratamiento; que no se preocupara por eso, que para algo existe la familia y que la pelea es peleando, ustedes saben, de alguna forma hay que enfrentar eso de “…cuando el pobre lava, entonces cae tremendo palo de agua.”

Dicho eso, en menos de lo que canta un gallo le estaba tocando la bocina en el frente de su casa, entonces la prima salió corriendo con su cartera llena de recipe y unas ojeras oscuras bajo sus ojos, que hablaban de no haber dormido en toda  la noche

Ya, yo había diseñado un recorrido por varias farmacias como si fuera la ruta del metro, empezando por las cadenas farmacéuticas grandes. Cuando le pregunto qué le mandaron, me dice que unas cremas antibióticas y unos medicamentos para controlar los trigleicerios. Yo pensaba que era algo más específico. Entonces, ella me dijo que  .eso vendría luego, después que consiga dónde hacer los benditos exámenes, que según valen más de 38 mil bolívares. Bueno, lo primero es lo primero, vamos por esos medicamentos que te mandaron-le dije- y deja la angustia, por favor.

 Entonces, apreciados lectores, fuimos a hacer el fulano recorrido y resulta que en todos los sitios visitados no había  nada...En ese drama y bajo el calor intenso que vivimos actualmente, estuvimos dando vueltas por Caracas, solo para constatar el estado deplorable en que se encuentran las farmacias. Sinceramente, daba una especie de indignación, mezclada con otra cosa.

Total, que terminé llevándola a una panadería-fuente de soda muy agradable que queda por los lados de La Florida donde nos sentamos para refrescarnos, ella se tomó un té frío,  yo me tomé un café y además compramos unos jugos para mi casa, una chuchería para su hija, el periódico dominguero y la cuenta parecía que habíamos almorzado a todo trapo un domingo cualquiera durante la cuarta república.

En medio de la conversación, le dije a mi prima que visitaríamos a una tía cumanesa que le roncan los motores rezando y que sabe de sanar con las manos-ustedes saben-, que conoce de menjurjes y de oraciones. Entonces, sin pensarlo dos veces fuimos a dónde la tía y efectivamente, la prima recibió un baño de plantas, una minuciosa rezada de su vientre -ustedes saben-; varias oraciones y tres tabacos ensalmados, que la viejita venerable le fumó lentamente, mientras le pasaba tres velas por todo el cuerpo. Fue así, como mí prima salió como nueva de donde la tía, porque si espera por Maduro, por su ministra de sanidad y por el motor de no se qué cosa, se nos muere de la pura angustia.

Luis Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
Anzoategui - Venezuela

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